El marqués
de Aguayo era el amo absoluto de la población de Mazapil en Zacatecas. Era muy
temido por todos por su crueldad y prepotencia. Este hombre amaba con adoración
a su hermosa esposa, a la que celaba en demasía. Razón por la cual ordenó a uno
de sus mozos que la siguiera a todas partes para confirmar que le era infiel.
Al poco tiempo el marqués se enteró de que, efectivamente su esposa lo engañaba
con unos de los mozos de la hacienda, con el que se veía cuando el marido salía
de viaje debido a sus negocios.
Al
enterarse de la infidelidad el marido quiso matarla en el acto, pero se lo
pensó dos veces y planeó su venganza. Pronto sería el cumpleaños de la
adúltera, y pensó en realizarle dos fiestas al mismo tiempo. La una sería en su
Hacienda de los Patos, la otra en el Real de Mazapil, en su casona donde se
encontraría la mujer. Por los túneles secretos que comunicaban la Hacienda de
los Patos con Mazapil y con otras haciendas más, trasladó dinero y joyas hasta
la Hacienda de Bonanza, que también le pertenecía. Todo en el mayor secreto.
Después pensó en cómo le haría para estar al mismo tiempo en los Patos y en
Mazapil, pues ambos lugares quedaban muy lejos uno del otro. Entonces pensó en
poner en lugares estratégicos de los túneles a varios caballos, para poder
cambiar de cabalgadura y que los caballos se mantuvieran fuertes y con vigor
necesario.
El día de la fiesta el
marqués estaba en Los Patos celebrando a su esposa. Poco después se excusó de
los invitados alegando que se sentía un poco mal para poder irse a su recámara.
Se montó en uno de los caballos apostados previamente y partió a galope hacia
Mazapil. Entró en su habitación por una entrada secreta, y fue a la recámara de
su esposa para felicitarla y darle un abrazo. Juntos bajaron al salón donde se
llevaría al cabo la fiesta, pero antes llamó a un mozo para darle ciertas
instrucciones, quien por supuesto era el amante de la esposa. Al llegar el
criado le dijo donde le espera uno de sus compañeros y le hizo jurar que no
diría a nadie que se encontraba en Mazapil. El marqués le dio a la bella una
copa de champaña envenenada y la desdichada murió en el acto.
Enseguida, el asesino se
dirigió al túnel donde lo aguardaba el mozo traidor y otro más. Los mató a
ambos y se dirigió a caballo hacia la Hacienda de los Patos. A todos los mozos
y los caballos que estaban de relevó dentro del túnel los fue matando a sangre
fría. Al llegar, apareció en la fiesta como si nada. Nadie pudo culparlo de la
muerte de su esposa, pues todos los invitados juraron que no se había movido de
su sitio.
Un tiempo después el
marqués fortuitamente se enteró de que de su hermosa esposa nunca le había sido
infiel, que todo había sido una mera calumnia del mozo investigador porque
odiaba a su patrón y le tenía mucha envidia. Al enterarse, el cruel asesino se
volvió loco poco a poco, y se arrepintió de sus actos y de haber matado
injustamente a su esposa.
Se fue a vivir a una cueva donde murió sin que nadie
se diera cuenta, solo y abandonado.
El tesoro escondido en la Hacienda de
Bonanza nadie lo encontró nunca, por más que destruyeron la hacienda para
encontrarlo.
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