En los inicios del año de 1522, los
conquistadores empezaron la edificación de la Ciudad de México sobre los
terrenos donde estuviera la antigua ciudad de México-Tenochtitlán.
Después de cierto tiempo de haber dado comienzo la traza de la ciudad, entre
1522 y 1524, se edificó la legendaria Atarazana, lugar para construir y
reparar barcos, que más bien se utilizaba como una verdadera fortaleza que
protegía a la ciudad de las posibles sublevaciones de los indios. Se construyó en
el antiguo pueblo de La Candelaria de los Patos, cerca de la actual Avenida
Circunvalación, espacio circundado por canales que llevaba el nombre de
Macuitlapilco, “lugar de la cola de papel”. Ocupó la Atarazana el lugar de lo
que anteriormente fuera un adoratorio dedicado a alguno de los dioses mexicas,
sin saberse exactamente a cuál. Desde la Plaza Mayor, se llegaba a la Atarazana
por la actual calle de Guatemala, antigua calle de Los Bergantines.
La fortaleza estaba construida una
parte en tierra firme y otra sobre el agua. Tenía tres puertas lacustres que
llevaba a tres galerías interiores. Contaba la Atarazana con una torre llamada
Templum ubi orant, y un embarcadero que le sirvió a Hernán Cortés para atracar
los famosos trece
bergantines que empleó en la toma de Tenochtitlán. Como diría el Capitán: Puse
luego por obra, como esta ciudad se ganó, de hacer una fuerza en el agua, a una
parte de esta ciudad en que pudiese tener los bergantines seguros, y desde ella
ofender a toda la ciudad si en algo se pudiese, y estuviese en mi mano la
salida y entrada cada vez que yo quisiese…
Así pues, en caso de alguna rebelión por parte de los indios, los españoles
tenían asegurada su escapatoria de la isla en los bergantines. Las piezas de
artillería, los instrumentos, y pertrechos de las naves se guardaban dentro de
la Atarazana en una bodega localizada en su parte trasera. En el piso de arriba
se encontraban las habitaciones de don Francisco de Solís, el alcaide de la
fortaleza, y una cárcel casi siempre plena de presos.
Hacia 1535, las aguas del lago
empezaron a disminuir, por lo que la Atarazana corría un grave peligro de
dañarse y, por supuesto, los bergantines no podían zarpar en esas condiciones.
Debido a ello, las autoridades de la Nueva España, encabezadas por el primer
virrey don Antonio de Mendoza, pensaron en la posibilidad de trasladarla a la
calle de Tacuba. Sin embargo, en 1550 seguía en el mismo lugar muy destruía,
deteriorada, y apuntalada para que no se cayese. En tales condiciones el
edificio se mantuvo hasta principios del siglo XVII.
Cabe la triste gloria a la Atarazana
el haber sido el primer edificio construido en la capital de la Nueva España:
la Ciudad de México, y el haber albergado a los bergantines del capitán Hernán
Cortés con los cuales derrotó a los valerosos tenochcas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario