martes, 10 de noviembre de 2015

LA MONJA



Tenía yo como unos ocho años cuando estaba en el Liceo de Niñas de Guadalajara, Jalisco.

A un grupo de niñas premiadas de la escuela por ser aplicadas, lo llevaron al cine, yo estaba entre ellas porque era muy buena estudiante.

Cuando regresamos del cine al Liceo, entramos a un salón de clases que era muy grande, había bancas, un pizarrón enorme y un piano para estudiar.

Era un salón que yo no conocía, porque estaba en una parte nueva de la escuela. Como yo era la más chiquita de todas las niñas entré primero al salón.

De repente, vi a una persona que se desprendía de un rincón: toda vestida de negro, con un aura blanca alrededor; las manos, luminosas, sobre el pecho, como si tuviera fuego en ellas, algo le brillaba en las manos. 

Yo me la quedé viendo y exclamé:

– ¡Madre, madre, aquí está una monja!

Entonces, aquella mujer se acercó al pizarrón que era de tripié, y cruzando los brazos sobre el pecho, empezó a gritar:

– ¡Elisa, sálvame!

Era un grito muy ahogado, yo lo oí, y lo oyeron otras dos o tres niñas que estaban cerca de mí. Yo me asusté mucho, porque el grito fue donde yo no lo esperaba, y menos que me gritara, que me gritara a mí pues ese es mi nombre:

– ¡Elisa, sálvame!

Entonces, empecé a dar de gritos, y quise corre hacia las bancas. Todas las otras niñas se asustaron. Llegó la profesora, y en lo que encendieron las luces ya no había nadie; pero encontraron la huella de unos pies descalzos.

A mí me llevaron en un grito a la casa, rapidísimo desde el Liceo a la casa. Yo había gritado “madre” sin saber por qué, las del Liceo eran profesoras y no monjas.

Poco después un tío que se llamaba Juan Casillas,  nos dijo que esa parte de la escuela, donde estaba ese salón, la habían aumentado y que era parte de un antiguo convento, donde había monjas que empezaban desde muy chiquitas a vivir ahí, y nunca más salían.

Esa fue la historia que me sucedió, tal vez la monja que vi quería salir del encierro en que vivía, tal vez sus padres la forzaron a ser monja, quién sabe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario