Ocumicho está situada en el Municipio de Charapan en el Estado
de Michoacán, el pueblo purépecha de Ocumicho se encuentra a unos 150 km al
noroeste de Morelia. Gracias a su imaginación han materializado una expresión
artesanal reconocida con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009 en la
categoría de Artes y Tradiciones Populares. Es la simpática alfarería llena de
representaciones cotidianas del Diablo, es una de las expresiones artesanales
más famosas de los purépechas: los diablos, que en posturas traviesas e
inquietantes, son modelados en barro, cada diablo es único, cada figura tiene
un estilo propio dado por el artesano que los crea.
El
origen del nombre es tan controvertido como el propio origen del pueblo y de
las actividades productivas y artísticas: se dice que la palabra Ocumicho
significa lugar de curtidores: que eso es lo que fue primero, al parecer, un
pueblo de curtidores. Al parecer los hombres dejaron de curtir pieles en la
revolución de 1910 y a fines de la década de 1920, empezó la alfarería a la que
se dedican mayoritariamente las mujeres.
En
lengua purépecha el nombre del pueblo es “Kumichucuaro”. Si se fragmenta la
palabra se tienen dos significados: “kumu” que significa topo y “chukuaro”,
región. A ello podría darse por nombre “la región de los topos” y de tal
designación se pueden desprender muchas relaciones con la tierra, el inframundo
y demás asociaciones.
Se cuentan varias historias acerca del origen de esta
tradicional manifestación artística. Entre los mitos están aquellos donde se
dice que el diablo “recorría Ocumicho y molestaba a todos, se metía en los
árboles y los mataba, entraba en los animales y los enfurecía. Luego persiguió
a la gente, que enfermaba y enloquecía, se les ocurrió que había que darle
lugares donde pudiera vivir sin molestar a nadie”, de allí surge la motivación
para crear distintas representaciones cotidianas del diablo.
Actualmente
la producción, no se limita a un determinado objeto, por el contrario el
repertorio y las formas es amplio siempre aludiendo a la imagen de ese mítico
ser que forma parte de escenas cotidianas y refleja la vida misma de los
pobladores. La representación de escenas de la vida imaginaria o religiosa: los
diablitos van en bicicleta, cantan, bailan, tocan, se montan en autobuses, en aviones,
comen, beben, manejan un camión de refrescos, atrapan al burro, hacen una
cesárea en una sala de operaciones, hacen el amor, pero además se ríen. Es pura
fantasía estos diablitos que se dedican a hacer travesuras por el mundo,
muertos de risa, están inspirados, al parecer, en el sincretismo de nuestra
memoria cultural, la presencia del diablo en fiestas y carnavales.
Los
diablitos se crean modelando las piezas a mano, bajo la técnica de policromado
y decorado con anilinas, cada una de ellas muestra el ingenio, destreza y
habilidad propia de cada creador. Las piezas se cuecen en hornos circulares, el
combustible es leña que compran de desperdicio en los aserraderos, con este
procedimiento llegan a 700° C. Sin lugar a duda que en cada una de las
figuras que se elabora existe un alto grado de imaginación y creatividad que
queda plasmado en cada pieza. La maravillosa creatividad de los artesanos para
plasmar los más diversos temas populares, les ha dado fama mundial.
Actualmente
la producción, no se limita a un determinado objeto, por el contrario el
repertorio y las formas es amplio siempre aludiendo a la imagen de ese mítico
ser que forma parte de escenas cotidianas y refleja la vida misma de los
pobladores. La representación de escenas de la vida imaginaria o religiosa: los
diablitos van en bicicleta, cantan, bailan, tocan, se montan en autobuses, en
aviones, comen, beben, manejan un camión de refrescos, atrapan al burro, hacen
una cesárea en una sala de operaciones, hacen el amor, pero además se ríen. Es
pura fantasía estos diablitos que se dedican a hacer travesuras por el mundo,
muertos de risa, están inspirados, al parecer, en el sincretismo de nuestra
memoria cultural, la presencia del diablo en fiestas y carnavales.
Los
diablitos se crean modelando las piezas a mano, bajo la técnica de policromado
y decorado con anilinas, cada una de ellas muestra el ingenio, destreza y
habilidad propia de cada creador. Las piezas se cuecen en hornos circulares, el
combustible es leña que compran de desperdicio en los aserraderos, con este
procedimiento llegan a 700° C. Sin lugar a duda que en cada una de las
figuras que se elabora existe un alto grado de imaginación y creatividad que
queda plasmado en cada pieza. La maravillosa creatividad de los artesanos para
plasmar los más diversos temas populares, les ha dado fama mundial.
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