El
universo de los indígenas tojolabales de Chiapas está formado por tres
niveles; cada uno de ellos cuenta con seres sobrenaturales capaces de
interferir en la vida de los seres humanos para causarles daños o procurarles
beneficios.
En
el primer nivel se encuentra el Cielo, Satk’inal, la hermosa morada de Dios,
K’awaltic, de Santa María, Nantik; de K’ak’u, el Sol; y de Jnantik ‘Ixaw,
Nuestra Madre Luna.
En el segundo nivel se sitúa la Tierra, llamada Lu’umk’inal, la cual está
formada por el Mar, la Tierra Caliente y la Tierra Fría.
En
la Tierra viven los seres humanos y todos los santos que son la representación
de dios.
Además
de ser los fundadores de los pueblos que existen, los santos ayudan a los
humanos y a los animales a tener buena salud.
Pero
en la Tierra también existen seres malignos que castigan a los que infringen
las normas de la comunidad, y cometen faltas; por ejemplo, hay mujer mala
que encanta a los hombres con su seducción y los mata.
También
se encuentra en la Tierra Nejk’eltzi, el Cadejo, que gusta de aparecérseles a
los borrachos por la noche y les produce la terrible enfermedad del “espanto”
cuando le ven. En las aguas de los ríos y las lagunas, existe un ser llamado
Xinalniha’ malo como él solo.
En
el tercer nivel se sitúa el Inframundo, K’ik’nal, Negro, el mundo de la
oscuridad, donde vive el maligno Pukuj, conocido también como el Sombrerón, o
el Dueño del Monte, cuyos rasgos físicos son parecidos a los de los mestizos,
los kaxlanes…
En
el K’ik’nal viven los muertos, pero que aún se les considera con existencia,
son los ‘altzilales, “los que tienen corazón”.
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