miércoles, 6 de abril de 2016

EL GATO PARDO



Cuenta una leyenda de Tonalá, Chiapas, que en una ocasión una familia se disponía a dormir.

Los hermanos, que eran siete, dormían en la parte alta de la casa, donde también se encontraban el padre y la madre en una hamaca.

De pronto, el padre ya medio adormilado, escuchó la voz de una de sus hijas que dormía en la planta baja.

La niña tenía doce años. Al oírla, el padre se levantó y acudió a donde se encontraba la niña, seguido por su esposa y uno de sus hijos varones.

Cuando llegaron a la sala de la casa, vieron a un enorme gato de color pardo. La niña se encontraba parada en el umbral de su cuarto aterrada y le decía al felino: -¡Gato, gato, gato! Al tiempo que tiraba manotazos en el aire.

El gato la observaba con burla subido en la televisión, y parado en sus patas traseras bailaba una extraña danza.

El padre de familia, corrió a la cocina por una escoba y cerró la puerta de la sala, para que el gato no pudiera salirse. Sin embargo, cuando el gato vio al hombre que le amenazaba con la escoba, se salió por un pequeño agujero que había en el vidrio de una ventana.

El hombre quiso atraparlo, pero el gato, siendo tan grande, se escabulló por ese agujero tan chico, como si hubiera estado untado de mantequilla… y se fue.

Pasó el tiempo y la familia siempre encontraba cagarrutas de gato en el suelo y en los muebles de la casa que la apestaban toda.

Todos tenían mucho miedo. Una noche el gato volvió a presentarse y a asustar a la niña. La escena se repitió, y cuando el padre cogió la escoba para espantarlo, el gato se pegaba a la escoba y lanzaba terribles descargas eléctricas. 

El gato corría por las paredes y el techo tratando de escapar de los golpes que le propinaba el padre de familia.

Uno de ellos le dio en el cerebro y lo mató.

Entonces el gato lanzó un terrible maullido satánico, cayó al suelo muerto y desapareció inmediatamente sin dejar rastro. Nunca más se le volvió a ver.

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