Una
leyenda del estado de Veracruz nos relata la triste historia de una mujer que
se casó con un rico español que además era conde. La mujer no era tan bella
como encantadora y seductora, siempre sedienta de cariño que su marido no sabía
darle.
Por cuestiones de trabajo
el conde de Malibrán se veía en la necesidad de viajar constantemente por
varias regiones del estado y por algunos otros, incluso sus excursiones
llegaban a la Ciudad de México.
Estos continuos viajes
obligaban a la mujer a quedarse mucho tiempo sola, y por supuesto que ella
sufría con esas ausencias del conde porque lo amaba. Pero tanta soledad y
lejanía tuvo por resultado que la dama dejase de amar a su marido resentida por
el trato de que era objeto.
Para
aliviar su soledad y su frustración, cuando el conde salía de viaje la condesa
aprovechaba para hacer fiestas e invitar a sus amigos y amantes.
El mayor sueño de la
condesa de Malibrán era tener un hijo, pero por más intentos que hacía no lo
conseguía y estaba muy triste y frustrada. Tanta era su necesidad de ser madre
que acudió a la brujería con tal de lograr su objetivo. Por fin, la mujer logró
preñarse y tener a un nene. Pero para desgracia de ella el niño nació deforme.
Ante hecho tan lamentable, la condesa decidió esconder a su hijo y ocultarlo de
todas las miradas.
En
cierta ocasión en que una de las criadas de la mujer se encontraba cargando en
brazos al niño, el conde apareció de improviso pues había decidido acortar su
viaje. Al entrar al salón principal, lo primero que vio fue a la doméstica con
el monstruo en los brazos. Inmediatamente, se dirigió a la recámara de su
esposa con el fin de pedirle una explicación acerca de aquel engendro.
Abrió la puerta de la
recámara y sorprendió a la bella esposa en actitud pecaminosa con unos de sus
amantes. Al saberse engañado por la mujer, lleno de rabia con su espada mató a
la infiel y al amante en turno. Después, llamó a uno de sus criados de mayor
confianza y le ordenó que echase los cuerpos de los adúlteros, más el del bebe
deforme, en un pozo con lagartos que había en la casona de su propiedad. Así lo
hizo el criado, además de informarle al noble que su esposa arrojaba al pozo
los cuerpos de los amantes de los que ya se había hartado.
Ante tanta calamidad, el
conde no tuvo más remedio que volverse loco.
Desde ese momento, todos
los días se le veía caminar por las calles de Veracruz gritando: – ¡Horror,
horror; justicia, justicia! ¡Qué muera sin compasión la malvada condesa de
Malibrán!
esa es la condesa de vergara y partes de la historia que publicaste son erroneos
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