Aquí en el pueblo hay tres
iglesias, la de San Antonio, la de la Virgen de Guadalupe y la parroquia que
está dedicada a San José. Los tres son muy milagrosos, pero más, San Antonio.
Cuentan que él es desde la
época de los hacendados, que los antiguos hacendados trajeron la imagen
original y que la que ahora tenemos es otra porque la antigua creo que se la
llevaron a otra parte –dice doña Toñita.
Yo me acuerdo que nuestras
gentes de más antes platicaban de los milagros que obró San Antonio a favor de
la gente.
Ya ve que cada quien le pide
algo y a cada quien le cumple, pero también hizo milagros para el pueblo porque
en aquellos tiempos de antes la gente le tenía mucha fe.
Platicaban de un milagro de un
tiempo muy pero muy atrás cuando hubo que una epidemia y mucha gente se
enfermó. En otras haciendas la gente se estaba muriendo y aquí casi no hubo
muertitos porque los hacendados de ese entonces sacaron la imagen y juntaron a
toda la gente para hacer procesión de casa en casa donde hubiera un enfermo.
Y así, con la fe de la gente y
con el poder milagroso de San Antonio, los enfermos se curaron y mire que en
ese entonces no había tanta medicina ni clínicas y tampoco había médicos aquí.
Otros milagros fueron cuando
las guerras de la Revolución y también la Cristera. Cuentan que los
revolucionarios llegaban a las haciendas, robaban lo que podían, abusaban de
las muchachas y mataban a los hombres, pero aquí hubo muy poco de eso porque la
gente se encomendó a San Antonio y él, con su poder milagroso, hizo que los
revoltosos se fueran a otra parte.
Pero esto que le cuento son
pláticas de más antes y ahora muy poquita gente habla de esto porque ya no
tiene fe, ya no cree en los grandes milagros de los santos como nuestro San
Antonio, ya no lo procuran.
Y yo digo que ahora, con tanta
gente mala, con tantos robos, con tanta violencia, con tantos muchachos que se
dan a los vicios o al dinero fácil pero mal habido de las drogas, digo que es
cuando deberíamos volver a encomendarnos a San Antonio porque su poder es
grande y él desde siempre ha protegido a la gente de La Sauceda y de Villa de
Zaragoza.
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