martes, 18 de noviembre de 2014

XÚMFO DEHE



Xúmfo Dehe, la Sirena, diosa femenina otomí de la Huasteca también posee una contraparte masculina, el Sireno, Buéhe Dehe. Xúmfo se adorna el cuerpo con joyas elaboradas con gotas de agua.

Es de color verde, como la humedad. Personifica la diosa de la vegetación y del amor, su deseo fecunda o deseca los lugares por donde transita, según lo quiera.

Mujer bellísima, cuya mitad de su cuerpo está formada por una serpiente o por un pescado, suele aparecerse por los manantiales, por lo cual no se deben matar a las sierpes que se encuentran cerca de ellos, porque se corre el riesgo de secarlos.

A veces, gusta de adoptar la forma mitad pájaro mitad mujer. Si se tiene la suerte de verla en el agua, veremos un remolino o un gran pez; en ciertas ocasiones se presenta como un enorme reptil de grandes dientes.

Nuestra diosa Xúmfo Dehe gustaba de atraer a los hombres hacia el agua, seducirlos, ahogarlos en los remolinos, y convertirlos en sus esclavos.

La casa preferida de la Sirena es el mar, sin embargo, cuando decide habitar la Tierra, lo hace en los pozos, los manantiales y los estanques, lugares que son sagrados.

Para agasajarla, los otomíes colocan en  ellos ofrendas consistentes  canastas con comida que se deja sobre el agua para que se sumerjan y les lleguen a la Sirena.

Como se trata de una bella mujer muy veleta, se la debe tratar con sumo respeto a fin de no molestarla, y como es coqueta, en sus ofrendas se colocan objetos que satisfagan su vanidad tales como espejos, zapatillas, lápiz labial, collares, anillos, aretes, vestidos, y todo aquello que suele agradarles a las mujeres.

Para tener contenta a Xúmfo Dehe, se le sacrifican aves, pollos o guajolotes, siempre una hembra y un macho, en los altares dedicados a ella.

Cuando el animal es sacrificado,  la sangre que le brota de la herida del cuello se recoge en un recipiente y con una pluma de la misma ave se pinta a cada una de las potencias que cuidan al mundo.

A la ofrenda del altar se agregan bebidas cerveza, refrescos, aguardiente y piezas de pollo cocidas en pipián, pan desmoronado y galletas.

Tales sacrificios y ofrendas se llevan a cabo a lo largo del año, ya que la Sirena no tiene una fecha en especial en que se la venere.

Solamente en casos de urgencias como son los desastres ocasionados por el agua, se hace necesario proceder en seguida a los rituales con el fin de calmar la ira de la Sirena.

Asimismo, el Día de la Santa Cruz, en la que también se lleva a cabo el cambio de mayordomía, se la celebra con ofrendas a la Señora del Agua. Todas las celebraciones dedicadas a la Diosa del Agua se acompañan con rezos y música. Los músicos siempre tocan el Son del Agua, y los participantes bailan y cantan un poco drogados con la hierba Santa Rosa que proporciona el medio para comunicarse con la Señora diosa.

La canción El Canto de la Laguna, Bei Tebes’i, empieza con estas palabras dichas por la divinidad: Yo soy la madre de todos los seres viviente. Soy la poderosa, sobre todos los mares, sobre todas las aguas.

La música se interpreta con un violín que es de índole femenina y dirige la danza; y una guitarra, principio masculino, que es el acompañamiento, instrumentos que al unirse en la música llevan a cabo el acto sexual.

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