lunes, 16 de julio de 2018

LOS POZOS DEL AMOR




El pueblo de Bolonchén se encuentra en el estado de Campeche; su nombre significa en lengua maya Nueve Pozos. Cerca de este poblado se sitúan las famosas Cuevas de Xtacunbilxunan. De Bolonchén surgió una leyenda de amor que a continuación relatamos.
A raíz de la llegada de los españoles a tierras mayas, muchas ciudades desaparecieron devastadas por los conquistadores. Ante tal hecho, los habitantes de dichas ciudades decidieron fundar el poblado de Bolonchén, llamada en aquel entonces Bolonchenticul.
Sucedió que en cierta ocasión la ciudad sufrió una fuerte sequía, y por más que sus pobladores oraron y dieron ofrendas al dios del agua Chaac, la deidad no los escuchó y la sequía continuó. En esas estaban cuando el cacique guerrero de la aldea se enamoró de una hermosa muchacha, cuya madre no estaba de acuerdo con esa relación, por lo cual decidió esconder a su hija.
Cuando el jefe enamorado dejó de ver a su amada, se deprimió enormemente y ya no gobernaba como era debido. Le rogó a Chaac para que le ayudara a encontrarla; y ya completamente desesperado, envió a los guerreros a buscarla por todos lados. Ya llevaban varios días buscando a la joven, cuando uno de los guerreros escuchó un llanto que venía de lo profundo de una gruta. Enterado, el jefe ordenó que se construyera una escalera grande con madera y reatas para bajar hasta el fondo de la gruta. Construida la escalera, el jefe guerrero descendió hasta donde se encontraba su amada, a la cual abrazó tiernamente. Ambos lloraban de alegría por haberse podido reunir nuevamente, a pesar de la oposición materna.
De repente, el guerrero se dio cuenta de que en la gruta había siete estanques plenos de agua cristalina. Loco de felicidad por el hallazgo, en seguida les puso nombre a los estanques, que se llamaron: Chac Ha, Pucuel, Sallab, Akab Ha, Chokoj, Oci Ha y Chimais Ha. Eran un regalo del dios Chaac, pues con los manantiales encontrados el pueblo de Bolonchén ya no carecía de agua para poder sembrar como es debido sin temor de perder los cultivos, y de que sus habitantes pudiesen beber toda el agua que desearan.
Gracias al gran amor del jefe guerrero, el agua ya nunca escasearía en Bolonchén. Desde entonces al lugar se le conoce con el nombre de Los Pozos del Amor.


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