Ixtab, La de la Cuerda,
diosa suprema del suicidio, gustaba de inducir a las personas a morir por sus
propias manos, pues ella los cuidaría en el más allá, en tanto que divinidad de
la horca y esposa del dios de la muerte.
Y aunque el suicidio era
considerado por los mayas como una manera honorable de morir, a Ixtab le
gustaba andar provocando tal práctica entre los mortales. Ixtab no era muy
bonita, su apariencia semejaba la de un cadáver en proceso de descomposición,
casi siempre tenía los ojos cerrados, y le encantaba colgarse por el cuello de
los árboles.
Cuando lograba que alguien
se suicidara, lo acompañaba y lo llevaba al Inframundo.
Un día Ixtab vio a Margarita
Chen, que era bonita como una flor y solo contaba con quince años de edad.
La envidia la atrapó, pues
no soportaba ver mujeres bellas. Margarita era una niña alegre, llena de vida y
optimismo, todo le gustaba y la asombraba, en una palabra: rebozaba felicidad.
Pero Ixtab no la soportaba y decidió que tenía que llevársela con ella.
Así pues, dio comienzo su
campaña de destrucción. Hizo uso de su capacidad de volverse invisible, y a
todo momento empezó a mandarle mensajes a Margarita. Se acercaba sigilosamente a
su oreja y le decía: -¡Margarita, mira qué triste es la vida, todo es maldad e
injusticia, los hombres se destruyen unos a otros! O bien: -¿Has visto cómo se
pelean tus padres? ¡Tú tienes la culpa, por no obedecer inmediatamente sus
órdenes! Otras veces Ixtab le susurraba: ¡Margarita, no te fíes de los hombres,
mira a Paco Gutiérrez, tu novio, anda rondando a Beatriz Canek!
Ante este continuo bombardeo
de funestos mensajes, Margarita empezó a entristecerse, desconfiaba de todo y
de todos, veía a Paco con malos ojos, sufría cuando sus padres se peleaban
sintiéndose culpable, la vida ya no era alegre. Pasaron dos meses, Margarita
había adelgazado, estaba desmejorada y empezaba a odiar la vida que tantos
problemas le planteaba ahora.
Así siguió un tiempo más
hasta que un mal día se fue a la ceiba que estaba atrás de su casa y se colgó
de ella. Inmediatamente apareció Ixtab, la descolgó, le tomó la mano, y al
tiempo que reía a carcajadas, se la llevó a su inframundo particular en donde
la convirtió en su esclava.
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