Una
leyenda de Querétaro nos relata que en el siglo XVII llegó a vivir a la ciudad
un matrimonio que procedía de Zacatecas. La pareja parecía bien avenida y el
motivo de su cambio de residencia se debía a que el hombre trataba de mejorar
su estado financiero realizando negocios en Querétaro y sus alrededores.
Decidieron habitar una
casona muy grande y bella. Todo iba bien; sin embargo, el esposo tenía que
ausentarse mucho de la ciudad para realizar aquello que se había propuesto:
obtener sustanciosos negocios que le proporcionaran muchos negocios. Este hecho
no tenía muy contenta a su mujer, pues se quedaba frecuentemente sola, cosa que
no era de su agrado.
Los habitantes de la ciudad
pronto empezaron a llamar a la mujer con el gentilicio de la Zacatecana. Y a
pesar de que los negocios que efectuaba su marido iban viento en popa, la mujer
cada día estaba más fastidiada por encontrarse tan sola, pues no conocía a
nadie ni trataba de hacer amistad con otras mujeres de su entorno.
Por la ciudad de Querétaro empezaron a rodar rumores de que la Zacatecana le
era infiel a su esposo, a causa de aquella soledad que tanto la afectaba. Tales
rumores llegaron hasta el marido, quien decidió cerciorarse y poner fin a tal
situación.
Sumamente enojado y
molesto, el hombre se presentó en su casa de manera intempestiva con la
intención de sorprender a su mujer con su amante. Sigilosamente abrió la puerta
de la recámara y ¡Oh, sorpresa! La Zacatecana se encontraba haciendo el amor
con un joven galán. Al verse descubierta, la hermosa mujer se volvió loca de
temor y sintiéndose sorprendida en un ataque de furor mató a su marido y a su
amante.
A los cuerpos de ambos
decidió enterrarlos en el jardín de la casa. Y ella decidió encerrase para
siempre en la casona, a fin de evitar las habladurías que había traído consigo
la desaparición de su marido que nadie se explicaba.
Pero la Zacatecana se
encontraba muy mal. Por un lado, sabía que toda la ciudad sospechaba de su
crimen; y por otro, ella misma sentía remordimientos y culpa por lo haber
cometido tan espantosos asesinatos. Ante ese estado de cosas, un día, la mujer
tomó una cuerda y se colgó del balcón principal de su hermosa casona.
Desde entonces se escuchan
por la noche los lamentos de la Zacatecana y se aparecen tres fantasmas
rondando la casa que no pueden encontrar la paz y que eternamente serán dolidas
almas en pena.
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