lunes, 22 de agosto de 2016

EL PÍPILA



Pedro Martínez y María Rufina Amaro tuvieron un hijo que se convertiría en héroe nacional de México. Este niño, al que pusieron por nombre Juan José de los Reyes, con el tiempo habría de ser conocido como El Pípila, apodo que significa “la hembra del guajolote”
Cuando alcanzó la juventud, se fue a trabajar en las minas de plata del estado de Guanajuato, donde había nacido en el pueblo de San Miguel El Grande en 1782. Primero fue barretero (trabajador que utiliza el pico para escarbar en la mina), y luego pasó a ser jefe de barreteros. El Pípila era fuerte, valiente, moreno, de pelo lacio y ojos rasgados. Más parecía un indio chichimeca que un mestizo.
Como era un hombre honrado y justo, se unió al ejército de Miguel Hidalgo y Costilla, para pelear por la independencia de México y poder  librar al país del dominio y tiranía españoles. Por lo tanto, le tocó luchar en la Toma de la Alhóndiga de Granaditas. La alhóndiga era un edificio de la ciudad de Guanajuato que se utilizaba para guardar y para comerciar con granos de varios tipos.
La tarea de entrar al edificio se había vuelto difícil para los mexicanos, porque el edificio de la Alhóndiga estaba fuertemente custodiado y era impenetrable. Un grupo de mineros se había unido al ejército insurgente y entre ellos se encontraba el Pípila.
Cuando Juan José de los Reyes se dio cuenta de que los soldados libertadores no podían entrar en la Alhóndiga, decidió tomar una losa de piedra y colocársela en la espalda para protegerse. Tomó una antorcha encendida, de las que se usaban para alumbrarse dentro de las minas, y se lanzó corriendo hasta la puerta de la Alhóndiga y le prendió fuego empleando unas varas de ocote para que el fuego tomara fuerza. Este hecho heroico permitió que el ejército insurgente pudiera entrar al edificio y vencer a los soldados del virrey que gobernaba la nueva España, como se llamaba México en ese tiempo.
El Pípila, después de la toma de la Alhóndiga, siguió peleando por la liberación del país. Años después, cuando México se liberó y se hubo consumado su independencia, Juan José de los Reyes, que había pasado a la historia con su apodo de El Pípila, murió en San Miguel El Grande  el 26 de julio de 1863. Estaba muy enfermo y decaído por el polvo y los gases que había respirado en las minas durante todo su vida.

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