domingo, 27 de julio de 2014

CUÁNDO JUÁREZ SE FUE AL INFIERNO



Déjame contarte una leyenda familiar y tómala así y sólo eso –anticipa Jorge Borjas Benavente, radicado en San Luis Potosí–. Contaba mi tía que el abuelito de ella estaba de monaguillo en una misa en San Felipe, Guanajuato, una vez que fue un obispo de León a dar la misa. A ese obispo lo tenían por santo por muchas razones, que por su bondad y cosas así, pero sobre todo porque levitaba.


Al momento de la consagración, el obispo empezó a levitar y la gente se quedó asombrada. Levitó y levitó hasta que se cayó como bulto. Se armó tanto el alboroto que uno de los sacerdotes le dijo al monaguillo, o sea al abuelito de mi tía, que fuera a la sacristía a traer sales o alcohol o lo que fuera para reanimar al obispo.


Obviamente el niño se asustó mucho e hizo lo que el sacerdote le pidió.


Años después, aquel monaguillo contaba que el obispo dijo cuando ya estuvo reanimado, pero todavía alterado por una visión: “Acabo de ver la escena más horrible que he visto en mi vida. Acaba de entrar el alma de Juárez al infierno”.


Ésa es la leyenda familiar, que el bisabuelo estuvo traumado mucho tiempo por haber presenciado ese momento de la levitación del obispo, del alboroto y, sobre todo, por sus palabras.


Y contaba que, efectivamente, el momento más dramático sucedió justamente cuando llegó la noticia oficial de la muerte de Benito Juárez, cuando aquel obispo estaba levitando y cayó como bulto por haber visto la peor escena de su vida, o sea que alma de Juárez había entrado al infierno, según la visión del obispo.

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