Una leyenda de
Tepuxtepec, Michoacán narra que a la cascada de El Salto,
en el municipio de Contepec, un grupo de jóvenes entusiastas acudieron a nadar.
A pesar de que sabían el
peligro que corrían, decidieron desafiar al destino. Estaban disfrutando de las
frescas aguas, ya muy tarde por cierto, bajo una hermosa luna llena, cuando de
pronto acertaron a ver a una mujer vestida con una túnica blanca.
La dama era muy bella,
su larga cabellera de un negro ala de cuervo, le llegaba más allá de la
cintura. Su piel era extraordinariamente blanca, casi tanto como su vestido. La
mujer caminaba, o más bien levitaba, por la orilla del río donde estaba la
cascada; iba llorando lastimera y desgarradoramente.
Al verla, los muchachos
se dieron cuenta de que se iba acercando a ellos, Se
entusiasmaron, pues pensaron que la mujer se iba a meter a nadar y así podrían
ver el que adivinaban un hermoso cuerpo. Sin embargo, al irse acercando
todos sintieron un espantoso escalofrío y la sensación de que los cabellos se
les ponían de punta.
Al momento,
todos salieron del agua y se echaron a correr como dios los trajo al mundo,
huyendo del terrible chillido que lanzaba la fantasmagórica mujer de blanco.
Al siguiente día, todos
los atrevidos jóvenes estaban enfermos, no podían pasar bocado, no podían
dormir, y cuando lo lograban sufrían de terribles pesadillas.
Una de las madres de los
asustados, desesperada por ver a su hijo en tal estado de susto, decidió acudir
a una curandera.
Las madres reunieron a
todos los chicos y la bruja procedió a hacerles una “limpia” con yerbas
especiales.
Afortunadamente todos se
curaron del susto, y nunca jamás volvieron a la cascada donde se les había aparecido
tan siniestra mujer: La Dama de la Cascada.
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