En la
cosmovisión de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, la Tierra, el Agua, el
Aire y el Fuego constituyen el eje fundamental de su cosmovisión.
En la
Tierra, de condición femenina, transcurre el ciclo de vida, dentro de ella se
forman los seres humanos y los animales.
El agua,
de índole masculino-femenina, es el líquido indispensable para que puedan vivir
los hombres, las plantas y los animales.
El Aire
contribuye a que las lluvias tengan lugar y proporcionen el sagrado líquido. Y
el Fuego permite purificar la suciedad que producen los seres humanos.
El
universo nahua se encuentra conformado por el Cielo, el Ilhuicac, la Tierra,
Tlaticpactli, y el Inframundo, llamado Tlalitec o Mictla.
Se trata
de mundos horizontales y planos, donde transcurre la vida de los hombres, los
animales, las plantas y los seres sobrenaturales, que ayudan a las personas en
las dificultades y en las penas de la vida diaria. Son seres asociados a la
naturaleza, como los bosques, las cuevas, los ríos… y a aspectos domésticos
como el hogar y el temascal.
En los
seres mágicos se integran los dioses mayores y menores, los llamados “dueños”,
los fenómenos de la naturaleza, y los aires o vientos.
Cristo es
la divinidad superior creadora que vive en el Cielo, es el Sol, Nuestro padre.
Su índole es masculina y seca. Suele llamársele Totecotzi. Le siguen en
jerarquía como dioses secundarios, Nuestro Padre, San Francisco, dueño del
maíz, y guía de las almas cuando regresan cada año a la Tierra desde el
Inframundo. No vive en el Cielo, sino en la Tierra, dado que en alguna ocasión
fue un hombre.
San
Marcos vive en la Tierra y es el dueño de los nahuales, guardián del pueblo;
procura que los habitantes tengan salud y alimentos, y los protege de
asechanzas malignas ayudado por los nahuales-tigres. Santa Marta es la dueña
del temascal, dadora de vida y auxiliadora de los que regresan del más allá.
Patrona de las parteras, de las tocitzi, las “abuelitas”.
En tanto
que dueña del temascal es una diosa purificadora, que da vida y muerte a los
seres humanos. La Cihuapipiltin gobierna el destino de los infantes hasta los
siete meses de edad. Por ende, es la dueña de las parteras y de los niños, se
la suele asociar con las “nanitas” que cuidan a los niños cuando duermen. La
Cihuapipiltin siempre será invocada por la partera cuando lleva a cabo el
“levantamiento del niño”, para que le de protección.
Su vida
transcurre en el Inframundo, húmedo y frío, donde viven los hombres, los
animales y las plantas que han fenecido. Meztle, la Luna, propicia la
fertilidad de los seres humanos y de las plantas. Es un dios masculino,
secundario, que visita cada mes a las mujeres para que menstrúen. Posee a las
mujeres en su época fértil.
El
Teponaztle, es el dios de los mantenimientos, del frijol básicamente; vive
guardado en la capilla de naupan; está fabricado de madera y es muy antiguo.
Sólo es tañido durante la fiesta patronal, aquél que lo toca debe estar puro,
sin haber tenido relaciones sexuales durante quince días previos.
El Fuego
del Fogón, es una divinidad secundaria doméstica que cuida la casa y rige la
vida de sus habitantes. Se le representa con la piedra más grande del fogón;
por lo tanto se la nombra Tetatatenamaztle, Nuestro Padre, y nunca se la debe
dejar en un hogar apagado.
Los
“dueños” están asociados a la naturaleza, obedecen a la Madre Tierra y
controlan la fertilidad de las plantas, la lluvia, y demás elementos de la
naturaleza. De entre ellos, los más respetados son los dueños de los cerros,
los patrones de las parteras y de los diferentes tipos de curanderos de la
Sierra de Puebla. Cada uno tiene su cerro patrón, su itecotépetl, que les ayuda
a bien ejercer su profesión, y a los que los curanderos rinden pleitesía y
ofrendas.
El
Cohuitlehuatl es el dueño del bosque, quien adora asustar a las personas,
asechándolas cuando va camino a sus milpas. Provocan ruidos para anunciar que
los terrenos tienen dueños. Para evitar ser atacado por el Cohuitlehuatl es
necesario fumar un cigarrillo, o ponerse un ajo en la bolsa de la camisa o del
pantalón.
El dueño
del agua, llamado Itecóatl, es una figura dual, a la cual se identifica con la
Sirena y la Llorona. Vive en los ríos, pozos o charcos; si las personas invaden
sus dominios, el Itecóatl les provoca enfermedades, muchas veces mortales.
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