La pintura corporal se
ha utilizado en una gama muy amplia de culturas pasadas y presentes.
Los lugares en donde se
ha empleado abarcan América, África, Australia, Asia, la Polinesia y Europa.
Los colores que se utilizan en las pinturas facial y corporal son muchos y muy
diversos, tantos como provee el medio ambiente.
Por ejemplo, en América
predomina el color rojo del cual por siglos han hecho uso pueblos tan
dispares como los kutchin, los cree, los seris, los cherokee, los tupi, y otros
grupos más.
Aclaremos que el color
rojo se combina con otros colores, pero manifiesta su predominio, sin dejar por
ello de tratarse de decoraciones policromas. Los indios de América del norte
pintan el rostro con más frecuencia que el cuerpo; en cambio, en América del
sur, se acostumbra pintarse cara y cuerpo. La pintura puede ser ocasional, con
motivo de determinadas ceremonias, o permanente, como parte de las costumbres cotidianas.
Algunas veces la pintura está restringida sólo a los hombres, otras sólo
a las mujeres, como fue el caso de las prostitutas mexicas.
Es válido afirmar que
cada grupo cultural tiene sus propios diseños, sus motivos, su simbología, sus
características y su combinación cromática, según el caso en que se utilice la
pintura. Veamos cómo fue que nuestros antepasados los mexicas hicieron uso de
la pintura corporal y facial, misma que sigue empleándose en numerosos pueblos
indígenas de nuestro país con carácter ceremonial o cosmético.
La pintura corporal
entre los mexicas, tuvo funciones ceremoniales y castrenses. En los
famosos tianguis de Tenochtitlán y de Tlatelolco, había pintores y pintoras que
decoraban la piel de los solicitantes mediante el correspondiente pago. Las
personas acudían a estos artistas cuando debían asistir a alguna ceremonia
importante, a un baile o una batalla. Los pintores utilizaban cajetes
conteniendo diversos colores, y pinceles de varias medidas, para decorar la faz
y el cuerpo de las personas. Fray Toribio de Benavente, Motolinia, nos cuenta
en su Historia de los indios:
Cuando
habían de bailar en las fiestas solemnes, se pintaban y se tiznaban de mil
maneras; y para esto el día en que había baile, por la mañana venían luego los
pintores y pintoras al tianguis… con muchos colores y sus pinceles, y pintaban
a los que habían de bailar los rostros, y brazos y piernas de la manera que
ellos querían; y así embijados y pintados, se iban a vestir diversas divisas… y
de esta manera se pintaban para salir a pelear cuando tenían guerra o alguna
batalla.
Las prostitutas mexicas
también solían se pintar de colores. Por ejemplo, empleaban lodo y
añil para que el cabello brillase esplendorosamente.
Los senos y los brazos
los decoraban con motivos varios en color azul, xiuhuitl. El rostro lo pintaban
con grasa amarilla fabricada con axin, cuyo tinte se extraía de un
insecto conocido con el nombre de axocuilin, criado en un árbol llamado
axquáhuitl. Los insectos se recolectaban y se hervían para hacer un ungüento
que se guardaba en hojas de maíz.
El pigmento de color
amarillo intenso recibía el nombre de coztic. Estas mujeres dedicadas a la
prostitución, solían se teñir los dientes con grana, masticaban todo el tiempo
tizctli, chicle, y se dejaban el largo pelo suelto a fin de verse más
atractivas.
Las mujeres mexicas no
dedicadas al sexo como profesión, usaban bellos y decorados huipiles y faldas;
coloreaban su cara de amarillo, de rojo, o de negro, color éste último que
obtenían de incienso quemado.
Los pies se los pintaban
de color negro, y para sus cabellos empleaban una yerba verde llamada
xiuhquílitl, que les daba un brillo sorprendente y una bella tonalidad morada.
A los dientes les ponían grana. La pintura corporal abarcaba el pecho, el
cuello y las manos.
Por su parte, los
caballeros del Sol y los comendadores de los Guerreros Águila solían pintarse
el cabello de la coronilla y se lo amarraban con una cinta de cuero
roja.
Cuando recibían el
nombramiento de cuachic, después de haber realizado veinte notables hazañas, se
rapaban completamente, a excepción de un manojo de pelo que dejaban sobre la
oreja izquierda, y se pintaban la rapada cabeza: una mitad azul y una mitad
roja.
Esta pintura tenía una
función protectora para los guerreros, además les infundía valor y coraje en
las batallas. Asimismo, los guerreros se pintaban la piel del cuerpo de color
amarillo, obtenido de una piedra llamada tecozahuitl; la finalidad consistía
en asustar al contrincante.
Los pigmentos que usaron los mexicas en sus pinturas murales,
códices y cuerpos los obtuvieron de plantas, animales y minerales. El azul
provenía de la planta añil; el rojo de la grana y la cochinilla, nocheztli,
“sangre de la tuna”; el anaranjado del achiote; el negro de la madera del palo
de Campeche quemada; el blanco de la piedra quimaltizatl y de la tierra mineral
tizatlalli; el azul celeste y el turquí, se obtenían de la planta
xiuhquilipitzahuac; del capulín, el morado; del los tallos del girasol,
xochipalli, el verde; del cempasúchil, el amarillo fuerte; del algodón coyuche,
el café claro; de la corteza del colorín, tzompantli, el amarillo; de la
corteza de encino, los marrones y los cafés oscuros.
El morado y el violeta
se conseguía de una molusco que se cría en el Pacífico, el púrpura pansa,
conocido entre los mixtecos con el nombre de tucohoyi.
Así pues, había
semillas, flores, raíces, maderas, tallos, hojas y aun frutos como el capulín,
los limones y el tamarindo que proporcionaban una gran gama cromática. Las
tierras, los óxidos de hierro, la tiza, las piedras contribuían a enriquecer el
colorido mundo azteca.
En el mercado se
encontraban vendedores de pigmentos de todo tipo. Fueron tan importantes lo
colores en la cosmovisión mexica que incluso contaron con un dios llamado
Xiuhtecutli,
El Señor Azul, el Dios
de Fuego, adorado y reverenciado como uno de los dioses más importantes del
panteón azteca. También conocido como el Señor Turquesa y el Señor Hierba.
que pereza leer suscrinamcen a mi canal busquenlo como jandro ikonik :v
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