viernes, 6 de junio de 2014

DARLE TIEMPO AL TIEMPO



El tiempo, se encargará de sanar las heridas, si se le es permitido. El tiempo, hará realidad los sueños, si en verdad se ha luchado por ellos. El tiempo, llenará todos los vacíos, si estamos realmente abiertos y así lo queremos. El tiempo, nos devolverá la paz que habíamos perdido, si hacemos algo por recuperarla… Por eso, hay que darle tiempo al tiempo.

El tiempo, puede encender de nuevo la llama de la ilusión, si así lo soñamos. El tiempo, nos enseñará a vivir sin lo que se había perdido; si queremos aprenderlo. El tiempo, pondrá en nuestras manos los frutos de lo que hemos sido y vivido, porque es lo que realmente nos ofrece el tiempo; por eso, solo de uno mismo depende que seamos sus amigos o enemigos. Hay que saber darle tiempo al tiempo.

El tiempo, puede fortalecer o matar un amor, sin ser culpable de lo que ocurra;
El tiempo, devuelve o quita la ilusión; dependiendo de nuestra fuerza interior;
El tiempo, logra que algunos caigan en la rutina, según como vivan la vida; No depende del tiempo lo que nos pase; hacemos parte del tiempo, pero se nos da la libertad de saberlo aprovechar o simplemente dejarlo pasar.

El tiempo no se devuelve, ni se detiene; camina a su ritmo; aunque a veces parezca que vuele o se estanque, según el momento que vivimos. El tiempo sana o hiere, quita u ofrece, mata o da vida, llena o vacía, sin ser culpable de lo que a su paso ocurra, porque no es él quien realmente actúa, somos nosotros los que vivimos en el tiempo.

El tiempo, transforma, renueva o envejece; pierde o recobra su valor según como le utilicemos, se gana y multiplica cuando vivimos intensamente lo que trae consigo en cada segundo que se nos regala; hay tiempo mal invertido, que se nos escapa aún sin haberlo vivido, es el tiempo que muchas veces pasa desapercibido y cuando se nos acaba sin avisar, nos lamentamos por lo que se pudo hacer, pensar y sentir y no lo hicimos.

Somos parte del tiempo, somos el resultado de lo que en el vivimos o generamos; somos los que quizás nos detenemos creyendo interrumpir su marcha, quedándonos en un pasado al que nos aferramos, o un presente que al parecer no avanza y aleja de nosotros la visión del futuro que se nos viene; olvidando que el tiempo no se detiene, porque pase lo que pase el reloj sigue corriendo, al mismo ritmo, marcando el paso que solo le da el tiempo.


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