sábado, 14 de marzo de 2015

LOS AATSLAABTSIK



Cuando todavía la humanidad no había sido creada, y todo era oscuridad, vivían unos seres grises que tenían tres piernas, una en medio de las piernas normales, que comían para vivir olores, suciedad, cosas crudas e insípidas.

Vivían asustados esperando que algún día un dios hiciera la luz que los mataría. Estos seres grises se llamaban baatsik’i aatslaab, antiguos antepasados de creaciones venerados como aatslaabtsik.

Cuando por fin los dioses crearon al Sol, los baatsik’i aatslaab se hundieron de cabeza en la tierra de los montes y los caminos. Cuando salen de sus refugios a caminar, lo hacen de cabeza y haciendo círculos, y entonces se producen los remolinos.

En cierta ocasión Florinda, una joven huichola poco agraciada y a la que no faltaban defectos, estaba tan desesperada porque no encontraba marido y ya iba a cumplir diecisiete años, que decidió ir a llorar sus penas al monte, pues era un hecho que la fea jovencita, que además de ser chaparra era gorda, estaba muy enamorada de un jovencito llamado Emilio.

Pero Emilio no la quería y prefería a Sofía, una bella muchacha de cabellos negros, largos y lustrosos, poseedora de una gran sonrisa que mostraba sus dientes parejos y fuertes.

Así púes, Florinda se fue al monte a lamentarse. Estaba sentada en una roca, cuando de pronto vio acercarse un remolino turbio y sonoro.

Como no malició un peligro inminente, porque la chica era corta de luces, se quedó sentada. El remolino se acercó cada vez más, hasta que Florinda se dio cuenta de que se trataba de los encorvados tres piernas llamados baatsik’i aatslaab. En un abrir y cerrar de ojos, la joven desapareció tragada por el remolino.

Nunca más apareció, sólo encontraron cerca de la roca su bordada blusa del diario. Casi nadie la lloró en su pueblo, lamentaron su desaparición, y nada más. Tranquilo de la presencia molesta de Florinda, Emilio contrajo matrimonio con Sofía y vivieron muy felices en un pueblo vecino llamado Santoriana.

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