sábado, 8 de marzo de 2014

EL SANTO GRIAL



Según la fuente que se consulte, el Santo Grial  era el plato que Cristo  utilizó durante la última cena o el vaso con el que se recogió la sangre de su crucifixión. Depende qué tradición, éste habría sido llevado a Inglaterra, junto con la lanza con la que atravesaron el costado de Cristo, y dejada bajo la protección de un custodio del Santo Grial, o Rey Pescador. La leyenda  nos cuenta como al haber sido herido el padre del rey Pescador rey Lisiado, la tierra se hizo baldía; pero sólo podría curar y retornar la prosperidad si un caballero  de corazón puro encontrase el grial e hiciese las preguntas adecuadas. La búsqueda se convierte en la prueba de pureza y valor de cada uno de los caballeros y se inicia cuando el Grial  se aparece en una visión a Arturo y sus caballeros.

Si bien se trata de una leyenda cristiana, su origen se remonta a la mitología celta, en la que son frecuentes las cornucopias y calderos incluyendo uno con poder de resucitar y las búsquedas en las que el héroe ha de adentrarse en el otro mundo para ganar un valioso premio.

Existen pues, varias versiones de la leyenda, y todas coinciden en que Arturo nunca emprendió tal busca y que solo un caballero, Sir Galahad, demuestra ser merecedor de encontrar tal objeto precioso.

Esta palabra proviene del occitano gradal, actualmente grazal. Aparece por primera vez a fines de siglo XII, en el Percival de Chrétien de Troyes, y es un nombre común. En la obra de Chrétien es un vaso; en la de los continuadores de Chrétien, una escudilla o una copa; en la versión cisterciense, un cáliz; en la de Wlfram von Eschen bach, una piedra, y en la versión galesa arcaica, una cabeza que sostiene una cabeza cortada.

El objeto fue ampliamente cristianizado, pero no hay duda sobre su origen celta. Como arquetipos del mismo objeto podemos encontrar tanto en Irlanda como en el País de Gale, calderos de resurrección, de abundancia y de inspiración, escudillas inagotables, fuentes de salud.

En el transcurso de los siglos, se han dado múltiples interpretaciones a este objeto misterioso, al que se vincula con el evangelio de Nicodemo.

La versión ortodoxa hace del mismo vaso de esmeralda en el que José de Arimatea habría recogido la sangre de Jesucristo antes de que le dieran sepultura, pero las corrientes cristianas marginales, le dieron muchas otras significaciones.

Desde la óptica celta propiamente dicha, el Graal es un símbolo de poder y de totalidad vinculado a las ideas de abundancia, conocimiento e inmortalidad. Y el ritual que se describe a propósito del Graal responde a antiguas ceremonias de entronización real, probablemente para destacar el concepto de una realeza ideal y universal que encarna en la tierra el arquetipo de lo divino.

Por otra parte, una de las formas que adopta esta palabra en los textos medievales es sangreal. El vocablo es significativo por su ambigüedad. Según de qué modo se segmente la palabra, puede verse en ella tanto "El santo graal", conforme a la leyenda de José de Arimatea, como "Sangre real", indicativo de un linaje regio o iniciático.

Todos los textos relativos al Graal insisten en la importancia de un linaje predestinado para la custodia del mismo, e incluso de un linaje al estilo celta, esto es matrilineal. Más que un objeto, el Graal sería el símbolo de la transmisión de secretos iniciáticos de generación tras generación.

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