Un
buen día Sabio Pez-Tierra, hijo de Principal Guacamaya, y al que le gustaba
jugar con las montañas a las que había creado, se bañaba en un riachuelo cuando
vio pasar a cuatrocientos jóvenes que arrastraban un árbol que querían para que
sirviera de viga en su casa. Sabio Pez-Tierra se les acercó y les pregunto qué
era lo que hacían.
Los
jóvenes le respondieron que arrastraban el árbol porque no podían levantarlo
para ponérselo en los hombros.
Entonces
Sabio Pez declaró que los ayudaría. Tomó el árbol, se lo puso en los hombros y
lo llevó hasta la casa de los muchachos.
Cuando
llegaron le preguntaron a Sabio Pez-Tierra si tenía padre y madre, a lo que
éste respondió que no.
Los
jóvenes le propusieron que se quedara para que al día siguiente les volviese a
ayudar con otro árbol que necesitaban.
Pero
los hipócritas jóvenes se reunieron y decidieron matarlo, pues consideraban que
no estaba bien que un hombre pudiese cargar él solo un árbol, que era presunción.
Uno
de ellos dijo: -¡Hagamos un hoyo, y le diremos que siga cavando en él para
hacerlo más profundo, cuando se haya metido en el hoyo, aventaremos el árbol,
no podrá salir y morirá! Así lo hicieron, Cuando el hoyo estuvo listo, llamaron
a Sabio Pez-Tierra y le pidieron que siguiera cavando porque ellos ya no podían
llegar tan profundo en la tierra.
Empezó
a cavar, a cada rato los cuatrocientos jóvenes le preguntaban si el hoyo ya era
bastante profundo.
Sabio
Pez-Tierra se dio cuenta de que lo querían matar y empezó a cavar otro hoyo
suplementario. Los jóvenes le volvieron a preguntar:
-“¿Ya
está profundo el hoyo?”– “¡Sí!” respondió Sabio Pez-Tierra. –“Pero todavía
falta, yo los llamo cuando acabe!”-
Como
es de suponer no cavaba el hoyo donde le querían dejar, sino el que sería su
salvación.
Cuando
terminó con su hoyo, les grito a los jóvenes para que fuesen a quitar la tierra
sobrante, y se metió al socavón de salvamento.
Cuando
los ladinos llegaron, llevaban el árbol y lo arrojaron al hoyo. Hablaban en
secreto, susurrando su muerte segura y esperando oír los gritos de Sabio
Pez-Tierra.
Cuando
pensaron que habían dado muerte al hombre, se creyeron libres y decidieron
preparar la bebida fermentada ceremonial, beberla por tres días por la
construcción de su casa, esperando a ver si las hormigas llegaban a llevarse la
inmundicia al sentir el olor de cadáver.
Mientras
tanto, Sabio Pez-Tierra oía todo lo que los cuatrocientos jóvenes decían
agazapado en su hoyo. Al segundo día, llegaron las hormigas y se metieron abajo
del árbol, y se llevaron cabellos y uñas de Sabio Pez-Tierra.
Al
verlos, los cuatrocientos jóvenes se regocijaron de la muerte del hombre,
pensando que, efectivamente, Sabio Pez estaba bien muerto.
Pero
lo que no sabían era que Sabio Pez se había cortado los cabellos y las uñas
para dárselos a las hormigas. Al tercer día, los malvados muchachos tomaron de
su bebida fermentada y se emborracharon. Con la borrachera perdieron toda su
Sabiduría.
Sabio
Pez-Tierra aprovechó la ocasión y derribó su casa, los jóvenes fueron completamente
destruidos. Nadie se salvó.
Se
dice que cuando resucitaron se convirtieron en una constelación llamada El
Montón, Las Pléyades, pero nadie sabe si es verdad o no lo es.
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