Xúmfo
Dehe, la Sirena, diosa femenina otomí de la Huasteca también posee una
contraparte masculina, el Sireno, Buéhe Dehe. Xúmfo se adorna el cuerpo con
joyas elaboradas con gotas de agua.
Es de
color verde, como la humedad. Personifica la diosa de la vegetación y del amor,
su deseo fecunda o deseca los lugares por donde transita, según lo quiera.
Mujer
bellísima, cuya mitad de su cuerpo está formada por una serpiente o por un
pescado, suele aparecerse por los manantiales, por lo cual no se deben matar a
las sierpes que se encuentran cerca de ellos, porque se corre el riesgo de
secarlos.
A veces,
gusta de adoptar la forma mitad pájaro mitad mujer. Si se tiene la suerte de
verla en el agua, veremos un remolino o un gran pez; en ciertas ocasiones se
presenta como un enorme reptil de grandes dientes.
Nuestra
diosa Xúmfo Dehe gustaba de atraer a los hombres hacia el agua, seducirlos,
ahogarlos en los remolinos, y convertirlos en sus esclavos.
La casa
preferida de la Sirena es el mar, sin embargo, cuando decide habitar la Tierra,
lo hace en los pozos, los manantiales y los estanques, lugares que son
sagrados.
Para
agasajarla, los otomíes colocan en ellos ofrendas consistentes
canastas con comida que se deja sobre el agua para que se sumerjan y les
lleguen a la Sirena.
Como se
trata de una bella mujer muy veleta, se la debe tratar con sumo respeto a fin
de no molestarla, y como es coqueta, en sus ofrendas se colocan objetos que
satisfagan su vanidad tales como espejos, zapatillas, lápiz labial, collares,
anillos, aretes, vestidos, y todo aquello que suele agradarles a las mujeres.
Para tener contenta a Xúmfo Dehe, se le sacrifican aves, pollos o guajolotes,
siempre una hembra y un macho, en los altares dedicados a ella.
Cuando
el animal es sacrificado, la sangre que le brota de la herida del cuello
se recoge en un recipiente y con una pluma de la misma ave se pinta a cada una
de las potencias que cuidan al mundo.
A la ofrenda del altar se agregan bebidas cerveza,
refrescos, aguardiente y piezas de pollo cocidas en pipián, pan desmoronado y
galletas.
Tales
sacrificios y ofrendas se llevan a cabo a lo largo del año, ya que la Sirena no
tiene una fecha en especial en que se la venere. Solamente en casos de
urgencias como son los desastres ocasionados por el agua, se hace necesario
proceder en seguida a los rituales con el fin de calmar la ira de la Sirena.
Asimismo,
el Día de la Santa Cruz, en la que también se lleva a cabo el cambio de
mayordomía, se la celebra con ofrendas a la Señora del Agua.
Todas
las celebraciones dedicadas a la Diosa del Agua se acompañan con rezos y
música. Los músicos siempre tocan el Son del Agua, y los participantes bailan y
cantan un poco drogados con la hierba Santa Rosa que proporciona el medio para
comunicarse con la Señora diosa.
La
canción El Canto de la Laguna, Bei Tebes’i, empieza con estas palabras dichas
por la divinidad: Yo soy la madre de todos los seres viviente. Soy la poderosa,
sobre todos los mares, sobre todas las aguas.
La
música se interpreta con un violín que es de índole femenina y dirige la danza;
y una guitarra, principio masculino, que es el acompañamiento, instrumentos que
al unirse en la música llevan a cabo el acto sexual.
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