martes, 11 de diciembre de 2018

EN CUYUTLÁN




A principios del siglo XX el poblado de Cuyutlán, Colima, contaba con una estación de trenes muy bonita. Tan bonita era que a un joven se le ocurrió la idea de citar a su novia en esa estación para pedirle matrimonio. La citó a la medianoche y la joven aceptó ir, a pesar de que sabía que sus padres le tenían prohibido salir por la noche, y menos a tan altas horas.
Unos minutos antes de la medianoche, el enamorado llegó y se puso a esperar a su amada en el andén. Mientras la esperaba se puso a juguetear con el anillo de compromiso, mientras ensayabas amorosas palabras para decirle a su querida novia.
La noche era clara y la Luna bañaba la estación iluminándola completamente. En esas estaba el joven cuando de repente el anillo se le escapó de las manos y cayó en las vías del ferrocarril. Rápidamente, saltó el enamorado y se puso, muy consternado, a buscar el famoso anillo. Por fin lo vio entre dos vías y metió la mano para sacarlo. Pero no pudo, y lleno de pavor se dio cuenta de que el brazo se le había atorado entre dos rieles.
En ese terrible momento de desesperación, llegó la novia al andén, vio al muchacho e inmediatamente se dio cuenta de lo que ocurría. Intentó como pudo ayudarle a sacar el brazo atorado, pero era imposible, sus fuerzas no le daban y el brazo estaba firmemente atorado. Desesperada, la chica quiso pedir ayuda, pero la estación se encontraba vacía completamente.
En eso, los novios vieron los grandes focos del tren que se acercaba y el fuerte sonido que emitía el silbato, pues el conductor se había percatado de que dos personas se encontraban en las vías.
El enamorado, al ver la cercanía del tren, empujó fuertemente a su novia para sacarla de las vías. El tren pasó a toda velocidad y aplastó el brazo del galán. La novia vio horrorizada cómo salían grandes chorros de sangre del brazo y como agonizaba su querido amante. Al poco rato estaba muerto y la novia sollozaba, incontrolablemente, ante tanta desdicha junto al cadáver del que fuera su amor.
La mujer quedó muy afectada de los nervios y la familia decidió cambiarse a otra población ya que le daban terribles ataques de histeria cada vez que oía el silbato de un tren al pasar por la estación de Cuyutlán.
La chica nunca logró superar el trauma y quedó medio loca para toda la vida.


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