lunes, 23 de noviembre de 2015

LA TLANCHANA



A siete kilómetros de la Ciudad de Toluca, capital del Estado de México, se encuentra el poblado de Metepec, llamado en lengua matlatzinca  Nepintatiui, En la Tierra del Maíz.

En la cima del cerro de Metepec, también llamado Cerro de los Magueyes, se encuentra situada la Capilla de Metepec.

Esta capilla le gusta mucho a la Tlanchana Atltonan Chane, una hermosa diosa que es mitad mujer y mitad serpiente acuática, venerada por los indios matlatzincas por sus poderes para mantener el equilibrio entre la tierra y el agua.

Le gustaba a la Sirena, como también se la llama, porque la capilla contaba con una campana de oro, que cuando repicaba producía un fascinante sonido que se expandía a muchos kilómetros de distancia.

A la Tlanchana le encantaba escucharla todos los días y consideraba a la campana como de su propiedad.

Pero en una fatal ocasión, el malvado Diablo decidió robarse la campana. Cuando la tuvo en sus manos la escondió en una de las tantas cuevas que tiene el Cerro de Metepec.

Cuando supo del robo la Tlanchana, casi se volvió loca de la tristeza.

Desde un montículo de tierra rodeado por agua, situado en el Barrio de San Miguel, la Sirena veía hacia la Capilla donde estuviera su adorada campana, y lloraba a moco tendido, y le cantaba las canciones más tristes que se sabía. Su llanto y su canto hubiesen podido conmover al ser más maligno, pero no al Diablo que disfrutaba con el sufrimiento de la pobre diosa.

La campana nunca fue devuelta por Satanás. Desde entonces, por las noches iluminadas por la luna, se puede ver a la Tlanchana sobre el montículo, se escucha su llanto y sus tristes canciones, y hasta hay quien afirma que se escuchan las estridentes carcajadas de don Diablo.

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