Es
innegable que Emiliano Zapata fue un hombre guapo, carismático, interesante y,
según la leyenda, sumamente mujeriego, aunque parecer ser que siempre regresaba
a su primer amor: doña Inesita.
Emiliano
nació en Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879, y murió, cruelmente
asesinado, en Chinameca un 10 de abril de 1919.
Nació en
una familia campesina; su padre se llamaba don Gabriel Zapata y su madre doña
Cleofás Salazar.
Este
hombre, el más importante de los caudillos de la Revolución Mexicana que estuvo
al mando del glorioso Ejército Libertador del Sur, de niño fue
educado por un viejo profesor, ex soldado juarista, de nombre Emilio Vera.
De muy
joven trabajó como labrador y arriero, para poco después ser llevado a la
fuerza por la leva, por haber raptado a la muchachita: Inés Alfaro Aguilar.
En 1910,
se encontraba en el 9° Regimiento de Caballería en la ciudad de Cuernavaca,
Morelos, como caballerango del jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz, don
Pablo Escandón.
Más
adelante pasó a servir a Ignacio de la Torre, yerno del tirano Díaz.
En 1909,
Emiliano fue elegido calpuleque, jefe, de la junta que defendía las tierras de
Anenecuilco, cargo que le permitió estudiar los documentos que acreditaban el
derecho de los pueblos de la comarca a las tierras de la zona, y que la Ley
Lerdo, promulgada por Ignacio Comonfot, había negado y rechazado.
Desde
entonces, se convirtió en líder agrarista pro defensa de los derechos de los
campesinos a la tierra: “Tierra y Libertad” fue su lema. El 10 de marzo de
1911, tras una plática de Pablo Torres Burgos con Francisco I. Madero, en los
Estados Unidos, Emiliano tomó las armas junto con otros 72 campesinos, bajo la
proclama el Plan de San Luis. Emiliano acababa de entrar de lleno en la
Revolución.
Emiliano
Zapata tuvo nueve "esposas". La primera fue Inés Alfaro Aguilar con la
que procreó a Guadalupe, Nicolás, nacido en la Villa de Ayala, Morelos el 6 de
diciembre de 1904 y fallecido el 17 de agosto de 1979 en la ciudad de México;
Juan, Ponciano, y María Elena, de los que se ignoran los datos de su nacimiento
y muerte.
Inés fue
una joven morena, dulce, resignada, que siempre perdonó a Emiliano sus
infidelidades con otras mujeres, no en vano era mujer de la época y campesina
de nacimiento.
La
segunda mujer de don Emiliano se llamó Josefa Espejo Sánchez, natural de San Miguel
de Anenecuilco, nacida el miércoles 19 de marzo de 1879, hija de Fidencio
Espejo Avelar y Guadalupe Sánchez Merino.
Josefa
pertenecía a una familia de hacendados porfiristas de dinero y poder político,
cuya casa estaba situada en el Camino Real que llevaba a la Villa de Ayala, al
pie del cerro El Mirador y frente al canal de Los Tomases.
Josefa
tuvo una infancia feliz, mimada y llena de satisfacciones; con una preparación
religiosa muy rigurosa como era costumbre dentro de las familias acomodadas de
la época, y con aprendizaje de la lectura y escritura a cargo de su profesora
María de Jesús Rivera, a más de la obligada preparación en las tareas del
hogar.
Todo era
tranquilidad y paz en el hogar hasta que la “niña” Josefa conoció y se enamoró
de Zapata. El padre no aceptaba el romance de su hija con un gañán desprovisto
de dinero y de clase social inadecuada; además de ser contrario a don Porfirio
Díaz.
Según
afirman varios testimonio, el padre amonestaba a Josefa con estas palabras: -“¡Emiliano no te conviene; es un verdadero
barrendero, jugador, mujeriego que no tiene ni burro que montar!”- Pero nada pudo detener el amor
de la pareja, y valiéndose de mil excusas lograban cartearse con la complicidad
de un amigo del caudillo.
Cuando
la chica iba a lavar vasijas en el agua del apantle de los Tomases, Emiliano,
acompañado de tal amigo, colocaba una carta en el sombrero el cual dejaba
caer al agua, para que su amada pudiese recogerlo unos metros más adelante y
apoderarse de la misiva.
O bien,
por la noche Emiliano silbaba y ponía a su caballo a correr a todo galope, así
Josefa se enteraba que al día siguiente debía recoger un mensaje bajo una
piedra del tecorral, el muro pequeño de rocas apiladas, que sólo ellos
conocían.
Las
condiciones del noviazgo mejoraron cuando la familia se trasladó a la Villa de
Ayala en el año de 1909. Entonces Emiliano llegó al atrevimiento de llevarle
serenata a su novia.
Cuando
murió don Fidencio, el padre de Inés, los novios clandestinos se casaron en el
mes de agosto de 1911 en la Parroquia de San José de la Villa de Ayala.
El
vestido de novia lo diseño la señora Olaya Naranjo de San Pedro Apatlaco, y el
fotógrafo fue el señor Salvador Medina. Ni que decir tiene que la boda llevó al
rompimiento con las familias porfiristas de la región, quienes nunca perdonaron
a los Espejo el haber emparentado con un revolucionario de “mala muerte”. Los
padrinos de la boda fueron Francisco I. Madero y su esposa Sara Pérez de
Madero, quienes obsequiaron a Josefa con un camafeo de oro y coral, y aretes a
juego.
El
banquete de bodas consistió en frijoles y arroz, y estuvo amenizado con bandas
de música de viento.
Según
cuenta la leyenda, Emiliano pidió a Josefa que no usara el vestido de novia que
era un tanto cuanto lujoso, y que en su lugar se pusiese un vestido de percal
de los usados por las campesinas.
Del
matrimonio nacieron Felipe, el primogénito, fallecido a los tres años a causa
de la mordida de una víbora del cascabel en el cerro del Jilguero, cuando sus
padres, por razones políticas, se ocultaban en él.
La
segunda hija se llamó Josefa, quien nació en Tlaltizapán, y murió a causa de la
picadura de alacrán. Josefa perdió a sus dos hijos y siempre vivió en un
continuo temor de ser asesinada en manos de Victoriano Huerta, el presidente
golpista, o por Venustiano Carranza, quien en su afán de dañar al Caudillo del
Sur, hizo presas a la madre de Josefa, doña Guadalupe Sánchez, y a sus hermanas
Félix, Juana e Ignacia; así como a su sobrino Ángel, y a su tía Gabriela
Espejo.
Al morir
Zapata, Josefa fue conocida como La Generala, quien encontró la muerte el 8 de
agosto de 1968, en su casa de la Villa de Ayala.
Fue la
única esposa legal de Emiliano Zapata, reconocida oficialmente el 1° de
diciembre de 1934 por el general lázaro Cárdenas del Río en su protesta como
presidente de la República.
A más de
Josefa, el enamoradizo Emiliano Zapata, tuvo amoríos con Margarita Sáenz Ugalde
de Yautepec, Mor. 1899-México, 1974. Con Petra Portillo Torres, María de Jesús
Pérez Caballero, Georgina Piñeiro, Gregoria Zúñiga, Matilde Vázquez, y Luz
Zúñiga, con quien no tuvo hijos.
Zapata
tuvo en total 16 hijos habidos de sus famosos y legendarios amoríos.
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