sábado, 13 de febrero de 2016

EL BARRANCO



Pachuca de Soto es la ciudad capital del estado mexicano de Hidalgo. Como toda ciudad que se precie, Pachuca cuenta con una rica tradición oral, de ahí proviene una antigua leyenda que narra las atrocidades cometidas por una mala mujer.

En las afueras de la ciudad de Pachuca, vivía un matrimonio.

La madre del hombre vivía en la misma casa, pues sobraba lugar, ya que los esposos no tenían hijos y la morada era amplia.

El hombre era muy trabajador, tal vez con exageración, y se iba a sus labores al campo.

Vivía el matrimonio en una relativamente humilde pero bonita casa, que se encontraba localizada cerca de un barranco.

Debido a su trabajo, el marido pasaba bastante tiempo fuera del hogar, pues aumentaba sus ingresos yendo a trabajar en la extracción de minerales, o acudiendo como peón a ayudar a levantar cosechas.

La mala mujer no estaba conforme con su situación económica ni por las frecuentes salidas de su esposo que hacía lo que podía para llevar más dinero a la casa.

La mujer era ambiciosa y deseaba vivir rodeada de lujos que el marido no podía darle. Por esta razón odiaba profundamente al humilde esposo.

Como venganza, la señora decidió tener muchos amantes que compensaran su soledad y su pobreza.

De los adulterios que cometía la tal mujer, la suegra se daba cuenta y se lo reprochaba, pero la infiel no la tomaba en cuenta y disfrutaba insultando a la pobre vieja.

La atribulada madre amenazó a su nuera con contarle todo a su hijo.

La mujer decidió matarla. Al servirle la cena, echó en sus frijoles veneno para ratas. A las pocas horas la suegra pasaba a mejor vida.

Mientras pensaba como deshacerse del cadáver, llegó el esposo y le mostró una carta que le había escrito su madre contándole el delictuoso comportamiento de la nuera.

Al ver el cadáver de su anciana madre, no dudó de que la había matado la cruel adúltera, quien, presa de pánico, huyó corriendo por la oscuridad.

Como era noche cerrada, no vio la orilla del barranco y cayó, para morir padeciendo fuertes dolores.

Desde entonces, por las noches se escuchan en el barranco y sus alrededores los lamentos de la mujer que murió como castigo a sus ambiciones y a su infidelidad.

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