Juan del Monte es un
personaje que vive en la selva de Quintana Roo.
Cuando alguna persona
tiene la mala idea de meterse en la selva, Juan imita la voz de algún familiar
o amigo de esa persona, y la llama hasta conducirla por senderos oscuros que
ocasionan que la persona se pierda y ya nunca pueda salir. Por eso todos le
temen a Juan del Monte.
En cierta ocasión,
Fernando, un niñito maya de seis años, tuvo una mala experiencia.
Su madre que era una
hermosa mujer, le pidió a Fernando que le llevase a su padre que estaba
trabajando en los potreros de la selva, su ración de pozol.
El muchachito emprendió
la tarea ordenada y tomó por un sendero que había de conducirlo hasta donde se
encontraba su papá.
Cuando había recorrido
un cierto tramo del camino, Fernando escuchó la voz de su padre que le decía:
-¡Por aquí estoy, querido hijo, acércate a mí!
El chico escuchó también
el sonido de los cascos del caballo que montaba su progenitor, y no dudó en
seguir la voz que con tanta insistencia repetía que lo siguiera.
El niño iba tras él muy
confiado, sin pensar por un segundo que se trataba de Juan del Monte.
Cuando el padre vio que
no llegaba Fernando con el esperado pozol y ya era muy tarde, acudió en seguida
a su casa.
Al llegar encontró a su
esposa también my preocupada pues el niño no había regresado.
Entonces, el padre pidió
ayuda a las personas de su comunidad y todos se adentraron en la selva tratando
de encontrar al niño.
Después de mucho buscar,
encontraron a Fernando sentado en una piedra y llorando desconsoladamente.
Juan del Monte no se lo
había llevado porque Fernando era un niño muy inteligente y consiguió escaparse.
Su madre lo abrazó y lo
llevó a la casa, donde le sirvió un delicioso chocolate espumoso acompañado de
galletas de canela.
Así se salvó Fernando de que Juan del Monte se lo llevara para siempre.
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