En cierta localidad a la parte norte
del país solía cabalgar un misterioso charro que se aparecía repentinamente a
los habitantes.
Una noche allí llegó un charro a
solicitar los servicios de una partera y la llevó a su jacal,
donde la partera asistió a su mujer hasta que parió.
El charro regresó al lugar y le pago
con varias monedas de oro, pero le advirtió que guardara en secreto el parto o
se moriría. Indignada y asustada por la advertencia la partera entró a su hogar
y espero a que se retirara el charro.
Como no escucho las pisadas de su
caballo pensó que seguía fuera de su casa y se asomó a la ventana para
descubrir asombrada que no había nadie.
Ella estuvo confundida y recelosa
durante varios días por la advertencia y la silenciosa desaparición del charro.
Durante varias semanas estuvo absorta
en sus pensamientos, y miraba extrañada a sus conocidos.
Cierto día le platicó todo lo sucedido
a una vecina quien le aconsejó no contárselo a nadie más y dejar las monedas en
la iglesia, así lo hizo la partera.
Sin embargo, a la mañana siguiente la
partera amaneció muerta, pero con el aspecto de seguir durmiendo y algunos
rumoraron que escucharon cabalgar al charro cerca de ahí. Se cumplió la
advertencia de aquel charro, aquellas monedas desaparecieron y se rumoró que el
charro regresó a recogerlas.
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