lunes, 9 de noviembre de 2015

MARILI Y SATÁN


Una leyenda michoacana nos cuenta que en el Valle de Nocupétaro, situado en la región de Tierra Caliente, en el actual estado de Michoacán, vivía Campincherán, rey de los chichimecas y los nahuatlacas.

Tenía una hija llamada Marili, atractiva joven de largos y negros cabellos. 

Un día el rey debía acudir a una importante reunión con los mexicas, y como no quería dejar a su hija sin vigilancia, le pidió a su amigo Satán que la cuidase, quien aceptó gustoso el encargo. La muchacha que nunca había visto a un joven, al ver a Satán se enamoró perdidamente de él y le pidió que se casara con ella, previo permiso de los superiores del muchacho. 


Al oír la petición, el demonio Satán junto todas las joyas y el oro de Campicherán y las cubrió con piedras y lodo; le pidió a Marili que se acostara encima del montón, y se fue corriendo con su superior.

Cuando el diablo mayor oyó que su subordinado le pedía permiso para casarse, le propinó una terrible paliza, alegando que nunca le permitiría casarse con la hija de un hombre tan celoso, y que eso no era digno de un diablo.

Para evitar cualquier desobediencia, el Diablo mayor encerró al esperanzado diablito.

Como nunca volvió con Marili, las piedras y el lodo se convirtieron en el cerro de Mariana, donde yace la pobre muchacha enterrada esperando el regreso de su amado.

El rey, al regresar y darse cuenta de lo que había pasado, enloqueció y se convirtió en un ventarrón que desde entonces puede sentirse alrededor del cerro.

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