Una leyenda que cuentan
los abuelos de Chiapas nos aconseja que nunca se deban llevar perros a ninguna
laguna ni a ningún río, porque los cocodrilos que habitan en ellos no pueden
soportar la presencia de los perros.
Este hecho se debe a que
hace mucho tiempo hubo un perro que siempre iba a pasearse a las orillas de una
laguna de agua azul.
Este perro no tenía
lengua, como le sucedía a todos los demás perros, pues en ese tiempo ninguno la
tenía.
En una ocasión, cuando
el perro se encontraba a la orilla de la laguna, se apareció un cocodrilo y el
perro le dijo: -¡Oye, cocodrilo, a ti te gusta comer animales, y yo sé muy bien
cazar, si tú me prestas tu lengua, yo voy a cazar y todos los animales que
atrape te los traeré para que te los comas!
Al escuchar al perro, el cocodrilo
se quedó muy pensativo y nada contestó.
Al siguiente día, el
perro volvió a la laguna con varios animales que había cazado y se los dio al
cocodrilo, que los aceptó gustoso y se los comió.
Como vio que el perro sí
sabía cazar, el cocodrilo agarró confianza y le prestó su lengua al astuto
perro.
Pero un día, el perro no
volvió más a la laguna a llevarle comida al cocodrilo, y se quedó con la lengua
del confiado animal. Se la robó.
El cocodrilo se enojó
muchísimo con esa fea acción de perro al que consideraba su amigo.
Desde entonces, cada vez
que un cocodrilo ve a un perro cerca de él, se lo come, pues todos recuerdan la
mala acción del perro que se quedó con la lengua del cocodrilo que había
confiado en él.
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