viernes, 11 de diciembre de 2015

LA YECACÓATL



A Rigoberto Tolentino, joven nahua de Santa Ana Tlacotenco, Distrito Federal, le gustaba tocar el trombón.

Empezó su aprendizaje musical desde niño, desde que pudo cargar el instrumento.

Así, a los diecisiete años ya formaba parte de la banda del pueblo y era alabado por todos por su maestría.

Pero no solamente tocaba en la banda, sino que también ayudaba a su padre en los trabajos del campo, donde en la milpa de la familia sembraban maíz y calabaza.

Llegó el tiempo de cosechar el maíz y había que iniciar el trabajo de recolección, cuando de pronto llegó una terrible tormenta que dejó por tierra gran parte de las mazorcas.

Su padre y sus hermanos se abstuvieron de recoger el maíz que la tormenta había dejado por tierra, pues sabían que no debían hacerlo pues la yehcacóatl se enojaría, porque a esta culebra de agua no le gusta que los hombres traten de “cortar su cuerpo” durante un aguacero o recojan el maíz que una tormenta tiró, y si se le desobedece envía la terrible enfermedad llamada casihuistle.

Sin embargo, a Rigoberto se le hizo fácil hacer su voluntad, y a pesar de que sabía que no debía hacerlo, quiso ayudar a su padre y se puso a recoger la cosecha tirada en la tierra.

En esas estaba cuando vio venir a la yehcacóatl en su dirección, y presto la partió en dos con su machete.

Cuando el padre se percató de lo que estaba haciendo Tolentino, corrió a impedírselo, pero fue demasiado tarde, el muchacho ya había recogido una buena cantidad de mazorcas y la yecacóatl le había enviado la funesta enfermedad al sentir que su cuerpo era cortado.

En seguida, Rigoberto empezó a sentir fuertes dolores en el brazos con que había cortado a la culebra y recogido las mazorcas; la fiebre le subió a cuarenta grados, la vista se le nubló, el vomito no le dejaba tregua.

A los tres días Rigoberto Tolentino entregaba su alma a Dios, pues eso les sucede a las personas que no tienen respeto por la terrible yecacóatl cuyo poderes mágicos pueden hacer tanto mal. 

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