sábado, 31 de agosto de 2019

iMANATI




Este mamífero marino se encuentra en peligro de extinción a escala mundial. Fue puesto en ese estatus en 1975, por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES); en 1982, fue catalogado como vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y, en México, hacia 1991, fue considerado en peligro, sujeto a protección especial y colocado como una especie prioritaria de conservación.

Al ser acuáticos, estos animales enfrentan problemas como la pérdida, degradación y fragmentación de su hábitat; la contaminación por descargas urbanas; captura accidental por redes de pesca ilegal y la exploración, explotación y mantenimiento de infraestructura petrolera.

Hay información de que fue una especie ampliamente utilizada por las culturas maya y olmeca en las costas del Golfo de México y Mar Caribe; práctica fue adoptada por los españoles en la época de la Colonia y perduró hasta la actualidad, lo que mermó las poblaciones.

En en país, se estima que hay entre mil y dos mil ejemplares en vida silvestre. En el santuario de Bahía Chetumal –la zona más estudiada del territorio debido a la factibilidad de observarlos en aguas transparentes– se calculaba la existencia de entre 200 a 250.

Los manatíes pertenecen al orden Sirenia, que incluyen tres especies; en México existe una sola llamada manatí de las Antillas y habitan en tanto en las costas del Golfo de México como del Mar del Caribe y algunas lagunas y ríos del sureste.

La contaminación química provocada por el consumo de agua y plantas acuáticas con agentes tóxicos vertidos por las industrias petroquímicas y agroquímicas, así como por las descargas urbanas, son fuertes amenazas para los especímenes en Veracruz, Tabasco, Campeche y Quintana Roo, pues pueden provocarles infecciones y enfermedades.

En Veracruz, por ejemplo, las perforaciones petroleras alteran la calidad del agua y, además, los pozos y barreras físicas impiden su libre paso.

Por su parte, también el cambio climático resulta un problema, pues con las inundaciones, el aumento de los ríos y lagunas ocasiona que migren a lagunas que se forman de manera temporal y quedan atrapados cuando el agua baja a su nivel normal.

A todo esto, se suma el desconocimiento de su biología; por ejemplo, una cría pequeña no es capaz de termorregularse, por lo que su madre lo deja en la orilla de su hábitat para que esté en aguas tibias mientras ella se aleja a comer. La gente al pensar que son huérfanas las sustrae del medio y, posteriormente, es difícil volver a reintegrarlos porque los padres se alejan.

Por ello, se trabaja en la construcción de centros de atención de crías huérfanas para que, si se presenta un caso, el animal sea atendido, no tenga contacto con el público y pueda entrar a un programa de rehabilitación y reincorporación.

La reproducción en cautiverio ha sido exitosa en algunos acuarios como el de Veracruz, sin embargo, es importante hacerla de manera coordinada.


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