jueves, 18 de abril de 2019

ATOYATEMPAN




Atoyatempan es un municipio del estado de Puebla ubicado al centro de la entidad, en la región de Tecali, es cruzado por el río Atoyac. Este río está formado por la confluencia del Río Zahuapan que nace en Tlaxcala y el San Martín que baja del Río Frío.

Atoyatempan viene de las voces náhuatl Alt (Agua), Atoyac (Agua derramada o lágrimas derramadas) y Tempan (Labio u Orilla), por lo que su significado original es "A la orilla del río", "A la orilla del agua derramada" o "A la orilla de las lágrimas derramadas".

En Atoyatempan se encuentra, precisamente, una montaña de medianas dimensiones a lo alto, pero de bastante longitud hacia lo largo, y a quienes muchos conocen y que nos lleva de la mano a los tiempos míticos del México mágico y misterioso:

Allá en la noche de los tiempos, cuando el hombre aún no existía, los dioses y semidioses poblaban el mundo y hacían su vida como cualquier ser humano, con pasiones, con errores, con alegrías y con infortunios.

Cuenta la leyenda que había un dios llamado Tentzon, cuyo nombre significa "Anciano de barbas", y cuya edad rebasaba la memoria conocida.

Era uno de los dioses más antiguos y poco se sabía de su origen. Sin embargo, un día, Tentzon se enamoró de una de las hijas más jóvenes y más bellas de los dioses.

La dulce Malintzin, cuyo nombre proviene de las voces náhuatl Malin (que es el nombre que en lengua indígena se da de modo general a todas las mujeres y que significa Madre) y Tzin (que significa Señora o Princesa).

Cuenta la historia que, precisamente por tratarse de un dios muy viejo, los demás moradores del cielo se negaron a que hubiera cualquier relación entre él y la joven Malintzin. Como era tradición, Tentzon nombró un Embajador para que pidiera su mano a los señores del universo.

El embajador fue un dios también muy viejo y cuyo nombre era precisamente ese: Huehuechiki o Embajador, pero que ahora se conoce como El Pinal, y que es un cerro muy alto en forma de pino que se encuentra ubicada en la región de Nopalucan y Lara Grajales, al oriente del estado de Puebla.

Cuando conocieron de la petición de Tentzon, los dioses-como ya se dijo-se reunieron a parlamentar tres días y tres noches, y llegaron a la conclusión de que se trataba de un dios muy viejo para una muchacha tan joven y linda, por lo que se negaron a dicha reunión.
Cuando el Huehuechiki le transmitió la respuesta a Tentzon, éste se desgarró de dolor, y tristeza fue tan grande, que la dulce Malintzin se conmovió y apiadó de él, despertando en su corazón la llama del amor.

La doncella, entonces, se dirigió a los señores del cielo para que le dieran una oportunidad al anciano de las barbas, pero se negaron rotundamente, pues además, una diosa tenía prohibido realizar una petición de tal naturaleza. Y ahora fue Malintzin quien rompió en amargo llanto. Los señores del universo, que no habían conocido un dolor tan grande y un amor tan extraño, se conmovieron y decidieron darles una oportunidad, así que colegiaron y, tras deliberar, mandaron a llamar al Huehuechiki para darle su veredicto.

Como ni siquiera los dioses podían romper sus propias reglas, determinaron que la prueba que les iba a poner a los enamorados debía ser muy difícil para que nadie de ellos pudiera exponerse a un castigo.

La prueba para Malintzin sería llorar hasta que sus lágrimas formaran una corriente tan grande que pudieran arrastrar todo aquello que encontrara a su paso.

La prueba para Tentzon sería impedir que la corriente siguiera creciendo.

Para ello, debería cubrirla con su cuerpo, pues no podría usar piedras, tierra ni ningún material más que su propio ser.

El castigo sería que, si ella no lograba formar una corriente con su llanto, y que si él no lograba detener dicha corriente o ésta llegaba a burlarlo y escurrir por algún lado, serían confinados al firmamento y separados para siempre.


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