jueves, 28 de junio de 2018

LO QUE NO NOS MATA




En la vida se enfrentan momentos de mucho dolor en los que creemos morir, porque sentimos que no hay más razones de existir, más aún cuando eso que tanto nos hace sufrir, tiene que ver con el amor.


El decir adiós a alguien especial; el perder a ese ser que tanto supimos amar, el experimentar la traición o el desamor, o darnos cuenta que simplemente lo que había se acabó; son de las muchas situaciones que generan depresión, absorben las fuerzas humanas, y rompe en mil pedazos el corazón.

Cuando se entrega todo y al final nos damos cuenta que nos quedamos vacíos; porque simplemente nos dimos por entero y no recibimos nada; o quizás cuando habiéndonos acostumbrados a compartir cada día con ese ser que nos hacía ganarle la batalla a la rutina, nos llega el momento de separar los caminos y buscar por separados lo que nos depare el destino, llegamos a sumergirnos en la oscuridad sin poder ver nada claro, sin saber que sendero nuevo tomar.

En cada uno de esos instantes en que a pesar de sentirnos morir, si logramos vencer el dolor y no renunciar a vivir; habremos comprobado una vez más, que aquello que no nos mata, nos hace más fuerte y nos ayuda a superar

experiencias aún más difíciles que nos toque algún día enfrentar.


Ahí en esos momentos de tanto dolor, mientras miramos a nuestro alrededor, todo parece seguir igual, nada se detiene, el mundo no deja de girar; pero en nuestro interior, al contemplar como se ha quebrantado el alma, sabemos que algo debe cambiar, nada volverá a ser como antes, porque en ese proceso de sanar y reparar, habremos obtenido una nueva inmunidad que nos va haciendo más fuertes y nos ayuda a crecer y madurar.

Lo que no nos mata nos hace más fuertes, es lo que también sucede cuando le ganamos la batalla a la enfermedad, igualmente cuando somos bendecidos con un nuevo día que el Amigazo nos quiere regalar, para que hagamos realidad su sueño en cada uno de nosotros y la misión que nos supo confiar.

Ante la tristeza y la adversidad no debemos perder la esperanza de que todo eso tarde que temprano va a pasar, nada es para siempre, la noche no es eterna, la luz siempre vence la oscuridad; con Dios, aunque el dolor sigue siendo muy difícil de afrontar, su amor nos llena de fuerzas, nos hace invencibles y nada ni nadie nos puede derrotar; sin Dios todo pierde sentido, nos sentiremos vencidos y sin fuerzas ni ganas de luchar, por eso no podemos perder la fe ni
soltarnos de la mano de Aquel que con y por amor nos quiso salvar.

Lo que no nos mata, nos hace más fuertes… no nos dejemos vencer, hemos sido creados para ser felices y hacer nuestros sueños realidad; simplemente hay que luchar, levantarnos cada vez que caigamos, reparar el corazón, sanar el alma, no negarnos nunca la oportunidad de amar, cuando las cosas no nos salen como queremos, ahí en esos momentos en que la vida sorpresas nos da, cuando todo parece incierto, ante la perdida, la incertidumbre y la oscuridad; aún en la fragilidad, en esos instantes de miedo de darnos otra oportunidad; ahí, mientras intentamos aprender a empezar de nuevo, las veces que sea necesario intentarlo y volver a comenzar, tengamos siempre presente que el dolor asumido con paz no deforma sino que nos renueva, nos hace crecer y nos ayuda a nuestra vida transformar.


LÁZARO Y EL PERRO




Lázaro vivió en los inicios de la Nueva España. Era un mestizo a quien discriminaban tanto los españoles como los indígenas. Su madre había sido una bella indígena que había sido seducida por un soldado español, quien la había dejado en cuanto se enteró de que se encontraba embarazada.
El joven mestizo estaba perdidamente enamorado de una señorita española de muy buen ver, quien a su vez amaba a Lázaro con pasión. La relación amorosa que tenían los jóvenes la mantenían en secreto, ya que estaban ciertos de que tal amorío nunca sería permitido por los padres de la muchacha, quienes censuraban la mezcla de españolas con las castas que se formaron en la Colonia.
Así pasó cierto tiempo, sin que nadie se diera cuenta de los amores prohibidos, hasta que un día el padre de la chica los descubrió en pleno romance. Terriblemente enojado e indignado, el español juró que mataría a Lázaro por la ofensa que había infringido a su familia. Inmediatamente a la chica la internó en un convento. Y sin pérdida de tiempo, y acompañado por la traidora hermana del joven, acudió al Santo Oficio para denunciarlo de ser un brujo y de que con sus hechizos había seducido a su hija.
Ese mismo día por la tarde, Lázaro fue apresado por los inquisidores y llevado a los calabozos de la Inquisición. La sentencia no se hizo esperar, y a los pocos días el desgraciado mestizo fue sentenciado a morir en el garrote vil. A los pocos días de haber muerto Lázaro, por la Ciudad de México apareció un perro que a todos los habitantes asustaba por sus terroríficos aullidos. Empezó a decirse que las personas morían cuando dicho animal se les aparecía. Así que nadie quería salir de sus casas por las noches para no toparse con tan extraño animal.
Una noche, el perro entró en la casa de su hermana la cual se había casado con un hombre de mucho dinero. Al verlo, la mujer se asustó mucho pues se dio cuenta de que el perro se parecía muchísimo al hermano que había traicionado. De repente el perro se transformó en el fantasma de Lázaro y la hermana cayó de rodilla ante él pidiéndole perdón. Al ver que el perdón no acudía la mujer tomó un cuchillo y se lo clavó en el pecho. El marido, que había presenciado todo, se volvió loco y murió poco después.
El padre de la enamorada de Lázaro se enteró de lo acontecido y se asustó mucho, pues recordaba que era el causante de la muerte de Lázaro, y temía lo que pudiera hacerle el fantasma. Una tarde en que salía de una taberna, sintió que lo seguía alguien. Al llegar a la puerta de su casa se dio la vuelta y vio al fantasma de Lázaro frente a él, gritó y cayó muerto.
Cuando las autoridades del Santo Oficio se enteraron temieron por sus vidas y realizaron una misa para exonerar a Lázaro de toda culpa. Cuando se encontraban en la iglesia, se abrió la puerta y entraron dos espectros acompañados de un perro, Uno de ellos, Lázaro, pidió a los feligreses que no tuvieran miedo que tan solo quería que su cuerpo y el de su amada – quien había muerto al huir del convento- fueran enterrados cristianamente. Inmediatamente las figuras se desvanecieron, y solamente quedó el perro que llevó a las personas a la pobre cabaña donde había muerto su amada de tristeza y hambre. Una vez cumplida su tarea, el perro desapareció. La conseja popular dice que por ciertos rumbos de la ciudad se escuchan, por las noches, los terribles aullidos del perro.


martes, 26 de junio de 2018

¿CUANDO?




En muchos instantes de nuestra vida, nace de lo más hondo del ser, esa exclamación que expresa la angustia por la espera, el dolor por lo vivido, las ansias de llenar el vacío, encontrar lo que se había perdido; llegar a dónde se ha soñado, abrazar a los seres amados.

El tiempo se nos hace eterno mientras aguardamos que nos llegue el momento, hasta se derrumban los sueños al ver pasar los años y sentir que quizás no nos vendrá, lo que tanto hemos esperado.

¿Cuándo veré un poco de luz? Gritan las almas que experimentan en su vida oscuridad; ¿Cuándo encontraré la paz? Es el clamor de aquellos que viven en
angustia y soledad. ¿Cuándo podré realizar mis sueños; sino he hecho otra cosa más que luchar por ellos? ¿Cuándo encontraré lo que tanto he buscado? ¿Cuándo llegará lo que ha sido para mí tan esperado? ¿Cuándo se acabarán mis carencias? ¿Cuándo dejaré de perder para ganar? ¿Cuándo tendré un espacio para respirar y descansar? ¿Cuándo se sanarán las heridas? ¿Cuándo aprenderé a ver la vida desde otra expectativa? ¿Cuándo se acabarán las lágrimas derramadas por haber perdido o por tener decirle adiós a los que más he querido? ¿Cuándo llegará ese día en que los hogares no se destruyan y las familias dejen de pelear? ¿Cuándo se hará justicia? ¿Cuándo reinará la paz? ¿Cuándo se darán cuenta de sus errores, aquellos que en su ceguera espiritual, se alejan del camino y hacen mal? ¿Cuándo podremos caminar en libertad, sin ningún temor a que nos miren o nos vayan a juzgar? ¿Cuándo llegará ese cuando?

Hay cosas que pasan porque tienen que pasar; otras llegan cuando deben llegar, algunas más pronto, otras tardan más; pero todo tiene su momento; no somos dueños del tiempo, vivimos en él, simplemente debemos asumirlo intensamente con todo lo que nos trae, con aquello que nos quita y nos da; sin dejar de luchar, de soñar y trabajar por alcanzar eso que tanto anhelamos y buscamos lograr.

A veces la espera parece ser eterna, quizás porque es necesario que nos esforcemos un poco más, que se den ciclos para purificar y modelar nuestro interior, que se fortalezca el corazón en cada latido que lanza con fuerza por las ansias que le causa el anhelar algo y no poseerlo, simplemente luchar por ello, soñarlo y tener que esperar… O tal vez porque en ese proceso, muchas almas aprenderán cosas nuevas, se fortifican, crecerán. Por ello se nos pide estar siempre listos, preparados para lo que vendrá; sin perder nunca la fe ni la esperanza de que aquello que tanto deseamos, algún día nos llegará. NO es nuestro tiempo, todo sucede cuando tiene que pasar, hay un Dios que es amor, y es el único que sabe cómo, cuándo y dónde será… nuestra vida en sus manos está.

LAS MAZORCAS




Los indios huicholes decidieron un buen día que ya estaban cansados de comer siempre las mismas cosas, que por cierto no les agradaban mucho. Querían algo nuevo que pudiesen comer de muy diferentes maneras. Pero desconocían cuál sería ese alimento maravilloso. Sin embargo, en la tribu había un joven que había oído hablar del maíz y de que con este cereal podían prepararse muchos sabrosos platillos como los chilaquiles, el pozole, las gorditas… Y decidió ir en busca del maíz, que sabía se encontraba pasando una gran montaña. 
Un buen día salió de su casa por la mañana y emprendió el camino que lo conduciría atrás de la montaña. Cuando llevaba caminado un buen tramo, se encontró con una fila de hormigas que eran las encargadas de guardar las semillas de maíz. Sigilosamente, las siguió. Pero llegó un momento que  el joven se quedó dormido de cansancio. Mientras reposaba, las hormigas se comieron sus ropas y sólo le dejaron el arco y la flecha. Cuando nuestro héroe despertó, se percató de su desnudez y se puso muy triste lamentando su desgracia. En esas estaba, cuando llegó una pájara que se posó en las ramas de un árbol cercano. En seguida, el joven se dispuso a matar el ave. Ella se lo impidió al decirle que era la Madre del Maíz, y que quería invitarlo a la Casa del Maíz donde se guardaban los granos, porque quería que el tomase los que le hacían falta.
La pájara tenía cinco hermosas hijas que habitaban la Casa del Maíz. Se llamaban Mazorca Negra, Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Roja, y Mazorca Amarilla. El joven quedó prendado de Mazorca Azul, con la cual se casó, con la venia de la señora pájara. Juntos regresaron al pueblo y se pusieron a vivir en el teocalli comunal, ya que carecían de casa propia. Poco después, consiguieron una casa, que tenía la facultad mágica de llenarse de espigas de maíz continuamente que la embellecían extraordinariamente. Mazorca Azul, que era bondadosa con el pueblo, le regalaba a los pobladores parte de las mazorcas que aparecían. Un día, decidió enseñarle a su joven esposo, y a todos los hombres del poblado, a sembrar y cultivar el maíz; y a colocar alrededor de las milpas fuego para que los animales indeseables no se comiesen los sembradíos.
Una vez que Mazorca Azul transmitió sus conocimientos agrícolas a las personas, procedió a molerse a sí misma y se convirtió en un sabrosísimo atole que todos disfrutaron muy calientito, a más de que aprendieron a cocinar muchos y sabrosos platillos con los granos del maíz. Así ya nunca se quejaron de lo aburrido de su alimentación.


viernes, 22 de junio de 2018

EL HOMBRE SIN CABEZA




En la ciudad de Durango, en la década de los años cincuenta, vivía un trabajar ferroviario en un carro de ferrocarril. Trabajaba para el Ferrocarril Central Mexicano poniendo y cambiando las vías que se necesitaban por la parte del pueblo llamado Nazareno, ubicado en la Comarca Lagunera cera del río Aguanaval.
En una ocasión, nuestro hombre acudió a la fiesta que se daba por motivo de una boda. La fiesta empezaba temprano para durar todo el día. De tal manera que los padres de los novios estaban obligados a dar desayuno comida y cena a los invitados. Había comida y bebida al gusto y en abundancia.
El ferrocarrilero había sido invitado a la fiesta por ser amigo del novio, y en todo el día no había parado de comer y beber. Asimismo, bailó como un trompo desde la mañana hasta la noche. Se encontraba muy feliz en la reunión departiendo con sus amistades y agasajando a las mujeres que le gustaban.
Al llegar la noche, y aun cuando se encontraba bastante borracho, recordó que tenía la obligación de hacer el cambio de vía a la once, y aunque un poco molesto por tener que dejar la fiesta, decidió cumplir con sus obligaciones. Hizo el cambio que se requería y un poco cansado de tanto baile, decidió descansar por un rato mientras el tren llegaba al cambio y él se percataba de que todo iba bien en las vías. El tren debía pasar a las seis de la mañana.
Se recostó en el suelo y apoyó su cabeza en el riel para estar más cómodo. Como estaba bastante borracho el sueño lo venció y se quedó dormido. El tren pasó a la hora que le correspondía y le cortó la cabeza al pobre hombre que reposaba en la vía. Mientras tanto la fiesta seguía. La cabeza del ferrocarrilero quedó, sola, entre los durmientes.
A la media mañana del día, algunos invitados que se dirigían a sus casas se dieron cuenta de lo que había pasado. El Comisario Ejidal de Lerdo, dio aviso a las autoridades que recogieron el maltrecho cuerpo sin cabeza, a fin de entregarlo a sus familiares para ser enterrado cristianamente. Y así se hizo.
Sin embargo, a los pocos días, las personas empezaron a ver por las noches el fantasma del ferrocarrilero que caminaba por la vía sin cabeza, la cual lleva colgando de su mano derecha. Esta aparición sigue hasta el día de hoy. Dicen los que la ven que los ojos de la cabeza del hombre tienen un brillo aterrador cuando se encuentran con alguien. Desde entonces, muchas son las personas que han caído desmayadas del susto o que han sufrido serias enfermedades al ver al escalofriante Hombre sin Cabeza.


LO QUE NOS TOCÓ




Es común escuchar a mucha gente decir: "Esto no fue lo que elegí; fue lo que me tocó vivir"

Contemplo mucho de los rostros personas que encuentro por el camino, las que pasan de largo, esas que por cualquier razón llaman la atención y también las que transitan como desapercibidos; hay pobres y ricos, blancos y negros, altos y bajos, gordos y flacos, cada uno vive su realidad y cuando pienso de dónde viene esa diversidad, muchas veces concluyó, fue lo que les tocó vivir, ellos no lo eligieron así.

Nadie eligió lugar, color, familia, apariencia, raza, estatus o condición para nacer. Muchos soñaron en su vida hacer otras cosas muy distintas a las que les tocó ser y hacer; la solución ante esto no es resignarse, que suena como acomodarse, estancarse; sino por el contrario, aprender a amar la vida tal y como es.

Pienso en la inconformidad de la humanidad, hoy en día nadie está satisfecho con lo que es ni con lo que tiene, siempre hay algo que quieren cambiar o que consideran les ha de faltar; y ante la pregunta del por qué se sienten así, muchos han de responder: "yo no lo elegí, fue lo que me tocó vivir"

De ese sentirse insatisfechos, de todos esos vacíos que se crean por el desconcierto y la no aceptación de eso que les tocó vivir como su realidad, se llega a crecer sin motivaciones y pueden surgir acciones que más adelante pueden traer consecuencias irremediables, que hagan daño a sí mismo o a los demás; personas que matan o roban por el hambre o las carencias materiales, suicidios de aquellos que no aman la vida o no encuentran ante su realidad otra salida; abusos por la ambición, violencia como respuesta a violencia o que surge como venganza por lo que les tocó o simplemente amargura y decepción, baja autoestima y depresión.

¡Hay que aceptar la realidad! Es lo que muchos han de expresar, y a veces suena pesimista, porque hay quienes consideran que la realidad es todo lo malo que nos ha de pasar y que no podemos evadir ni cambia ¿Pero qué significa realmente? ser realistas es ser conscientes de aquellas cosas o situaciones que existen y que hay que asumir y enfrentar. Aceptar la realidad, no significa resignarse, cruzarse de brazos, martirizarse, auto compadecerse, acomodarse, estancarse, dejar todo pasar, es vivir cada día con lo que nos ha de traer; pero no simplemente porque que fue lo que nos tocó vivir y no hay nada más que hacer, sino, porque aunque hay cosas que no se pueden cambiar, sí las podemos transformar y renovar según como las hemos de ver, apropiarse, afrontar y superar; no como respuesta a la inconformidad o porque de ello dependa nuestra realización personal, sino porque hemos sido creados para ser felices y antes de pasar la vida pensando en lo que no tenemos o no queremos aceptar; es mejor concentrar nuestra atención y disfrutar todo lo que poseemos y que le da un valor a lo que somos, porque por algo Dios pensó en nosotros así tal cual y nos dio la vida como prueba de su inmenso amor, y a la vez para hacer en cada una de sus criaturas su sueño realidad.

Borremos de nuestra mente, boca y corazón la frase conformista y autocompasiva: "Fue lo que nos tocó" no dediquemos nuestra vida a pensar y a lamentarnos por aquello que nos hizo falta o por lo que no nos gustó; descubramos todo lo grande, bueno y maravilloso que tenemos, luchemos por superar las limitaciones que como seres humanos poseemos; no para ser más que los demás y arrasar con lo que por el camino hallemos, sino para trascender, superarnos, sentir que como hijos de Dios y poseedores de un toque de su perfección, podemos transformar y renovar el universo y hacer de él un mundo mejor.


martes, 19 de junio de 2018

CUANDO SE HABLA POR LA HERIDA




A veces no es la boca quien habla sino la herida que habita en el alma y expresa el dolor que siente en lo más profundo de su ser y su anhelo enorme de encontrar la calma.

Y pueden surgir palabras como espinas que se clavan en otros corazones, o un mutismo que es más doloroso y ensordecedor que el mismo tono rencoroso que manifiesta mil emociones.

Cuando habla la herida suele suceder que se dicen y hacen cosas sin querer, las palabras y acciones no tienen medida, ocasionan estragos, causan dolor y producen más heridas, que derrumban lo que se había construido y quebrantan la relación que por algún tiempo había existido.

Cuando es la herida la que habla, se puede llegar a perder el autocontrol, es el corazón quien domina a la razón; predomina más el sentir que el pensar; se pierde la fe en el sentimiento, se cierra una puerta que teme abrirse de nuevo de par en par.

Para sanar la herida, es necesario destapar; sacar el veneno que la invade, aunque duela remover todo lo que se guarda y acumula, y parezca imposible encontrar una medicina que sane y no deje cicatriz de aquello que dolió tanto que el corazón creyó morir.
Es bueno tener presente, antes de juzgar cualquier palabra o acción, que quizás quien actúa y habla no es la persona sino la herida que esconden en su interior; por lo que le hicieron o le negaron, por lo que le dieron o le quitaron, por la confianza que dio y le defraudaron.

Hay que aprender a contar hasta diez o cien, antes de hablar o actuar e intentar comprender a quien por la herida ha de hablar; es sano buscar la manera de poderse desahogar, sin atropellar ni dañar; sin deteriorar o destruir esa relación, causando así más heridas en otro corazón.

Si has de decir o hacer algo, trata de razonar y pensar, si estas hablando por lo que eres o por lo que has de experimentar; mira bien si tus palabras tienen miel o hiel, si aportan y construyen, o por el contrario, arrebatan y destruyen… Y si lo que necesitas es dejar hablar a la herida que hay en tu corazón, busca a alguien que realmente entienda tu razón… de este modo será más sano y podrás calmar tu dolor, sin causar más daño y experimentando la paz que viene del amor de Dios.

MALVERDE




A quien conocemos como Jesús Malverde, pero quien se llamaba en realidad Jesús Juárez Mazo, tenía el cabello y los ojos negros y tenía muchos epítetos: El Santo de los Narcos, El Ángel de los Pobres, El Bandido Generoso… Lo de Malverde le vino porque asaltaba en los verdes bosques y era un mal para los asaltados.  Malverde nació en Sinaloa en el año de 1870, y en cuanto pudo se dedicó a asaltar a los ricos en los Altos de Culiacán. Sus víctimas preferidas fueron los hacendados y gente adinerada como las familias de la Rocha, los Redo, los Tarazonas y otras más. Parte del dinero que obtenía de sus atracos se los daba a los pobres de Sinaloa. Parece ser que empezó con sus fechorías para vengar la muerte de sus padres que habían muerto en la miseria, a causa de los hacendados.
Antes de irse de ladrón, ejerció los oficios de albañil y de obrero de los ferrocarriles, trabajando en las vías del Ferrocarril Occidental de México y en el Ferrocarril Sud-Pacífico. Cuando ya se convirtió en un ladrón reconocido, el general porfirista Francisco Cañedo le puso precio a su cabeza. Después de una larga serie de robos, murió el 3 de mayo de 1909. De su captura y muerte existen varias versiones. Una de ellas afirma que lo agarró la policía y lo mató; otra nos cuenta que uno de sus cotlapaches lo traicionó para obtener el dinero que por él daban las autoridades; la tercera versión propone que en un enfrentamiento con la policía recibió una herida que se le gangrenó y lo llevó a la tumba.
Antes de morir y ya agonizando, le pidió a un compañero que lo delatara para cobrar el dinero que por él ofrecía el mencionado general y que ese dinero pasara a manos de los descamisados. Cuando murió se prohibió que lo enterraran y su cadáver quedó colgando de un árbol de mezquite, como ejemplo para aquellos que intentaran seguir sus pasos. Al caer su podrido cuerpo a tierra, los habitantes de Culiacán empezaron a cubrir su cuerpo de piedras que iban arrojando: es por ello que en sus ofrendas de flores y velas siempre se pueden encontrar piedras.
Tanto lo quisieron los pobres que lo convirtieron en santo, santo que por supuesto no reconoce la Iglesia Católica. Su culto se fue extendiendo fuera de Sinaloa a otros estados del país. Se le venera en varias capillas sitas en Culiacán, Tijuana, Chihuahua, la Ciudad de México, y aun en Colombia y Los Ángeles, en Estados Unidos. Como no está reconocido oficialmente como santo, se le suele llamar “ánima”. Su culto tiene mucho de la tradición católica, como por ejemplo la celebración de novenas, y los rezos que se le dedican para obtener milagros y curaciones. Puede decirse que Malverde es el santo de los emigrantes que van a los Estados Unidos, de los narcotraficantes, de los pobres encarcelados injustamente o no, y el patrono de las causas perdidas.
Cuauhtémoc Villa Toledo, escritor oriundo de Sinaloa, escribió una oración a Malverde que se ha hecho famosa, la cual dice: Hoy ante tu cruz postrado ¡Oh Malverde, mi Señor, ¡te pido misericordia y que alivies mi dolor! Tú que moras en la Gloria y estás cerca de Dios escucha los sufrimientos de este humilde pecador ¡Oh, Malverde milagroso!, ¡Oh, Malverde mi Señor, concédeme este favor y llena mi alma de gozo!
Actualmente, la tumba de piedras que le hicieron a su muerte fue destruida y sus huesos fueron trasladados a una capilla, donde acuden sus miles de fanáticos cada año a rezarle y pedirle toda clase de favores.


jueves, 14 de junio de 2018

MAÑANA, OTRO DÍA SERÁ




Porque a veces vivimos momentos, de los cuales creemos no poder nunca salir… y en medio de la angustia y la soledad, sentimos que no encontraremos luz en medio de la oscuridad… no hay que perder la fe ni la paz, mañana otro día será.

Hay quienes expresan: "quisiera dormir para nunca más despertar" que triste es perder la ilusión, dejar de soñar, ver como se escapa la esperanza… cuando Dios nos ama tanto, que nos regala en cada nuevo día, otra oportunidad; nada es eterno, todo tarde que temprano va a pasar, mañana, otro día será.

No podemos medir el dolor, ni compararlo con el de los demás; no tenemos derecho a definir quien sufre menos o más; cada cual asume lo suyo a su manera y según su capacidad de luchar; no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo pueda soportar, la noche tarde que temprano pasará, y mañana otro día será.

Nuestra humanidad nos hace a veces acomodarnos en la alegría o en el sufrimiento; nos acostumbramos a la tranquilidad, o nos estancamos en el dolor, nos cuesta demasiado pasar la hoja, dejar ir, soltarnos, seguir… quizás por el miedo que da el enfrentarnos a lo nuevo que nos vendrá, o tal vez porque preferimos la rutina, se nos es mas fácil vivir cada día igual, sin tener que esforzarnos a nada, simplemente seguir riendo o llorando hacer las cosas tal cual, aunque no avancemos y en círculo estemos andando. Mañana otro día será.

Mañana será otro día y nuevas cosas nos traerá, para asumir, vivir y enfrentar… Todo será según el color que queramos verlos; los instantes que experimentemos no son eternos, porque el tiempo no se de tiene, el reloj sigue corriendo… Debemos mantener viva la ilusión; después de la tempestad viene la calma; cuando la luna se esconde sale el sol… hoy estamos aquí, mañana no sabremos donde, el mundo da muchas vueltas, la vida es una aventura que solo se vive una vez y se renueva en cada nuevo amanecer que se nos permite ver.

LA CASA QUE NO QUERIA MORIR




Una leyenda de San Luis Potosí nos cuenta que, a finales del siglo XX, las autoridades de la ciudad decidieron modificar y modernizar algunas calles de la ciudad. Se eligieron las calles de Uresti, la Avenida Carranza y la Avenida Reforma. Para llevar a cabo tal medida se hacía necesario derrumbar algunas casonas que se encontraban en las calles mencionadas, lo que permitiría la creación de un pasaje turístico que atrajera visitantes.
Ni que decir tiene que tal medida contaba con simpatizantes y detractores que veía con malos ojos ese proyecto que restaría belleza a la ciudad. Algunos de los dueños de las casas se defendieron de la demolición, pero desgraciadamente perdieron y sus propiedades fueron demolidas.
Sin embargo, una de las casas que se encontraba en la Avenida Reforma y que hacía esquina con la Calle de Álvaro Obregón, propiedad de una mujer llamada Raquel Villalba, se salvó de la demolición y de la correspondiente expropiación, debido a algunas complicaciones de índole legal.
La solitaria casa quedó abandonada en el paraje urbano y en ella solían meterse alguno que otro drogadicto o teporocho, para hacer de las suyas. Fue entonces que empezó a correr el rumor de que la casa estaba embrujada, y que en ella habitaban fantasmas de los cuales valía más la pena cuidarse, pues eran de temer, se afirmaba. Se veían luces por las ventanas y se escuchaban ruidos escalofriantes procedentes de la deshabitada casa. E incluso algunas personas aseguraban que por las ventanas se asomaban caras de terribles espectros.
Un cierto día aparecieron frente a la casa máquinas que tenían como tarea derribar la siniestra casona. Sin embargo, los días transcurrían y la casa seguía en pie. Algunas personas opinaban que se trataba de problemas legales, pero otras aseguraban que la casa se resistía a ser derribada, pues cuando los trabajadores preparaban las máquinas para tirarla, éstas se descomponían inmediatamente, Así sucedió una y otra vez. Además, muchas de las herramientas de trabajo desaparecían y no se las volvía a encontrar. Los obreros afirmaban que al estar dentro de la casa o cerca de ella, sentía cosas extrañas y escalofriantes que les ponían los pelos de punta. Muchos de ellos se negaron a seguir trabajando, aunque les aumentaran la paga.
Un día, los encargados de derrumbarla llevaron a un brujo para deshacer el hechizo que suponían pesaba sobre la casa. El exorcismo funcionó ¡Y por fin pudieron derrumbarla! Entonces descubrieron un túnel que comunicaba a la casa con varios templos y con otras casas aladañas, el túnel había sido construido durante la época colonial, cuando la casona había sido edificada.
De la casa no quedó nada, pero en el pasaje turístico, en el sitio que corresponde a la antigua ubicación de tal mansión, se pueden escuchar por las noches golpes en el suelo, tal cual si un hombre hubiese quedado atrapado en el túnel y quisiera salir desesperadamente.


martes, 12 de junio de 2018

CUANDO ERAS PEQUEÑO




Cuando eras pequeño, podías fabricar mil sueños y sentías que todo era posible de realizar.


Cuando eras pequeño, discutías con un amigo y al segundo, todo estaba olvidado, y las cosas volvían a ser mejor o igual.

Cuando eras pequeño creías en la fantasía, pensabas que los imposibles no existían y capaz de dar la vida por defender la amistad.... Para ti no existían límites a la hora de darte y de regalar.


Cuando eras pequeño no pensabas en el tener ni en el poder, para ti lo más sencillo, dulce y lleno de color, era lo que tenía más valor.

Pero ya has crecido y se te olvidaron tus sueños, ahora hasta conoces de resentimientos; has dejado de creer en la magia y en la fantasía, en la verdadera amistad y en la belleza de la poesía.

Te preocupa el qué dirán, te da miedo dar y recibir, no te quieres comprometer, temes llegar a perder... lo que más dinero te cuesta es lo que tiene más valor, y el poseerlo se convierte en tu obsesión. 

Ahora que creciste "nada es para siempre" ni siquiera el amor, todo tiene fecha de vigencia, menos la ambición. Así como todo ha cambiado, aunque eres mayor, has perdido libertad, porque es mucho lo que ahora te ha esclavizado, el reloj, la moda, los demás, el querer hacer cosas para sentirte aprobado. 

Dios necesita gente pequeña para hacer cosas grandes, por ello en María, la mujer más sencilla y humilde se ha fijado, y ha regado por el mundo, personas que no crecen en estatura, y aunque son adultos, sus sueños de niños no han abandonado, porque ven el mundo desde otra altura, teniendo presente que desde abajo se ve más la grandeza del cielo.

No dejes que el crecer te impida disfrutar ser inmensamente feliz con los más pequeños detalles y disfrutar lo que a diario la vida te regala, porque Dios te ama. 

Y si aún no has crecido, aunque los años han pasado, sigue disfrutando lo que es ser un niño, no pierdas la magia que te ha caracterizado, no dejes de luchar por lo que has soñado, no te sientas nunca más grande que los demás, recuerda que los que se hacen pequeños, Dios los engrandecerá.



EL DIABLO Y LA PERLA NEGRA




Baja California Sur, uno de los estados de la República Mexicana, se encuentra en el sur de la Península de Baja California, su capital es La Paz. Limita al este con el Mar de Cortés, y al oeste y sur con el Océano Pacífico. Antiguamente estuvo habitada por grupos de indígenas cochimíes, guaycuras y pericúes, hasta la llegada de Hernán Cortés inició la fundación de dicha ciudad.
Baja California Sur es un estado poco poblado, pero con una gran tradición oral. Una leyenda de sus muchas leyendas nos relata que destacaba por las perlas que producían las conchas de sus mares. Al suroeste de la Isla de San José, sita en el Golfo de California, al norte de la Bahía de La Paz, y cerca de la Bahía La Amortajada, existe un yacimiento productor de perlas, cuyo auge se produjo a fines del siglo pasado.
A dicho yacimiento acudían, todos los años, multitud de buzos para procurarse las preciadas perlas. Cuando la temporada de cosechar perlas llegaba a su fin, debido a que ya estaban por llegar los fuertes vientos del noroeste y el frío empezaba a hacer de las suyas, los pescadores de perlas tenían la arraigada tradición de sacar una última perla que dedicaban a la virgen: – ¡Esta es la última perla “para la Virgen”! solían decir.
Un año en que los pescadores habían terminado con su labor, uno de los trabajadores se iba a meter al mar, cuando en eso uno de sus compañeros le avisó: – ¡Oye, amigo, ya no te metas al mar, pues ya tenemos la perla para la Virgen! Sin embargo, el aludido, entre irónico y burlón, volteó a ver al compañero que le hablaba, y le respondió: – ¡No compa, yo no voy a buscar la perla para la Virgen! ¡Voy a buscar la perla “para el Diablo”!
Desconcertado, su amigo le vio tirarse al mar muy decidido a buscar la perla. El Diablo que acechaba y les había escuchado, bajó al mar y esperó a que el pescador encontrara la perla. Después. Ya que el hombre había encontrado lo que buscaba, lo mantuvo dentro del agua hasta que murió ahogado.
Nunca más salió el pescador blasfemo. Su cadáver nunca subió a la superficie. En el lugar en que se lanzó al agua ya nadie solía pescar perlas por considerar que estaba maldito. Se volvió un sitio prohibido al que nadie acudía por temor.
Sin embargo, aquellos pocos que se atrevieron a lanzarse al mar en el ese lugar, aseguraban que en el fondo del agua se podía ver al fantasma del pescador, quien lucía una larga cabellera enmarañada, así como una barba que le llegaba hasta el ombligo. El hombre-fantasma sostenía en su mano derecha una gran concha de madreperla. Y el Diablo disfruta aún de una enorme perla negra.
Según aseguran algunos atrevidos que se han lanzado al agua del lugar prohibido aún puede verse a la terrible aparición de aquel sacrílego que quiso darle una perla al demonio.