martes, 25 de noviembre de 2014

LOS PAI PAI DESCUBREN EL FUEGO



Hace mucho tiempo, durante la prehistoria; cuando el hombre todavía no aprendía a hablar, cuando el hombre aun no había descubierto el fuego y andaba de un lado para el otro de la tierra.


El clan de los Pai Pai se detuvo sobre la planicie de Xakitubxool, que significa agua ruidosa. Xakitubxool era una planicie rodeada de grandes pinos y de las más variadas plantas para alimentarse por cientos de años. A cinco leguas de camino había un lago con una pequeña cascada donde los animales del lugar y los primeros hombres iban a beber. 


Todo parecía pintado por la mano de dios para que esos antiguos hombres conocieran el paraíso, a no ser por Xalkutaat el monstruo con dientes de fuego. Quien devoraba a todo ser viviente que se atreviera a invadir su territorio, primeramente avanzaba rapidísimo sobre su presa escupiendo fuego, enseguida lo llevaba a su cueva para despedazarlo y finalmente devorarlo sin compasión. Los hombres más adiestrados para la caza de animales se habían animado para matarlo sin tener suerte, todos terminaban siendo devorados por el monstruo.


También los hombres guerreros lo habían intentado, pero el miedo al fuego de la bestia los hacia paralizarse de miedo. Al pasar unos cuantos días, la población disminuía cada vez más hasta que apareció un niño de doce años de edad, hijo de un gran cazador que había perdido a sus padres y abuelos en la expedición por acabar con Xalkutaat. 


Se trataba de Pies Ligeros, niño escurridizo y valiente que había decidido ir a enfrentar al monstruo, originalmente haciéndose acompañar por su amigos, quienes habían terminado regresando a sus casas en cuanto vieron las huellas de Xalkutaat en las orillas del lago. 


Pies Ligeros continúo la travesía cargando sobre su espalda arco y flechas, caminando sin hacer ruido confundiéndose con las ramas del bosque, cómo su nombre lo indica con pies ligeros a cada paso. Confiaba en su gran velocidad para correr y en su tino con la flecha.


Después de caminar unas horas por el prado se encontró con el lago y la cascada, bebió del agua del lago y se baño en la cascada para demostrar que no tenía miedo. Enseguida, caminó sigilosamente hasta la entrada de la cueva donde dormía Xalkutaat. El viento soplaba con gran fuerza, así que el mounstro no lo podía oler. Desde ahí pudo observar todos sus rasgos que lo llenaban de misterio, sus alas negras y enormes, sus ojos rojos y su gran lengua de fuego. 


En cuanto estuvo a la distancia indicada para disparar preparó la flecha, la afilo con una roca, tenso su arco y apunto al pecho de Xalkutaat. Disparó su flecha clavándosela en las costillas, Xalkutaat pegaba unos enormes sonidos de dolor: ¡Grrrr….¡ Mientras se convertía en una auténtica bola de fuego y avanzaba rápidamente para devorar a quien lo había herido.

El muchacho comenzó a correr a toda prisa, y cómo era muy veloz; avanzó una gran distancia. Cuando se sintió a salvo volteó para atrás y la bola de fuego seguía corriendo en dirección hacia donde estaba él. 


Pies Ligeros volvió a correr aún más rápido para escapar de Xalkutaat en dirección hacia dónde se oculta el sol, más adelante volvió a mirar atrás y se dio cuenta que la nube de llamas seguía tras de él. Su huida duró todo el día, había corrido durante 24 horas corriendo hasta que llegó el siguiente día.


Se detuvo de nuevo y se dio cuenta que Xalkutaat estaba a unos metros de distancia, sacando a todo lo largo su lengua de fuego hasta tocar su flecha, que la dejo encendida, pies ligeros tomó otra de sus flechas y a punto al centro de su boca. Estiro su arco y disparó con todas sus fuerzas llevando en la memoria a todos aquellos que Xalkutaat había devorado. Esta vez, la flecha había cruzado el cuello del monstruo dejando un enorme hoyo por donde salía fuego. 


Xalkutaat comenzó a volar desesperado dando vueltas por todos lados hasta que las llamas fueron haciéndose cada vez más pequeña hasta perderse en el horizonte. En ese momento, Pies Ligeros tomó cómo un trofeo la flecha aun encendida que Xalkutaat había tocado con su lengua de fuego para ir a anunciar su triunfo. -¡Lo mate¡ ¡Lo mate¡ He matado al monstruo. 


Pies Ligeros corrió sin parar hasta llegar con su tribu y les contó a los demás niños lo ocurrido. -Mate al monstruo, he matado al monstruo. Sino me creen vamos a la cueva-.


Todos lo pobladores notaron tan convencido a pies ligeros que lo acompañaron hasta la cueva donde alguna vez habitó Xalkutaat, había en el interior de la cueva restos de huesos humanos, pies, manos, dedos; cabezas, y los cadáveres de las victimas. Esa misma noche hicieron una ceremonia en honor a ese niño valiente que los había librado para siempre de Xalkutaat y le había entregado el fuego a los hombres.

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