viernes, 13 de febrero de 2015

MUTILACIÓN DENTARIA



En el territorio cultural denominado Mesoamérica, florecieron culturas tan importantes como la olmeca, la tolteca, la maya, la mixteca, la zapoteca y  la mexica. Todas ellas fueron afectas a las mutilaciones dentarias; iniciadas 1,400 años antes de Cristo,  la práctica se prolongó hasta los primeros años del siglo XVI, cuando llegaron los conquistadores españoles y la prohibieron. Veamos dos ejemplos de mutilaciones.

Los mexicas

Según un estudio realizado por el antropólogo físico Eusebio Dávalos Hurtado, los mexicas mutilaban los dientes superiores e inferiores, aun cuando en épocas anteriores de su historia solamente se mutilaron los dientes  superiores. Esta práctica se efectuaba tanto en hombres como en mujeres. Solía hacerse en los incisivos y en los caninos. Las técnicas empleadas fueron el limado; para la incrustación se uso el taladro. Se mutilaban los dientes una vez que se había llegado a la edad adulta, a fin de no lesionar el paquete vasculo-nervioso y provocar la muerte de la pieza dentaria. A los trabajos de los dientes, fuera por remediar patologías o por mutilación ornamental, los mexicas contaban con la palabra tlanatonauiztli para designarlos; a la enfermedad del neguijón que pudría los dientes la llamaban tlanqualoliztli. 
Los mexicas, así como todos los grupos mesoamericanos, utilizaron láminas de pedernal y obsidiana, y frotamiento con polvos abrasivos y agua. Para la incrustación debieron tener muchos conocimientos dentales, así como  de las piedras y de los metales preciosos que incrustarían, tales como el oro, la turquesa, la jadeíta, la pirita, e incluso el hueso, que pertenece a materiales orgánicos. Los trabajos en los dientes requirieron el conocimiento de dentistas, y la finura y cuidado de joyeros y orfebres.

Los mayas

En Yucatán, las mujeres limaban los dientes del solicitante con piedras específicas y agua, y según algunas opiniones de antropólogos, sólo entre individuos de alto nivel social, sin importar si eran hombres o mujeres. Se calcula que hasta un sesenta por ciento de la población maya recurrió a la mutilación dentaria, siendo más frecuente entre los hombres. Las mujeres gustaban más del limado que de la incrustación. 
La mutilación se hacía en el borde y las caras de los incisivos, en forma de escotaduras rectangulares o triangulares; algunas mutilaciones formaban una T que era el símbolo jeroglífico del Dios del Viento Ik, relacionado con el dios Chac; de tal manera,  por medio de magia simpática se tenía la connotación del dios Ik en la boca.
En las incrustaciones los mayas solían colocarse discos de jade u obsidiana en los incisivos superiores. Las perforaciones se efectuaban con el empleo de un taladro de madera tropical y un abrasivo. Las horadaciones penetraban la capa del esmalte y las capas externas de la dentina. Para la preparación de la cavidad se empleaba un taladro de hueso, lo que se infiere por los surcos circulares que se pueden ver en el fondo de las perforaciones. Los mayas de Guatemala utilizaban una broca cilíndrica con un barreno de arco o de presión para hacer la oquedad. Cuando el agujero estaba listo, se colocaba la incrustación de la piedra elegida, con estricta precisión, pues debía ajustarse perfectamente a la cavidad. La piedra se pegaba con pegamentos tan potentes, que aun hoy se encuentran piezas dentarias con las incrustaciones en su sitio.
En general, los mayas sólo emplearon el limado y la incrustación, que fueron las técnicas de su preferencia. Se usaban independientes una de la otra, o combinadas en un mismo diente. Sin embargo, a la llegada de los españoles los mayas solamente empleaban el limado, pues hacía ya quinientos años que la práctica de la incrustación se había perdido, dado el colapso de la civilización maya.
Ni los dioses se escapan de la mutilación dental, como lo prueba el dios solar maya que presenta uno de los dientes superiores limados en forma de T. Es más, según las interpretaciones del antropólogo Gutierre Tibón, en toda Mesoamérica las mutilaciones dentarias aparecen antes en las representaciones de los dioses que en los hombres, como se ve en múltiples figuras y esculturas de dioses tales como el mencionado Ik, en la divinidad Chac, y en Kinich Ahu, el Dios del Sol. El dios supremo de los mayas, Itzamna, Rocío del Cielo, representado como un anciano demacrado y sin dientes, presenta en la quijada inferior, dos únicas muelas a cada lado, símbolo del poder y la gran fuerza generadora. Así pues, para los mayas antiguos, el diente representaba la fuerza y la energía vital, el poder y el éxito en la lucha, capacidades que se perdían a la par que se iban perdiendo los dientes. Concepción que se refuerza en el Popol Vuh cuando nos cuenta: Estos jóvenes Hunaphu y Xbalanque deseaban abatir al soberano que se había hecho insoportable por su soberbia; concertaron un plan para llevar a cabo sus propósitos, vigilándolo continuamente, Hunaphu logró el momento propicio para lanzarle por medio de una cerbatana una de bola de barro endurecido que le dislocó la mandíbula y le aflojó los dientes, los cuales Vacub-Cakix Siete Guacamaya, tenía incrustados en piedras preciosas. Hunaphu e Xbalanque recurrieron entonces a Zaquiminac y Zaquimacis, para que fingiéndose médicos le sacaran los dientes a Vacub-Cakix, quien debía ignorar que le habrían de practicar tal operación. Haciéndole creer que ejercían el oficio de sacar gusanos de sus dientes, causantes de su mal.
El poder de Vacub-Cakix estaba en sus dientes -aparte de sus ojos- cuando se los sacaron le pusieron unos de maíz, pero no era igual y sus rasgos se afectaron y decayeron, ya no eran más los de un jefe de gran poder; entonces el rey Siete Guacamaya murió, falto de poder y prestancia.    

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