miércoles, 22 de enero de 2014

¿HABRÁN LLEGADO NUESTROS ANTEPASADOS DESDE ORIÓN?



Las religiones humanas y el origen de las figuras como Zeus, Osiris, Isis, el Minotauro y otros seres mitológicos se sitúan en el marco de la Historia de la Tierra.

En la Antigua Sumer, en Babilonia, Asiria,  Egipto o Grecia, aparecen en escena múltiples dioses. Entonces, de pronto, y en la Biblia, aparece un nuevo y poderoso dios llamado Yahveh, que nadie sabe de dónde ha salido. Se cree ue probablemente Yahveh es en realidad el dios sumerio Enlil. Y se cree que su hermano,  el dios sumerio Enki, creó a los seres humanos a partir de su propio ADN.

Esto explicaría que su gran rival Enlil, supuestamente Yahveh nos considerase una abominación. Pero vayamos a los inicios, para los que solo podemos basarnos en antiquísimas tradiciones. Preparémonos a entrar en un entorno lleno de aparente fantasía, que soy consciente que es difícil de creer, aunque existen importantes coincidencias con nuestros antiguos mitos. Estas tradiciones nos dicen que en nuestra galaxia existen billones de seres estelares, en que las razas humanoides son la norma y no la excepción. Estas razas descienden de diferentes formas de vida.

Una de las razas estelares más antigua de este sector del universo es la que evolucionó de ancestros dinosaurios en el sistema estelar de Orión.

De aquí vendría la proliferación de dragones y serpientes en todas las antiguas mitologías. Regidos por Reinas, crearon el imperio más poderoso de esta galaxia, al que llamaremos Imperio Orión. Sus guerreros eran inigualables por su bravura y ferocidad, y su imperio era inigualable en tamaño y poder.  Robert Morning Sky, es un conocido estudioso y conferenciante amerindio, que ha escrito artículos y libros  sobre distintos temas, como las tribus americanas, entre ellas sobre los indios Hopi y ufología. Morning Sky ha realizado un interesante estudio sobre los Hopi y los sumerios, así como sobre sus similitudes. Sumeria, es una antigua región del Cercano Oriente, que se encuentra en lo que sería actualmente parte del territorio de Irak. Formaba la parte sur de la histórica Mesopotamia, entre la planicie ubicada entre los ríos Éufrates y Tigris. Grandes misterios envuelven a la Civilización Sumeria, considerada la primera y más antigua civilización conocida del mundo.

La procedencia de sus habitantes, los sumerios, es incierta y se han escrito las más variadas hipótesis al respecto. En la lengua sumeria esta región era denominada Kengi (ki), equivalente al acadio mat. También recibe el nombre de Senaar, esto es, la «tierra de Súmer». Robert Morning Sky, en su obra “Terra Papers – La historia secreta del planeta Tierra”, escribió lo siguiente: “No estamos solos.  Los astrónomos están equivocados. Los científicos están equivocados. Ellos están aquí, pero no podemos verlos porque se esconden. Se esconden a plena vista.  Nosotros somos sus siervos, somos sus esclavos, somos su propiedad, somos de ellos”.

Me he basado en esta obra para escribir  este artículo. Sé que las afirmaciones de Robert Morning Sky pueden parecer muy fantasiosas, pero hay razones para creer que es algo más que una historia fantástica. Según explica Morning Sky, creció escuchando las historias que su abuelo sobre un Ser del Espacio que él ayudo a rescatar.

Su abuelo era uno de los seis jóvenes nativos americanos que fueron testigos del choque de una nave espacial en 1947, poco después del famoso Incidente de Roswell. Cuando llegaron al lugar, encontraron a un ser aún con vida. Le trasladaron a su campamento donde lo escondieron y lo cuidaron hasta que recupero la salud. Le llamaban por respeto ‘Anciano de las Estrellas’. Cuando pasó el tiempo les reveló su nombre. Se llamaba Bek’Ti y les reveló la historia de la humanidad y del planeta Tierra.

A finales de los años 60, cuando Morning Sky comenzó la universidad, estaba considerando la posibilidad de que esas historias pudieran no ser ciertas. Por esta razón se matriculó en Estudios Religiosos, un programa de estudio independiente que le daría la oportunidad de investigar los textos antiguos para probar o refutar todas las historias del Anciano de las Estrellas. Presentó a su profesor de Estudios Religiosos una tesis que recogía tres años de investigación. Se titulaba “Documentos Terra, Una Historia Oculta del Planeta Tierra” A los pocos días, la había etiquetado como “Una obra de blasfemia y ultraje” y casi consigue que le echaran de la escuela. Entonces contactó con investigadores y organizaciones ufológicas, pero la respuesta general que obtuvo fue que era material mitológico y de leyendas de los nativos americanos, inapropiado para el estudio serio de un fenómeno científico.

Sirio y Orión, ¿Por qué son tan importantes para las antiguas civilizaciones? Orión, el Cazador, es una constelación prominente, quizás la mejor conocida del cielo. Sus estrellas brillantes y visibles desde ambos hemisferios hacen que esta constelación sea reconocida universalmente. Es visible durante el invierno en el hemisferio norte y durante el verano en el hemisferio sur. Orión se encuentra cerca de la constelación del río Eridanus. Se apoya en sus dos perros de caza, Canis Maior y Canis Minor, en su “pelea” con la constelación del Tauro. En la mitología griega Orión fue un gigante que, según algunas versiones, nació de los orines de los dioses Zeus, Poseidón y Hermes. Otra leyenda cuenta que Orión acosaba a las Pléyades, hijas del titán Atlas, por lo que Zeus las colocó en el cielo. Todavía parece que, en el cielo, Orión continúa persiguiendo a las Pléyades. En la Mitología egipcia la estrella de Orión estaba asociada al dios Osiris, estrella sirio.  

Charles Etienne Brasseur, conocido como Brasseur de Bourbourg, sacerdote francés considerado uno de los pioneros en el estudio de la arqueología, la etnología y la historia precolombina de Mesoamérica, creía que existió una antigua civilización de navegantes mucho antes de que aparecieran las primeras ciudades en el Oriente Medio y que sus marineros llevaron su cultura a todo el mundo. También creía que formaba parte de su religión el culto a Sirio, la estrella perro, lo cual se anticipaba a los descubrimientos que Marcel Griaule y Germaine Dieterlen hicieron entre los Dogon, en el decenio de 1930. Una tribu africana, la de los Dogon en Mali, sabe desde hace mucho tiempo que sirio, la estrella perro, es en realidad una estrella doble, con una compañera «Invisible». Según los Dogon, su conocimiento de Sirio B -a la que llaman «Estrella digitaria»- se lo dieron unos seres parecidos a peces, llamados los Nommos, que llegaron de Sirio hace miles de años.

Los astrónomos sospechaban la existencia de esta estrella compañera, Sirio B, desde que en el decenio de 1830 Friedrich Wilhelm Bessel observara las perturbaciones en la órbita de Sirio y sacara la conclusión de que debía de haber una estrella increíblemente densa pero invisible, lo que ahora denominamos «una enana blanca». Los Dogon parecían conocer el sistema solar con una sorprendente riqueza de detalles. Sabían que los planetas giraban alrededor del sol, que la luna estaba «seca y muerta», que Saturno tenía anillos y Júpiter tenía lunas.

Puede que otro descubrimiento de Hawkins nos parezca todavía más significativo. Tras introducir los datos en su ordenador, descubrió un alineamiento con Sirio, la estrella perro. Como ya hemos visto, en Egipto se asocia con Isis,  y los Dogon, de Mali, saben que tiene una compañera invisible, Sirio B. Graham Hancock visitó Teotihuacán y reflexionó sobre sus misterios.

Al igual que gran número de recientes autoridades en la materia, dijo que no le cabía ninguna duda de que la urbanización de la ciudad tiene un sentido astronómico. Las calles forman una cuadrícula que mide seis kilómetros y pico de un lado a otro, y se cruzan en ángulos de 89 grados en vez de 90. Además, la cuadrícula no está alineada con los cuatro puntos cardinales, como cabría esperar, sino que se tuerce hacia un lado, de tal manera que la Calle de los Muertos se extiende del norte al nordeste y señala la posición de las Pléyades. Si la tradición según la cual Viracocha fundó la ciudad sagrada de Teotihuacán se basa en la realidad, entonces Teotihuacán fue también como mínimo «Proyectada» al mismo tiempo que las pirámides de Gizeh, y el conocimiento que se encarna en su trazado geométrico fue traído de una civilización que se hallaba en trance de destrucción.

Ahora sabemos que los egipcios concedían especial importancia a Sirio, la estrella perro, y a la constelación de Orión, en cuya parte trasera se encuentra. También sabemos que el abad Brasseur estaba convencido de que Sirio era la estrella sagrada de los mayas.

Tenemos razones para creer que la araña de la llanura de Nazca representa la constelación de Orión, que tenía igual importancia para los egipcios. A medida que van acumulándose coincidencias como éstas, se hace cada vez más difícil no sacar la conclusión de que las civilizaciones del norte de África y de la América Central y la América del Sur tenían algún origen común y que este origen común se halla tan profundamente enterrado en el pasado que nuestra única probabilidad de entenderlo reside en descifrar las señales leves, casi invisibles, que han dejado.

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