Dice la
tradición que en 1580 los españoles, en su avance expedicionario por las
tierras del norte, atacaron a los pueblos yaquis con el propósito de
someterlos.
Desconociendo
los soldados hispanos el orgullo y la bravura de estos indios, les declararon
la guerra, trabándose un feroz combate que terminó en derrota para los invasores,
quienes se vieron forzados a huir.
Sin
embargo, dos soldados -hermanos entre sí- se desligaron de la tropa y se
dirigieron hacia el norte.
Así fue
como llegaron a la sierra de La Palma, cerca de Guaymas, y prosiguieron al
norte por esta mañana, evitando a los feroces seris.
En su
camino se toparon con los pimas, con los cuales entraron en confianza y los
instruyeron en cosas desconocidas para ellos, hasta que fueron admitidos.
Se supone
que estos pimas trabajaban una mina de oro, conocida hoy como La Pima, situada
en un profundo cañón.
Pero los
españoles, en sus andanzas por aquellos lugares, descubrieron La Tarasca al
explorar la veta hacia el sur, ya fuera del cañón.
A estos
hermanos se debe el nombre de “La Tarasca”.
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