La
Catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción está considerada como
Patrimonio de la Humanidad. Su belleza es incuestionable y orgullo de la Ciudad
de Puebla de los Ángeles, Se construyó entre los siglos XVI y XVII. Los
trabajos se iniciaron en el año de 1575 y dieron término en 1649, cuando fue
consagrada como tal. Por su suntuosidad se la considera un verdadero museo de
obras de arte religiosas en escultura, orfebrería, pintura, y tapicería.
La catedral que mide 97.67
de largo y 51 metros de ancho se trazó siguiendo la forma de una cruz griega.
Destacan en ella sus dos hermosas torres. La denominada Torre Vieja, que se
encuentra hacia la parte norte se terminó de construir en el año de 1678, y es
la única que tiene campanas, la torre sur carece de ellas. Ambas miden 70
metros de altura. Aunque no fueron construidas en el mismo año.
La torre norteña cuenta con
varias campanas: la de San Ignacio de Jesús, la de San Joaquín, la de Santa
Bárbara, la de Santa Ana, Ánima Grande, Ánima Chica, El Niño, Santo Óleo y la
de María. También se encuentra siete menores o esquilas llamadas: El Venerable
Sr. Palafox, Santo Domingo, San Pantaleón, San Pedro, San Miguel, Nuestra
Señora de los Dolores y El Santísimo.
La
Campana María es la mayor de ellas y alcanza la ocho toneladas y media. La
fundió el 28 de marzo de 1729, el maestro campanero llamado Francisco Márquez
ayudado por su hermano Diego. Se trata de una campana mágica que cuenta con una
bonita leyenda.
Fue una campana difícil de
hacer que requirió de tres (otras fuentes nos hablan de cuatro) intentos
previos para fundirla, hasta que se logró hacerlo empleando cobre (80%), plomo
(10%) y estaño (10%) y lograr un sonido puro y sonoro. Los religiosos y los constructores
estaban seguros de que la dificultad para fundirla se debía a la soberbia de
querer obtener una campana tan grande.
Como la campana era tan
grande costaba mucho trabajo subirla a la torre correspondiente por las
escaleras. Los encargados de la obra y de subir la bella campana estaban
sumamente desesperados y tratando de encontrar la manera de subirla tantos
metros. Mientras tanto la campana esperaba en el atrio.
Una mañana, muy tempranito,
los vigilantes se dieron cuenta de que la campana había desaparecido. Todos se
dieron a la tarea de buscarla. Pero no la encontraron. Era imposible que por su
tamaño alguien se la hubiese podido llevar.
Al cabo de cierto tiempo,
se percataron los habitantes de la ciudad de que la Campana María se encontraba
en su sitio en la torre. Era un milagro. Unos ángeles habían intervenido para
que pudiese ser subida, pues estaban muy agradecidos ya que al ser fundida la
campana se la había puesto la salutación “Ave María Gratia Plena.” Por supuesto
que los ángeles no necesitaron de ninguna grúa para poderla subir, simplemente
emplearon sus manos y volaron con sus alas hasta la torre donde la colocaron.
Los ángeles encargados de dicha tarea carecían de sombra.
Otra versión de la leyenda
nos cuenta que el vigilante de la construcción de la catedral y de la campana,
mientras cumplía su turno, por la noche soñó que unos ángeles bajaron del cielo
y se encargaron de subir la campana. Cuando amaneció, por toda la ciudad se
escuchó el repique de la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario