En
el barrio de El Encino que se encuentra en la ciudad de Aguascalientes,
en una casa muy grande y muy bonita, hace mucho tiempo vivía Azucena Puñales.
Una muchacha que se destacaba por su belleza y por la gracia de sus
movimientos. Como era tan bonita contaba con muchos pretendientes que
continuamente la buscaban. Pero ella siempre rechazaba sus avances amorosos con
tacto y delicadeza, para no herir los sentimientos de los jóvenes. No pensaba
ni quería casarse todavía, pues era muy joven.
La vida siguió, y un
terrible día el padre de Azucena se murió. Pasados nueve meses de su muerte, le
siguió la madre de la chica que falleció de tristeza y dolor. Todo fue pesar y
soledad para Azucena pues había perdido a sus adorados padres. La casa quedó
muy sola y callada.
El tiempo fue pasando, los
pretendientes se fueron muriendo poco a poco, y como todos la habían querido
muchísimo, le dejaron dinero en abundancia. Azucena se volvió rica. Como se
aburría estando sola y sin hacer nada, decidió ir a trabajar a la casa del cura
Lorenzo Mateo Caldera. Trabajaba como ama de casa, pues Azucena era muy
ordenada y limpia.
Con el paso
de los años el cura se hizo viejito y enfermó. Azucena le cuidó lo mejor que
pudo, con abnegación y cariño, pero a pesar de los cuidados, el sacerdote
murió. Don Lorenzo, que tenía su buen dinerito guardado, la heredó y le dejó
todos sus bienes. Azucena se hizo más rica. Todos en el barrio comentaban la
buena estrella de la mujer, y el pueblo empezó a nombrar a la calle donde vivía
la ricachona mujer con el nombre de Calle de la Buena Estrella. Aun cuando en
nuestros días se la conoce como Calle 16 de Septiembre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario