Para los
antiguos pueblos purépecha el cosmos estaba conformado por tres importantes
partes.
En Cielo
recibía el nombre de Avándaro; la Tierra era conocida como Echerendo; y al
Inframundo se le denominaba Cumiechúcuaro. Las tres partes del mundo formaban
planos superpuestos. En todos ellos los dioses moraban.
Así pues,
había dioses del firmamento: los astros y las aves; dioses terrestres, y dioses
de la muerte. Todos ellos podían tener la apariencia de los hombres y de los
animales.
En cada
una de las partes que componían al universo, se encontraban cinco rumbos
sagrados, cuatro laterales y uno central. El estos puntos reinaba un dios y
estaba regido por un color determinado.
Los
Dioses de la Mano Derecha se encontraban en el Norte, y en el Sur moraban los
Dioses de la Mano Izquierda.
Los
dioses del Cielo, de la Tierra y del Inframundo se encontraban simbolizados por
el número Tres. A su vez, el número Cinco representaba a los dioses de los
cinco rumbos sagrados mencionados.
Por otra
parte, al número Cuatro se le asignaba la connotación de los dioses llamados
Las Cuatro Partes del Mundo.
A los
dioses que habitaban las cinco regiones míticas, los purépecha los adoraban en
templos de piedra revestidos de arena y cal, a los que se les anexaba canchas
de juegos de pelota y casas para el baño.
De las
deidades más antiguas de este pueblo, podemos mencionar a Xaratanga, cuyo
templo principal se encontraba en la población de Tzintzuntzan.
Se
trataba de la diosa de la Luna, a la que ofrendaban frutas y maíz, pues ella
los había creado. El más importante de los dioses tarascos llevó por nombre
Curicaveri, El Gran Fuego, al cual representaban en una lanza de pedernal o
como un guajolote, y que había creado a todos los demás dioses del panteón.
Este dios tuvo como hermanos a los Tiripemencha, quienes rigen las cinco casas
del la Tierra: el centro y los rumbos sagrados.
En Zacapu
se le conoció como Querenda Angápeti, La peña que está en el Templo. Cuando el
dios iba por el Cielo tomaba la forma de un águila, cuando se encontraba en la
Tierra era un coyote, y cuando deambulaba por el Inframundo, se arrastraba cual
una serpiente.
Este dios
era acompañado en importancia por Cuerahuáperi, la Madre Naturaleza, La que
hace Nacer.
La Diosa
Madre esposa de Curicaveri. Representación de la Luna, diosa dual de la vida y
de la muerte. Moraba en Zinapécuaro, acompañada de sus cuatro hijas: la Nube
Roja, la Blanca, la Amarilla y la Negra.
La plata
provenía de sus heces sagradas. Diosa múltiple de varias advocaciones: Pehuame,
Parturienta, esposa del Sol Poniente, en Zacapu, dueña de los hurínguequa, los
temazcales, y patrona de las parturientas; Xaratanga, Luna Nueva, habitante de
la casa central de Xarácuaro, desde donde se dirigía a los otros cuatro rumbos
cardinales, madre de Mano-Uapa, llamada Mauina en su advocación de diosa de la
fertilidad.
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