jueves, 1 de septiembre de 2016

EL CRISTO QUE PESABA MUCHO



Aconchi, palabra Ópata que significa “en los paredones”, es una población que se encuentra en el estado de Sonora, fundada por el portugués y jesuita Bartolomé Castaño.
Una leyenda de Aconchi relata que en cierta ocasión llevaron al templo de San Pedro y San Pablo un Cristo blanco, que originalmente estaba destinado al templo de la población de Arizpe, pero como los hombres que lo llevaban se encontraban muy cansados, decidieron hacer un alto en Aconchi, a fin de restaurar fuerzas.
Al día siguiente, cuando se disponían a partir para continuar su camino hacia Arizpe, trataron de cargar al Cristo, pero no pudieron moverlo, pues a cada intento vez pesaba más.
Cansados de intentarlo, decidieron dejar al Cristo en la Iglesia de San Pedro y San Pablo donde la habían guardado.
Pasó el tiempo, y llegó la época de la Guerra Cristera o de los Cristeros (1926-1929), que enfrentó a algunos de los habitantes de México contra las disposiciones gubernamentales que restringían la participación de la Iglesia Católica en los bienes de la Nación, y en asuntos de carácter civil.
Varias veces los habitantes del pueblo mandaron traer un nuevo Cristo desde España, de donde procedía el anterior, pero siempre se rompía en el traslado, y nunca llegaba al pueblo.

Hasta que un día, como por milagro, uno de los cristos pedidos llegó a buen puerto… pero no se trataba de un Cristo Blanco, sino de un Cristo negro de Esquipulas.
Igual lo veneraron los fieles y lo colocaron en el altar mayor de la iglesia, donde se le puede visitar actualmente.

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