Esa deliciosa bebida que
llamamos chocolate, propia de emperadores y dioses, se elabora con las semillas
del cacao, planta perteneciente a la familia de las Esterculiáceas, del género
Theobroma, cuyas especies principales son el T. Cacao, el T. Angustifolium y el
T. Bicolor H. y S. Al árbol del cacao los antiguos mexicanos lo llamaban
cacao-cuauhuitl, del cual diferenciaban cinco especies: cuauhcacáhuatl,
mecacáhuatl, xochicacáhuatl, cuauhpatláchtli y tlalacacáhuatl. De estas
especies la que se empleaba más frecuentemente para hacer el chocolate era la tlalacacáhuatl, cuyo nombre
significa “cacao de tierra”, las restantes servían como moneda de cambio.
En referencia a la etimología de la
palabra “cacao”, la Enciclopedia de México nos
informa que se trata de una voz maya, cacau, que al ser empleada por los mexicas
se adoptó a la fonética del náhuatl y se convirtió en cacáhuatl.
Tal vez por
conducto del zoque cacahua y a la mayoría de las lenguas europeas casi sin
alteración. Parece que la radical cau, que se encuentra igualmente en las formas caoc, chauc y
chac y que significa “rayo”, se emparenta con muchas palabras mayas
relacionadas con el fuego, la fuerza, el color rojo y el calor. En cacau
convergen los conceptos de fuerte, por su singular propiedad energética, bien
conocida por los mayas y otro atributo que se expresa en la radical cac: el
color rojo de su cáscara. Las siguientes lenguas mesoamericanas emplean formas
afines a caco. Chol: cucuo; chorti: cacao; have: cacau; kekchí: cacao;
lacandón: chau; kakchiquel: cacou; maya del Chilam Balam de Chumayel, del
Códice Pérez y moderno de Yucatán: cacau; mopán: cucuh; pocomchí: quicou;
popoluca de Sayula: cágua; quiché del Popol Vuh; caco o cacu; tzeltal: cacab,
en el siglo pasado y actualmente en Bachajón: cacau; tarasco: cahecua.
En cuanto a la palabra xochócatl,
Sebastián Verti opina que era el nombre que los indios daban al cacao y que
proviene de – atl, agua, y de xoco, onomatopeya del ruido producido por el agua
en donde se hierve al cacao.
Por su parte, Ramón Cruces Carvajal
opina que xochócatl proviene del náhuatl xócoc, agrio, y atl, agua; lo que
significaría “agua agria”, etimología que se sustenta en el hecho de que el
cacao sin endulzar tiende a ser agrio.
Don Artemio del Valle-Arizpe cita a
Eufemio Mendoza quien afirma que el vocablo chocólatl, significa “agua que
gime”, por el ruido que se produce al ser batido. De tal manera que la palabra
vendría de choca, llorar y atl, agua; o bien de
choca, llorar, de coloa, rodear o dar vueltas y de atl, agua; lo que
significaría “agua que gime al dar vueltas el molinillo”. El historiador
menciona también que don Jesús Sánchez deriva la palabra de pozólatl, bebida de
maíz cocido acompañado de varios ingredientes, término que los españoles
descompusieron en pozolate y luego chocolate.
Sea cual fuere la etimología de la
palabra, lo cierto es que los mexicas tenían en alta estima a esta deliciosa
bebida cuyo fruto simboliza al corazón humano y cuya preparación representaba
la sangre. Al corazón correspondían la vitalidad, el conocimiento, la afección,
la memoria, el hábito, la voluntad, la acción, y la emoción. Así como la sangre
tenía la importante función de fortalecer, dar vida y posibilidad de
crecimiento.
La tradición oral de los mexicas nos
cuenta en una leyenda que Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, dio a los
toltecas el maravillo cacao, junto con algunas otras plantas y raíces
comestibles, como el maíz, el frijol, y la yuca. El propósito del dios
consistía en tener a los hombres bien alimentados para que pudiesen dedicarse
con tranquilidad a estudiar, convertirse en hombres sabios, en magníficos
arquitectos, y en delicados artistas y artesanos. Quetzalcóatl se robó el árbol
del cacao del paraíso donde vivían los dioses y plantó un pequeño arbusto de
hojas rojizas en las tierras de Tula. Ya que hubo plantado el arbusto, se
dirigió a ver al dios del agua Tláloc y le pidió que enviara lluvia para que la
planta se alimentara y creciese bella y abundante. Poco después, se dirigió a
la morada de Xochiquétzal, Flor de Plumaje Precioso, diosa de la belleza y del
amor, y le pidió que diese a su árbol flores maravillosas. Con el tiempo, la
planta dio frutos de cacao. Entonces, Quetzalcóatl les enseñó a los toltecas a
tostar los granos que crecían dentro de una vaina, a molerlos, y a batirlos con
agua para obtener la estupenda bebida que conocemos con el nombre de chocolate.
Los toltecas, bien alimentados con la sabrosa y energética bebida, acrecentaron
sus poderes y se convirtieron en hombres fuera de serie.
Cuando llegó a conocimiento de los
dioses lo maravillosos que eran los toltecas gracias al chocolate que
Quetzalcóatl había tenido la desfachatez de robarles, montaron en cólera y la
envidia los embargo sin piedad. Opinaban que la tal bebida sólo había sido
destinada a los dioses, que nadie más podía gozar de su sabrosura y de sus
cualidades. Así pues, rojos de ira, juraron vengarse de Quetzalcóatl y de los
toltecas.
Un mal día, uno de los dioses,
Tezcatlipoca, el eterno enemigo de Quetzalcóatl, se transformó en mercader de
pulque, se acercó a la Serpiente Emplumada y le ofreció una jícara con
tlachihuitli, pulque, para que lo bebiera, asegurándole que esa bebida tenía el
poder de quitar las penas y cualquier incómodo malestar. Quetzalcóatl tomó el
brebaje y, como era de esperarse, se emborrachó. Al otro día, el dios despertó,
y al darse cuenta de lo acontecido, se sintió avergonzado y humillado por la
borrachera que se había puesto y por la venganza y la envidia de los
dioses. Maltrecho y deshonrado, decidió irse para siempre. Antes de partir vio
que todos los árboles de cacao que con tanto cariño habían cuidados los
toltecas, estaban secos y convertidos en huisaches. Sin embargo se percató
que en el suelo habían quedado algunas semillas intactas. Quetzalcóatl
las recogió y se las guardó en su morral. Al llegar a Tabasco, las arrojó en
tierra fértil, donde se reprodujeron generosamente, como podemos ver hasta estos
días.
Gracias a tal acción de la Serpiente
Emplumada podemos disfrutar de la exquisita bebida que en todas partes se
conoce como chocolate, y es un aporte de México a la coquinera de todo el
mundo.
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