sábado, 5 de octubre de 2019

LA CARAMBADA




Leonarda Emilia Martínez nació en 1842 en un pueblito de indios cercano a Querétaro, llamado La Punta. Su padre murió cuando ella tenía sólo cuatro años, combatiendo contra los norteamericanos.

La gente de ese lugar tenía fama de ladrona y ciertamente, Leonarda desde muy joven comenzó a sacar bueyes y caballos de granjas vecinas durante la noche; años después se dedicó a robar diligencias llenas de oro y a repartir sus ganancias entre los pobres.
Pelo negro, chaparrita y regordeta, cara ancha, con una cicatriz en el carrillo izquierdo, vistiendo enagua corta de color chillante… ésa era la descripción que daban de La Carambada, como se le conocía.
No había fiesta, cantina, baile o casa de prostitución donde no se le encontrara rodeada de sus amigos bandoleros.
Se cuenta que fue una dama de compañía de Carlota y Maximiliano, el cual se enamoró de ella. Leonarda le contestó que ya había hecho amistad con la emperatriz y por ende no podía acceder a sus deseos, pero la realidad era otra: estaba enamorada de un capitán francés del ejército monárquico, llamado José Joaquín Ortiz.
En sus últimos días, el imperio se refugió en Querétaro. Ahí, José Joaquín fue tomado prisionero y condenado a morir fusilado. La Carambada acudió a todas las autoridades, incluyendo a Benito Juárez, presidente de México. Ante la negativa del perdón la mujer juró venganza.
A partir de ese momento, Leonarda Emilia se volvió ladrona de caminos, asaltaba sin importar a quién y se escondía entre las grutas de los socavones en los alrededores de la ciudad.
Hizo esto hasta conseguir la llamada “veintiunilla”, una hierba que causa la muerte de quien la come 21 días después…
Gracias a su belleza y presencia conoció a Guillermo Prieto, quien la invitó a una cena con Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la Suprema Corte y sucesor de la presidencia, en caso de que faltara presidente.
Éste se encargó de llevarla de nuevo ante Benito Juárez, quien durante la reunión dejó un vaso desatendido en la mesa, momento que La Carambada aprovechó para verter dos gotas de “veintiunilla” en la bebida. Lerdo de Tejada fue testigo de los hechos y sólo le sonrió a la asesina.
Juárez falleció 21 días después con síntomas de una angina de pecho y Sebastián Lerdo de Tejada fue nombrado su sucesor.
A la edad de 86 años Leonarda Emilia fue fusilada. Mientras las monjas del hospital limpiaban el cuerpo para la autopsia descubrieron que estaba viva... fue entonces que pidió un sacerdote para contarle su historia y finalmente murió dos días después de recibir cinco balazos.


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