viernes, 1 de mayo de 2015

LA FLOJERA Y EL DINERO



Cuenta una leyenda nahua de Tlaxcala que un señor que se llamaba Tomás iba todos los días a trabajar a su milpa, y a recoger leña.

Era muy trabajador, pero muy pobre. Un día ya no le dieron ganas de trabajar ni de hacer nada.

Su esposa, doña Chole, se encargó del trabajo de la milpa y el de la casa. En cierta ocasión, cuando la esposa regresó del campo le preguntó a su marido qué era lo que hacía; enojado, éste le contestó que nada, que no era asunto suyo.

La mujer, muy enfadada y con razón, le replicó que ya no tenían nada para comer y le reprochó el que estuviese siempre durmiendo.

Pero el cínico marido respondió que tenía mucha flojera. Al otro día, al amanecer la mujer despertó al marido para que fueran a pizcar.

 Al principio no quiso ir, pero ante la insistencia de la esposa, se subió al burro, aunque todo adormilado.

Cuando llegaron a la milpa, la señora le obligó a trabajar, pero nada, el flojonazo seguía indolente.

En eso estaban cuando el señor vio tiradas en el suelo unas monedas: un montoncito por ahí, otro por allá, y otros por acullá.

Como la mujer lo seguía arriendo, el hombre le dijo; -“¡Para qué trabajamos si allá atrasito hay muchas monedas!”- -“¿Y porque no las recogiste?”- le replicó la mujer que inmediatamente fue a buscar el dinero sin encontrarlo.

Buscó y buscó, y nada. Pues solamente las podía ver el campesino. Ante las insistencias de Chole, Tomás fue a recoger el dinero.

Eran mil pesos que gastaron en comida, ropa, y en la compra de animales. Pasado un tiempo, Chole le volvió a decir a Tomás que se fuera a trabajar.

Éste renegó mucho, pero a regañadientes aceptó ir y tomó su hacha, se subió al burro y se fue a la milpa. Otra vez volvió a encontrar mucho dinero que recogió y llevó a su casa.

En otra ocasión, cuando estaban juntando leña, a Tomás le entró la flojera y se recargó en un tronco para dormir; en esas estaba cuando vio una ollita llena de dinero, pero le dio flojera llevársela, alegando que para qué quería el dinero. Cuando regresaron a la casa, a la hora de la comida, Tomás le dijo a su esposa:

-“Allá, cuando estábamos juntando leña, había una ollita llena de dinero, junto al ocote grande, la olla es negra”-

Pero no se dio cuenta que su cuñado lo había escuchado y había emprendido la carrera para robar la olla.

Chole le recriminó a Tomás el que no la hubiese traído, pero le dijo que le había dado mucha flojera cargarla. Mientras tanto, el cuñadito había encontrado la olla.

La destapó y vio que sólo contenía excrementos. Entonces, David se fue corriendo a la casa de su hermana y arrojó el contenido de la olla en la cabeza del Tomás que se encontraba durmiendo.

Pero Tomás tenía tanta flojera que así continuó durmiendo a pesar de lo sucio y apestoso que estaba.

Cuando al otro día su esposa lo vio, Tomás estaba lleno de monedas que Chole recogió y guardó. Así siguió la vida:

Tomás siempre se encontraba dinero que la esposa guardaba.

Tuvieron un hijo y vivieron todos muy felices.

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