lunes, 31 de agosto de 2015

IXTOLINQUE, EL CACIQUE TRAIDOR



Don Juan de Guzmán Ixtolinque gobernó en Coyoacán en los inicios de la etapa colonial de México. Coyoacán formaba parte de los principales tlahtocáyotin, señoríos al mando de un tlatoani, cuando acaeció la conquista española.

Don Juan estaba unido por lazos de parentesco con los linajes de la ciudad de México-Tenochtitlán, en ese momento gobernado por el indeciso Moctezuma Xocoyotzin.

El padre de Ixtolinque fue Cuauhpopoca, Águila Humeante, Señor de Coyoacán hasta su bárbara ejecución a manos de Hernán Cortés y sus compinches en 1519, por habérsele acusado de la muerte a soldados españoles durante la batalla de Nautla.

Cuauhpopoca se presentó ante Cortés acompañado de su hijo y de quince principales participantes del consejo mexica, y el Capitán procedió a apresarlo. Se le quemó en la hoguera frente al Palacio de Moctezuma, sito en la Plaza del Templo mayor en Tenochtitlán, junto a los otros presos.

Antes de quemarlo Hernán Cortés le puso grilletes y le dijo: -Quien mata, merece que muera, según ley de Dios. Esto sucedía poco tiempo antes de la batalla de la Noche Triste. 

La madre de don Juan  se llamó Huitzilatzin y muy poco se sabe de ella, aunque se conoce que pertenecía al linaje de Huitzilopochco, hoy Churubusco. Cuando murió su hermano, Hernando Cetochtzin, quien había gobernado Coyoacán por muy poco tiempo y fue muerto durante una expedición de Hernán Cortés a Guatemala en 1525, Ixtolinque tomó el mando del Señorío de Coyoacán de 1525 a 1569. Cetochtzin también fue víctima de la crueldad hispana, pues después de participar en la heroica defensa de Mexico-Tenochtitlan, lo apresaron los españoles junto con Cuauhtémoc, y le ahorcaron el 28 de febrero de 1525.

Como Ixtolinque se hizo muy amigo y aliado de Hernán Cortés, a quien le fue fiel a pesar de los crímenes que cometió contra su padre y hermano, y a insistencia suya, en Coyoacán se estableció el segundo ayuntamiento que conoció la Nueva España, y la primera sede del gobierno colonial.

En Coyoacán se estableció Cortés mientras se edificaba la Ciudad de México, y formó el marquesado del Valle. Tanta era la lealtad que le tenía don Juan que en una ocasión salvó al capitán del ataque de los indios sublevados en Cuernavaca. Arteramente, dio muerte con una flecha al jefe de los indios. Asimismo, ayudó a los españoles en las batallas libradas en la conquista de Oaxaca, y en el Valle de México derrotó a los indios que se habían escondido en las montañas.

A fin de quedar bien con Cortés y, por ende, con el rey de España Carlos V, se convirtió al catolicismo, recibió el bautizo y le fue otorgado el nombre de Juan de Guzmán Ixtolinque. Ante tanta servidumbre disfrazada de lealtad, la Corona Española le devolvió las tierras que habían sido de su familia y recibió el nombramiento de Gobernador de Coyoacán.

Además, por Cédula Real del 18 del 6 de enero de 1578, se le otorgaron el escudo de armas y el título de nobleza por haber matado de un flechazo al principal de Cuernavaca, enemigo acérrimo del Capitán, La descripción del escudo consta en un documento de la época y empieza: …en el cuarto superior dos tigres empinados en campo de oro, y en el quarto inferior un León de oro… barreado de negro que es la divisa que el dicho príncipe que vos matasteis llevada vestida con un plumaje verde y oro en la cabeza y dos saetas de oro en las manos.

En campo colorado, y en el quarto de abajo un peñón, y enzima de él un águila rampante puesta al vuelo en campo colorado y en el otro quarto tres flores de lis blancas…

Las tierras de Juan Guzmán Ixtolinque abarcaban un gran territorio, pues comprendían desde Tizapán hasta Churubusco; en el este llegaban hasta las orillas de Xochimilco; y por el norte colindaban con Tacubaya. Además, poseía una enorme finca en Chimalistac, “el lugar del escudo blanco”, lugar dependiente del Señorío de Coyoacán. 

Este cuestionable personaje contribuyó a la construcción de un convento de padres dominicos en Coyoacán, mismo que se edificó sobre las ruinas de un Calmecac, la tradicional escuela para nobles indígenas.

El convento se inauguró en 1529, y el templo adjunto recibió el nombre de San Juan Bautista, el cual aún existe en el centro de Coyoacán.

Debido a que la ideologización católica les era imprescindible a los dominicos para ejercer mayor control entre los indios, pidieron permiso a Ixtolinque para edificar más iglesias y otro convento en la zona de Coyoacán, ya que la de San Juan Bautista pronto fue insuficiente. El gobernador accedió a las demandas, pues siempre quería quedar bien con las autoridades religiosas y seglares.

Así, surgieron una ermita fabricada en adobe dedicada a la Virgen del Rosario, que en 1554 se agrandó con un convento; y en 1596, se edificó la iglesia Santo Domingo.

Ixtolinque se casó con una sobrina de Carlos Ometochtzin, Señor de Texcoco, miembro de la nobleza acolhuacana, ejecutado en la hoguera en 1539, por no querer acoger la religión católica y seguir practicando la religión mexica. Don Juan de Guzmán Ixtolinque murió en 1569. Su gobierno había durado cuarenta y cuatro años. 

Don Juan vivió mucho tiempo, tuvo una larga vida. Le sucedió en el cacicazgo de Coyoacán su hijo Felipe de Guzmán Ixtolinque, quien murió, en 1573, a los cuatro años de ejercer la gubernatura.

Antes de pasar a mejor vida, cumplió con los deseos de su padre de entregar a la orden carmelita parte del terreno de una huerta situada junto a Chimalistac, donde se encontraba, en su límite con San Jacinto, una ermita dedicada a San Felipe.

sábado, 29 de agosto de 2015

EL CALLEJÓN DE LOS PERROS



En Zacatecas, hace ya muchos años, vivía una señora a la que apodaban Cajón de Reales, ya que cuando se refería a sus riquezas ella respondía: -“¡Sólo tengo un cajoncito de reales donde guardo el dinero para mantener a mis perritos!”-

Pues doña Nicolasa Rojas tenía en su casa muchos y variados perros. La señora era una usurera, una prestamista que vivía en la mejor calle de unos de los barrios de Zacatecas, situado cerca de la estación de ferrocarril.

Su casa se encontraba muy protegida, pues doña Nicolasa les temía a los ladrones; de ahí que tuviera tantos perros y una gruesa puerta de madera con tranca.

Nadie la quería en el barrio, pues aparte de prestamista traficaba con joyas robadas.

En cierta ocasión llegaron a la ciudad unos titiriteros y pusieron su teatrito en la Plazuela de Carretas.

Los artistas eran dos hombres y dos mujeres comandados por un jefe negro.

Doña Nicolasa no se perdía función, iba todas las noches a la carpa. Al regresar a su casa la acompañaba el negro del cual se había hecho muy amiga.

Una noche en que cenaba con la troupe fue vista por varios vecinos. Al día siguiente corrió la noticia de que el Santuario de Nuestra Señora del Patrocinio de la Bufa había sido robado. La policía no encontró a los ladrones.

Pasaron muchos días. Los vecinos de la casa de doña Nicolasa oían que los perros aullaban demasiado y dieron aviso a las autoridades.

Cuando éstas llegaron y abrieron la casa encontraron a Doña Cajón de Reales devorada por los canes.

Encontraron en un gran cajón parte de las joyas y las vestimentas de los santos que fueran robadas en el Santuario.

Todo el mundo atribuyó el robo a la mujer y a los titiriteros que habían quitado su carpa y desaparecido sigilosamente.

El hecho de que devoraran a la mujer sus propios perros, fue considerado como un castigo divino por su participación en el robo, pues los empleados del rastro se habían olvidado por completo de entregar a la dama la carne necesaria para alimentar a los perros, como era costumbre.

Desde entonces, la calle donde vivió Doña Cajón se llamó El Callejón de los Perros.

viernes, 28 de agosto de 2015

LOS DIOSES ANCIANOS


Los mayas representaron simbólicamente al tiempo, Kinh, y al Sol, Ak Kin o Kinich Ahu,  por medio  de una figura humana con rasgos de  anciano.

Así, la máxima deidad, el Sol, representaba a un anciano. El dios Sol estaba vinculado con Itzamná, el dios más importante del panteón maya, quien fuera un anciano creador del universo.

Aunque también solíase representarlo como un animal fantástico, una mezcla de serpiente, cocodrilo y lagarto, con pezuñas y cuernos de venado.

Desde su residencia en el Cielo, Itzamná dirigía al cosmos sentado en una banda astronómica, ya que fue uno de los dioses que dibujaron las constelaciones. Itzamná fue el primer sacerdote de la cultura maya, a quien se debe la invención de la escritura y de los códices; de las ciencias y de los conocimientos.

Creó a los hombres y al Mayab, el lugar donde debían residir; es por tanto el símbolo del Creador. En su faceta humana, Itzamná recibió el nombre de Zamná, gran sacerdote maya llegado con los clanes de Bacalar, los posteriores itzáes, para establecer Chichén Itzá.

Los antepasados, los moradores antiguos del mundo, fueron también ancianos, se llamaron los k’ilis kah in yum.

Estos los ancianos son considerados como los primeros seres que existieron sobre la Tierra, y como los continuadores de la vida humana.

El Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, nos relata lo que decían los k’ilis:

¿Cómo haremos para formar otros seres que de veras sean superiores y sepan oír, hablar, comprender lo que dicen, nos evoquen y sepan lo que somos y lo que siempre seremos en el tiempo?


En la primera creación del mundo estuvieron los kinh; en la segunda, los abuelos que fueran creados por los kinh; en la tercera, los humanos surgieron de los abuelos. El anciano brujo sagrado, Ank’in Chilam Balam profetizó, en fecha 11 ahua katum, la llegada de los conquistadores españoles, y  expreso ahogado de sufrimiento:

¡Ay, entristezcámonos porque llegaron! Ay de Itzá, brujo del Agua, que vienen los cobardes blancos del Cielo, los blancos hijos del Cielo… sólo de pecado se hablará, sólo de pecado será su enseñanza… Tendréis exceso de dolor y exceso de miseria.

Entonces, vaticinó que cuando llegaran los hombres blancos, los ancianos morirían y se terminarían los linajes mayas, tal cual aconteció en la historia.

Por tanto, los ancianos en la cultura maya se consideraban como transmisores de la sabiduría y profetas excelentes.

jueves, 27 de agosto de 2015

EL HAMNEK



Cuenta la tradición oral de los indígenas huastecos de San Luis Potosí, quienes se autodenominan teenek, que existe un insecto llamado hamnek que tiene los pies, la cabeza y las manos de hombre.

Es tan fatal este bicho que cuando pasa cerca de una persona emite un zumbido e, inmediatamente, ésta muera, ya que se enferma de “mal aire”, pues el vaho nocivo del insecto penetra en los humanos, y aún en los animales, y les ocasiona serias enfermedades estomacales, nerviosas y respiratorias que causan la muerte.

Otro tipo de hamnek lo ejemplificamos con la siguiente leyenda. Gabriel era un joven huasteco de dieciocho años que trabajaba en la milpa junto con su padre y sus hermanos.

Trabajaba mucho, casi de sol a sol, pero como era fuerte resistía las jornadas de labor.

Por la tarde, al terminar con sus quehaceres campesinos, solía juntarse con sus amigos a platicar de todo lo que se les ocurría.

Se acostaba contento, pero al otro día se levantaba con muchos dolores de cuerpo, que no sabía a qué atribuir, pues a pesar de las duras jornadas siempre se había levantado bien dispuesto y saludable. Hacía tres meses que soportaba tales dolores matinales.

No sabía a qué atribuir la causa.

En cierta ocasión, cuando todos se encontraban dormidos dentro de la casita en que vivía, Carlos, uno de sus hermanos, se despertó y por poco y se muere de susto por lo que vio.

En su cama Gabriel empezó a desmembrarse: sus manos, su cabeza, sus pies, los codos, las rodillas y las piernas volaban por todas partes del cuarto, solamente su estómago se encontraba solito respirando sobre la cama.

En seguida, Carlos despertó a sus padres para que vieran lo que le acontecía a Gabriel.

Al verlo, los padres quedaron consternados y se dieron cuenta que lo que padecía el hijo descoyuntado era el temido hamnek que solamente ataca a los jóvenes solteros y solteras huastecos, las partes del cuerpo voladoras son las que reciben el nombre de hamnek.

Todas las partes desmembradas del chico afectado salieron por la ventana, y no regresaron sino hasta las cuatro de la mañana.

Cuando Gabriel se despertó, se habían unido nuevamente.

Al otro día, los padres le dijeron a Gabriel lo que habían visto por la noche, y le informaron que debía casarse, pues era la única solución posible para terminar con tal fenómeno; de no hacerlo así el hamnek seguirá produciéndose y provocaría la misma enfermedad.

Una semana después, Gabriel contrajo matrimonio con Clotilde, la hija de su padrino Juan Antonio. ¡Santo remedio¡ el chico nunca más volvió a desmembrarse ni sus partes corporales se convirtieron en el temido hamnek.

miércoles, 26 de agosto de 2015

EL ORIGEN DE LA LLUVIA



En tiempos antiguos, la región yaqui se quedó sin agua. Los indios sufrían una tremenda sed que los devastaba.

Los ojos de agua estaban secos, se excavaron pozos sin resultado. Espantados, los chamanes decidieron  enviar un mensaje a Yuku, el dios de la lluvia, por medio de  Gorrión.

El ave fue directo a ver a Yuku; después de saludarlo de parte de los ocho pueblos indios le dijo: - Me ordenaron que te pidiera el favor de la lluvia. Yuku respondió: -Con gusto. Vete sin preocupación y dile a los chamanes que habrá lluvia. 

Gorrión descendió a la Tierra apresuradamente, pero antes de llegar vio que el mundo estaba lleno de nubes y los rayos caían inclementes. La lluvia mató a Gorrión y el agua nunca llegó a la Tierra.

Viendo que  Gorrión no regresaba, los yaquis ordenaron a Golondrina realizar la misma misión. Golondrina voló hacia el dios de la lluvia, suplicándole de parte de los chamanes que les enviara un poco de agua. Yuku le respondió de buen humor: -Ve sin preocupación con tus jefes. Atrás de ti llegará la lluvia. 

Golondrina voló de regreso, pero al igual que  Gorrión, fue destruida por el rayo y la lluvia. Ni ella ni una sola gota de agua llegaron a la tierra yaqui.

Los líderes de la tribu, desesperados, no sabían a quien enviar hasta que se acordaron de Bobok, el Sapo, que se encontraba en la laguna llamada Bahkwam.

Le dijeron que fuera a una junta a un lugar cercano a reunirse con los líderes principales de los ocho pueblos. Bobok se presentó y le dijeron: -Debes ir con el dios de la lluvia y rogar por que nos envíe el agua. -Muy bien, dijo el sapo, mañana salgo de viaje para conseguir el agua. Regresó a Bahkwam y visitó a un amigo mago que le proporcionó unas alas de murciélago.

Al día siguiente, Bobok voló hacia las nubes,  encontró a Yuku y le dijo: -Señor, no trate tan mal a los yaquis. Envíeles un poco de agua para beber porque mueren de sed. El dios aceptó: -No te preocupes, la lluvia te seguirá de aprisa.

Bobok fingió partir, pero se metió bajo la puerta de la casa del dios. El cielo se nubló, se vieron rayos, se oyeron truenos y comenzó a llover. Sapo, ahora con alas, subió más arriba que la lluvia que lo quería matar. -¡Kowak, kowak, kowak! Croó Bobok.

 La lluvia, al escuchar a Sapo, volvió a caer.  Sapo dejó de cantar y la lluvia, pensando que Bobok estaba muerto, cesó otra vez. Entonces, Bobok empezó a croar de nuevo, yendo desde la lluvia hacia la Tierra.

Al fin, la lluvia llegó hasta la región yaqui en su búsqueda por matar a Sapo. Bobok, satisfecho de su obra, regresó a la laguna Bahkwam y devolvió las alas a su dueño.

martes, 25 de agosto de 2015

EL ORIGEN DE LOS JICOS



Cuenta una leyenda de Nuevo León que hace muchísimo tiempo una muchacha huachichil iba por el campo juntando frutas para sobrevivir el largo invierno que se acercaba.

Se encontraba embarazada, pero no temía que el parto la sorprendiese sola y en pleno campo ya que, como muchas mujeres de su grupo, era capaz de dar a luz sin ayuda.

De pronto, la joven vio unos jicos de tuna; es decir, dos tunas pegadas como puede ocurrir con cualquier fruto o planta, cuando alguien se encuentra con este fenómeno de frutas cuates, la costumbre dicta que se debe regalar uno de los frutos a alguna persona, un amigo por ejemplo, quien debe hacer harina y con ella un dulce, ritual por medio del cual ambos devienen compadres.

Así pues, la joven tomó una vara y trato de bajar los jicos de tuna, no pudo hacerlo y decidió bajarlos con la mano.

Pero con la torpeza propia de su embarazo, la muchacha se cayó en la nopalera, en la cual permaneció medio muerta de frío y muy malherida, pues nadie la socorrió.

Ahí pasó toda la noche, hasta que al día siguiente unos cazadores la encontraron y la llevaron hasta su comunidad, a su casa, en donde no se encontraba el esposo ya que andaba de cacería.

La mujer tenía en la mano las tunas jico. Ya muy grave, la chica dio a luz a dos niños, a dos gemelos, hecho que nunca había sucedido en el pueblo huachichil. Las personas del pueblo esperaban que el marido regresara pronto para ver qué se hacía con los pequeños recién nacidos, los cuales momentáneamente habían sido entregados a dos mujeres para que les amamantaran.

Sin embargo, el padre de los gemelos nunca regresó ni se supo qué le había pasado. Mientras tanto, en la comunidad había guerra, y los huachichiles peleaban contra los xi’oi, los pames.

Para proteger a las mujeres y a los niños, los jefes los llevaron a sitios apartados y distantes unos de otros. Por tal motivo, las mujeres que criaban a los niñitos cuates quedaron separadas.  Pasada la guerra se formaron tres grupos de huachichiles.

Tiempo después, los dirigentes de los tres clanes decidieron unirse en un solo grupo, a fin de fortalecerse ante el ataque de otros indígenas.

Para que la unión fuese sólida el jefe de uno de los clanes ofreció en matrimonio a sus dos hijas para que se casasen con dos guerreros de otro de los grupos huachichiles.

Como había mucha competencia, se decidió que las muchachas se desposarían con los jóvenes que llevasen las mejores ofrendas. Todos los pretendientes partieron en busca de los mejores regalos.

Al tercer día, los candidatos presentaron sus obsequios al padre de las doncellas.

Al verlos no dudo, y escogió a dos jóvenes que habían traído, separadamente y sin habérselo propuesto, dos jicos de tunas, los cuales eran muy difíciles de encontrar.

De esta manera los hijos de la joven huachichil que encontrara los primeros jicos de tuna, volvieron a encontrarse, para ya nunca más separarse.

De ahí nació el aprecio que se da a los jicos en el estado de Nuevo León.

lunes, 24 de agosto de 2015

LA CONQUISTA ESPAÑOLA SEGÚN LOS YAQUIS



Hace muchas centurias, en el antiguo territorio yaqui llamado Suré, vivían los indios surem, hijos de la Mujer Grande, Yomumuli, diosa que había creado también a los pimas, los ópatas y los seris aparte de los surem.

Ninguna de estas tribus conocía la agricultura y se alimentaban de los dones que les enviaba el Dios Supremo, Itom Achai.

En el centro de Suré crecía un árbol, muy grande y muy delgado, que tenía la capacidad de hablar.

Pero hablaba de manera muy particular, ya que de su tronco salía un ruido parecido al zumbido de las abejas.

Aunque entre los surem había gente muy sabia, nadie entendía lo que el Árbol decía.

La única que comprendía su habla era Yomumuli. 

Un día el árbol habló más fuerte y la diosa tradujo el mensaje que  indicaba a los surem la manera adecuada y recta de vivir.

A los animales el Árbol Sagrado les dijo cuáles se alimentarían cazando a otros animales y cuáles debían alimentarse con hierbas.

La Mujer Grande tembló cuando tradujo el final del mensaje, pues el Árbol anunciaba a los indios que pronto llegarían a sus tierras hombres conquistadores y un dios llamado Jesucristo que los bautizaría y sometería a su religión.

Yomumuli no estaba de acuerdo ni creía lo dicho por el Árbol Sagrado, ni tampoco los surem, quienes pensaban que todo era un invento de la diosa, pues era increíble que llegaran capitanes extranjeros, los conquistaran, y recibieran eso que el Árbol llamaba bautizo.

Muy enojada, la Mujer Grande decidió que ya nunca más escucharía al Árbol, pues no le creía ni estaba de acuerdo con lo que decía.

Así pues, tomó al río, lo enrolló, se lo colocó bajo el brazo, y se fue hacía las nubes del norte. Antes de partir, Yomumuli dejó un jefe indio para que vigilara lo que pasaba en cada una de las colinas que formaban el territorio  Suré.

Casi nadie en la comunidad estaba de contento con las noticias enviadas por el dios supremo, ni las personas ni los jefes, por eso muchos espantados indios huyeron hacia las montañas y hacia el mar.

Pero como siempre sucede a algunos surem si les agradó la perspectiva de conocer extranjeros conquistadores y a un nuevo dios, y se quedaron en sus tierras a esperar.

En su espera se multiplicaron y devinieron lo que hoy conocemos como los  yaquis.

Cuando los españoles conquistadores llegaron ¡muy cara les costó su curiosidad a los indios!

domingo, 23 de agosto de 2015

EL PECADO DE XOCHIQUÉTZAL



En la parte más alta de los Trece Cielos existió un hermoso lugar llamado Tamoanchán, La Casa del Descenso, donde habían nacido todos los dioses debido a la gracia de Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl. En ese mismo sitio paradisíaco se encontraba Xochitlicacan, El Lugar Donde Crecen Las Flores, donde habitaba la hermosa diosa Xochiquétzal, Flor de Quetzal, junto a su esposo el dios Centéotl.

La diosa de la belleza y del amor vivía sumamente vigilada y nadie podía verla, tan solo las personas que estaban a su servicio que eran enanos y jorobados, quienes tenían como tarea principal entretenerla con música, cantos y bailes, y llevar sus mensajes, en caso de que Xochiquétzal desease comunicarse con alguno de los dioses que moraban en Tamoanchán.

Los días de la joven pasaban tranquilamente dedicados, en su mayoría, a tejer en el telar de cintura exquisitas y suaves telas para sus huipiles.

En Tamoanchán había un árbol sagrado pleno de flores. Nadie podía tocar ninguna de tales flores, so pena de convertirse en un enamorado de la diosa. Un día en que Xochiquétzal estaba tejiendo, llegó hasta ella el dios Tezcatlipoca transformado en un hermoso y colorido pájaro y se atrevió a cortar una flor del árbol.

El dios, con artimañas y de mala manera, la sedujo. Se había transgredido la prohibición de tomar las flores del árbol sagrado.

El árbol, al sentir que le habían arrancado una blanca flor,  se partió por la mitad y se puso a sangrar. Cuando la pareja de dioses supremos Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, se enteraron del pecado cometido por Xochiquétzal y Tezcatlipoca, los expulsaron de Tamoanchán, junto a todos los dioses que ahí vivían. Unos se fueron a la Tierra y otros al Inframundo.

Xochiquétzal se convirtió en Tlazoltéotl, la diosa de los adúlteros y de las inmundicias, y Tezcatlipoca devino Huehuecóyotl, Coyote Viejo, dios de la danza y el canto.

viernes, 21 de agosto de 2015

EL LLANTO DE LA SERPIENTE



Cuenta la leyenda que había dos jovencitas enamoradas del hijo del cacique Tenderí, pero solo una correspondida, la princesa de Jalata. 

La mujer desdichada se juntó con otras tres amigas para conquistar al hijo del cacique.

Y en busca de fortuna visitaron a una adivina quien les dijo que arriba en la montaña ubicada donde ahora es la laguna de Masaya, vivía una serpiente que mantenía encantado al hijo del cacique y mientras la serpiente viviera, el amor del joven nunca sería de otra mujer.

Para lo cual tenían que amarrar a la serpiente en el tronco de un árbol de Guácimo con los cabellos de las cuatro mujeres hasta que la serpiente muriera y se rompiera el encanto.

Una vez amarrada, la serpiente comenzó a llorar y llorar pero nunca murió y fue tanto su llanto que sus lágrimas formaron lo que hoy es la laguna de Masaya.

jueves, 20 de agosto de 2015

EL DIABLO DE TIERRA CALIENTE



Cuenta una leyenda de Tierra Caliente que en el fondo de todas las barrancas vive el Demonio siempre vigilado por San Pedro, para evitar que pueda salirse de ahí y emprenda su trabajo de ocasionarle daños a las personas, pues es muy efecto a ello, lo cual ha ocasionado muchos accidentes en la carretera que va de Uruapan a Apatzingan en el estado de Michoacán. El Chamuco escogió esa zona porque es tan caliente que se siente como en su casa: el Averno.

Debido a tantas maldades y daños que hacía el Diablo, un buen día San Pedro quiso darle un buen escarmiento y emprendió su búsqueda  por todas las barrancas hasta que le encontró y empezó a perseguirlo sin tregua. El Demonio, al verse acechado, empezó a correr por todas las barrancas cercanas a Lombardía, hasta que se vio atrapado en una de ellas. Al darse cuenta donde se encontraba su enemigo, San Pedro saltó a la barranca, y al saltar la huella de sus sandalias quedaron grabadas en una especie de barda natural que se encontraba al borde de la barranca. Desde entonces, se puede ver la al pasar por la carretera a un costado del puente situado a la salida de Lombardía.

Como el Chamuco no puede salir de la barranca, sumamente enojado gusta de lanzar por la boca unas tremendas llamaradas que ocasionan el calor insoportable de la región. Hay veces  que la llamarada es tan potente y el calor tan terrible, que los autos que pasan por la carretera se queman. Muchas personas que han visto las llamaradas que arroja el Diablo, aseguran que en ellas puede verse su cara espantosa, sobre todo por la noche; es tan insoportable y terrible el espectáculo que las personas llegan a perder el sentido, e incluso a morir.

El malvado Demonio le juró a San Pedro que en represalia por encontrarse atrapado en la barranca, no descansaría de provocar fuego y calor hasta que toda la región se quede completamente seca y yerma.

martes, 18 de agosto de 2015

LOS ZIDAHMU



Los Zidahmu, seres sobrenaturales del más allá, son amigos de los curanderos otomíes y de las personas que tienen la mala suerte de caer enfermos.

Los curanderos los invocan para que les enseñen el camino correcto que deben seguir para efectuar sus curaciones con éxito durante los ritos.

En agradecimiento a la ayuda proporcionada por los Zidahmu, los curanderos les ponen una ofrenda. Los Zidahmu se representan por medio de las “antiguas”, como llaman a los ídolos prehispánicos, o por las imágenes de los santos católicos que todos conocemos. 

Para comunicarse con las “antiguas” se realizan cantos de origen muy lejano en el tiempo, y para contactarse con los santos se efectúan rezos católicos.

Para llevar a cabo las curaciones, a las “antiguas” se les ofrendan comida y papel amate recortado que simbolizan al saki, la fuerza vital de la existencia humana; es decir, el alma.

Las figuras de papel amate, que representan a las divinidades indígenas, deben ser activadas por el chamán sahumándolas con copal y echando sobre ellas un poco de sangre.

Una vez preparadas, el curandero puede utilizarlas y hacer que cumplan sus órdenes para que les ayuden a curar al enfermo.

Las imágenes sagradas de papel, se colocan en las paredes de las casas para proteger a sus ocupantes contra las enfermedades y los maleficios.



EL CERRO DEL TECOLOTE



En el siglo XII llegaron a la región de Zacapu los purépecha guiados por Iré-Ticatame.

Al caudillo le gustó mucho el lugar y decidió asentarse en tan hermoso sitio. Construyó un templo para que en él se adorara a Curicaveri, el dios tutelar del grupo.

Poco después, ofreció su amistad y apoyo al cacique de Naránxhan, llamado Zirán-Zirán, siempre y cuando llevasen leña, regularmente, al templo de Curicaveri para hacer el fuego sagrado en su honor.

Zirán accedió y le ofreció a Iré-Ticatame su hija, Pisperama, Flor de Maravilla, para que la esposase.

De la unión nació Sicuir-Achá, El Señor Vestido de Pieles.

Pasado un tiempo, Iré- Ticatame encontró a su hijo elaborando una flecha para dar muerte a los de Naránxhan, porque habían robado los venados sagrados que el joven había cazado como tributo a los dioses.

De pronto, los de Naránxhan atacaron al padre y al hijo y huyeron rápidamente. Poco después, los transgresores sorprendieron a Iré-Ticátame para matarlo.

El caltzontzin se defendió solo contra muchos de los enemigos utilizando las flechas sagradas que le habían otorgado los dioses.

Eran muchos los vengativos enemigos y el valiente guerrero cayó muerto.

Cuando Pisperama se enteró de la muerte de su esposo, lo colocó sobre un altar preparado ex profeso, cubrió su cuerpo con flores y con las flechas sagradas formó una pira y la encendió.

La pira con el cadáver y las flores creció de tal manera que formó un enorme cerro, que con el fuego de la pira del valeroso guerrero se convirtió en el volcán más grande de Zacapu – que hoy conocemos con el nombre de Cerro de El Tecolote- que constantemente arrojaba fuego desde sus entrañas.

Sucuir-Achá, el hijo, se puso tan furioso por el asesinato de su padre que acabó con todos los de Naránxhan, hecho que aplacó la terrible ira del volcán y tranquilamente se durmió.

Desde entonces Iré-Ticátame, vigila a su amado pueblo que habita el Tzacapu elegido por el dios Curicaveri, convertido en un bello volcán de tres mil cinco metros de altura.

lunes, 17 de agosto de 2015

EL NIÑO MILAGROSO DE TLAXCALA



El Santo Niño Milagroso de Tlaxcala, el más pequeño de los estados del México representa una de las figuras más importantes de las tradiciones religiosas y artesanales de nuestra imaginería popular. La tradición oral nos cuenta que en los primeros años del siglo XX, un humilde artesano que vivía en la ciudad de Tlaxcala trabajaba en la talla imágenes religiosas que elaboraba en madera de ayacahuite, para ganarse la vida y poder alimentar a su esposa y prole.
Pero como el artesano no era muy artista ni contaba con mucha creatividad, las imágenes que tallaba no eran de buena calidad, sino bastantes toscas, y un tanto cuanto ingenuas.
La familia del artesano se encargaba de vender la producción recorriendo a pie las calles de la ciudad de Tlaxcala.
Un día del mes de junio de 1913, en su recorrido diario los vendedores pasaron delante de la casa de la familia Anzures, de buenos recursos y pudiente. Al oír los pregones, la señora Anzures salió a la calle y les compró una escultura del Niño Jesús, aun cuando no le hacía mucha falta, pues tan sólo trataba de ayudar a la esposa y los hijos del artesano.
Sin embargo, Concepción, Conchita como se la llamaba de cariño, la más dulce y bonita de las hijas de los Anzures, quedó fascinada con la imagen del Niño Jesús. Le gustó tanto que enseguida la tomó en sus brazos, y le otorgó su eterna devoción.
Cuando llegó el 23 de diciembre, Conchita colocó al Santo Niñito en el pesebre del “nacimiento”, como es costumbres entre los católicos de México. Tiempo después, el día 2 de febrero dedicado a la Virgen de la Candelaria y a la festividad de la Presentación del Señor, día ritual en que se “viste” al Niño Dios, y se le levanta del belén para arrullarlo y llevarlo a bendecir a la iglesia, la familia Anzures atavió a la imagen con un hermoso ropón de color azul celeste, y gorrito y zapatitos a juego tejidos con estambre. Conchita fue la encargada de “levantarlo”.
En el momento en que realizaba tal acción, sintió que el Niño se movía en sus brazos.
Aunque la muchacha pensó que todo era producto de su imaginación, lo comentó a las personas invitadas a la celebración de la “tamalada” que se encontraban con ella y su familia.
Intrigados todos los participantes se acercaron a mirar a la imagen y, efectivamente, se dieron cuenta de que se movía ligeramente.
Ante tan maravilloso acontecimiento, se pusieron a rezar  novenarios y le dedicaron triduos celebraciones religiosas que duran tres días al Niño Jesús.
Como es de suponer, tal milagro fue conocido por la población. La fama del Niño prodigioso se extendió por la ciudad, por lo que todos los días llegaban a la casa de los Anzures devotos a pedirle favores al dios o a agradecerle los recibidos. Ante esta circunstancia, la familia decidió donar la imagen a la iglesia para que el Santo Niño Milagroso tuviera un lugar adecuado donde fuera adorado.
El obispo de Tlaxcala, el 26 de febrero de 1914 envío una carta al cura de la iglesia para que pusiera la imagen del Niño en un nicho cerrado bajo llave, el cual no debía abrirse sin una orden expresa del obispo en cuestión. 
La Parroquia que albergó la imagen fue construida en el siglo XVI. Su fachada corresponde al estilo Barroco Palafoxiano; su interior es Neoclásico del XIX. Cuenta con una capilla barroca donde se encuentra una imagen de la Virgen de Guadalupe trabajada con trozos de conchas marinas.
En otra capilla, también de estilo barroco, se puede ver al Santo Niño Milagroso, protector de los niños recién nacidos, los no natos, y las mujeres embarazadas con problemas de alto riesgo.
El Santo Niño Milagrosos de Tlaxcala llevó al cabo numerosos milagros. Por ejemplo, el 28 de febrero de 1934, una mujer fue herida de gravedad por una pistola, lo cual le provocó una severa hemorragia interna. Su casa estaba en un poblado donde no había médico ni nadie que pudiera auxiliarla.
Sus hijos, enloquecidos de angustia, lloraban y rezaban al Niño Milagroso. Uno de sus hijos decidió ir a la ciudad de Tlaxcala, para buscar un médico que pudiese salvarle la vida. Encontró a un doctor que acudió prestamente a la casa de la mujer herida.
Al revisarla, el médico comunicó al angustiado esposo que no había nada que hacer, la muerte era inminente. Pero la familia no perdió la fe. Esposo e hijos se pusieron a rezar y a rogarle al Niño Milagroso que la salvara. Cuatro días después, la mujer estaba completamente restablecida. Al otro día, la familia en pleno acudió a la iglesia para dar gracias al Niño por tan maravilloso milagro.
Otro milagro que se le atribuye se produjo cuando una señora que estaba muy enferma de paperas acudió al templo de San José, y le pidió al cura que le pasara la imagen sobre las partes inflamadas. El padre aceptó y, poco después, la mujer se curó del mal que la aquejaba.
La fiesta del Santo Niño Milagroso de Tlaxcala se celebra el 14 de febrero. Los fieles acuden a la Parroquia de San José a rezar, adorarlo, llevarle flores, dulces y juguetitos para que se divierta y siga ayudando a los sufridos mortales. 
Una de las oraciones del  Niño Milagroso es la siguiente:
Niño Divino, Niño Milagroso, sé siempre mi amparo, cuida mi camino; Tú que los presos sacas de dura prisión, haz que sea preso, dame tu protección; cúrame niñito; si me sucediera una desgracia o algo me llegara a pasar,
¡Oh, Niño Milagroso! Tú me has de salvar. Un enfermo grave pronto sana. De ti me despido, Niño Adorado; todos mis apuros dejo a tu cuidado. 

AMÉN