En
el encuentro de cada día, al principio lejano y luego sin darse cuenta se va
dando la cercanía; se cruzan las miradas y se acomodan en aquello que
impresiona o cautiva; un gesto, una sonrisa, las palabras que encajan y se
sintonizan; permitiendo contemplar lo que muy dentro de cada quien habita.
Parecieran que fueran uno más entre todos los que muy
cerca caminan, siguen de largo o se detienen, a veces se notan a sí mismo
indiferentes; no hay nada especial aún, no se programa nunca lo que se siente;
tan solo surge sin avisar, se instala en el alma como una nueva luz que se
enciende.
Un detalle puede acercar las almas; una frase o
comentario que se ofrece como si nada, pero que logra tener eco y produce
resonancia; el aparecer por arte de magia cuando más se necesitaba; el
descubrir afinidades, explorar a pie descalzo el alma; ir creando rituales que
inspiran confianza y calma.
Y en ese compartir momentáneo se descubren y resaltan
cualidades, surgen afinidades; la presencia se hace amena y necesaria, se van
creando lazos especiales; quizás aún no lo definen y ni lo saben; pero ya no
son parte de un montón; los nombres se leen diferentes, porque al
pronunciarlos, algo nuevo y muy profundo se siente.
Las escenas compartidas, ya no se olvidan; renacen en
cualquier pensamiento, sin importar un lugar u hora ya sea de noche o de día;
dibujan en el rostro lágrimas o sonrisas que quienes ajenos las ven, no saben
qué las motiva; se reconstruyen los episodios interiormente, queriendo que cada
momento vivido se eternice para siempre.
Se busca cualquier oportunidad para saber como están,
para compartir lo que hicieron, hacen o harán; ya el diario vivir de cada
quién, no hace parte solo de uno, sino de dos; se sienten parte de un algo que
sin entender exactamente qué es, son conscientes que es muy valioso y especial,
y hay que cuidarlo y cultivarlo.
Y aparecen los detalles sin pedirlos ni programarlos, son
inspirados, surgen voluntarios; Se preocupan el uno del otro, queriendo verle
siempre bien, siendo capaz de hacer lo que sea porque así fuera y nada ni nadie
le empañe, le haga llorar o temer.
Ante todo esto, saben que aunque puedan estar físicamente
lejos, se encuentran demasiado cerca, porque ha nacido un sentimiento; tan
fuerte que estrecha las almas, tan puro que no empaña y permite contemplar la
esencia; tan libre que no exige ni ata, tan noble que no juzga sino que
perdona; tan cierto que habla con la verdad, tan intenso que permite sentirlo
siempre, pensarlo al despertar en cada momento y soñarlo a la hora de
descansar.
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