Se
afirma que desde hace varias décadas, en el cerro del Lobo (una Zona de
Preservación Ecológica, también llamado Parque Ecológico de Santa Apolonia);
ubicado en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo, México, se aparece una mujer
vestida de blanco, lo hace solo en las noches de luna llena en las faldas del
cerro.
Las mujeres que se topaban
con ella la describían como una chica joven, piel clara, cabello castaño largo,
mediana estatura, ojos cafés y siempre vestida de blanco, y que en lugar de
caminar, flotaba en el aire, no sentían miedo de ella, pues se ofrecía ayudarlas
a cruzar el lugar sin peligro, ya que ahí sucedían muchos accidentes. A sus
nuevas amigas, La Mujer de Blanco, les contaba el terrible destino que tenían
los hombres las noches de luna llena.
En cambio a los hombres les
terminaba haciendo cosas malas, muy malas. Pues muchos de ellos se hallaban
muertos en las laderas del cerro del Lobo, siempre el día después de la Luna
llena, y todos tenían puesto un crucifijo de plata. Se dice que se atravesaba
en su camino, lo seducía, se hacía seguir a la cima del cerro, para después
arrojarlos desde las peñas, el silencio de la noche se interrumpía con los
gritos desesperados de los hombres cayendo, acompañados de fuertes carcajadas
que erizaban la piel.
Después ella se alejaba
flotando, hasta perderse en la oscuridad…
La historia corrió por las
cantinas, donde los borrachos bromeaban sobre este fantasma. Una noche, el
joven hermano de un hombre, que había sido encontrado con los huesos
destrozados al pie del cerro, juró vengarse de esa mujer y enviarla al mismo infierno
de donde salió. Se fue al cerro con pistola en mano, alumbrado por la luz de la
luna llena.
-Por fin te encontré-, le
gritó el joven al verla, amenazando con su pistola. Pero ella lo hechizó
mirándolo directo a los ojos, lo llevó hasta un barranco el cual ella cruzó
flotando, pero él cayó gritando. Encontraron su cadáver como todos los otros,
con la cruz en el pecho.
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