Por
las noches en los montes del Estado de México se ven bolas de fuego saltando de
un árbol a otro mientras avanzan sigilosamente hasta llegar al pueblo.
Me dijeron que
cerca del pueblo de San Juan, en México, un hombre que conducía su camión de
carga por la carretera a altas horas de la madrugada de pronto se chocó con una
figura de mujer y el espíritu de ésta le atravesó todo el cuerpo al golpearla
con su camión.
El señor,
entre confuso y disgustado, se bajo de la cabina para asistir a la mujer a la
que creyó haber atropellado, pero en su lugar se encontró a un gran murciélago
negro, mal herido.
Decidió,
pues, llevárselo para entregárselo a alguna veterinaria, echándolo en la parte
de atrás del camión, en el remolque donde llevaba toda la carga.
Al cabo de
unos minutos, mientras conducía, comenzó a escuchar ruidos, gritos y muchos
golpes en la parte trasera del camión.
De
inmediato paró el camión, bajo de nuevo de la cabina y fue a ver qué pasaba en
el remolque.
Al
abrir el portón de carga el ruido cesó. Se había esfumado el murciélago y en su
lugar apareció el cuerpo de una mujer muerta.
Si os da
pánico leerla, el testigo que me argumentó la historia en su momento, había
sido partícipe directo de una de ellas. Imaginaos la expresión de su rostro
mientras me lo narraba todo junto a un pequeña hoguera con cuatro maderas
ardiendo y sólo el resplandor del fuego nos servía de luz para vernos las caras
en esa oscura noche.
Fue toda una
experiencia muy misteriosa que recuerdo de viaje por las tierras mexicanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario