miércoles, 7 de mayo de 2014

EL DÍA DE LA CALENDARIA



Como todas las fiestas tradicionales mexicanas, el Día de la Candelaria cuenta con una comida y una bebida ritual específicas que lo caracterizan. El hecho de que este día se merienden tamales no es un simple capricho gastronómico, sino que está estrechamente relacionado con la intrusión sincrética del tamal, alimento de origen prehispánico, utilizado como parte importante en las ofrendas de los dioses del panteón azteca en las festividades que se les realizaban a lo largo de los dieciocho meses que integraban el calendario mexica.

Fray Bernardino de Sahagún cita en su obra Historia General de las cosas de Nueva España, diez celebraciones en las que se elaboraban, ritualmente, tamales de maíz. Veamos cuáles eran:

Durante el segundo mes llamado Tlacachipehualiztli, “desollamiento de hombres”, realizaban la fiesta Ayacachpixolo en la que hacían unos tamales que se llamaban tzatzapaltamalli, hechos de bledos o cenizos, principalmente hacían estos tamales los del barrio llamado Coatlán y los ofrecían en el mismo cu, delante de la diosa que ellos llamaban Coatlicue, por otro nombre Coatlantonan, a la cual estos maestros de hacer flores tenían gran devoción. 

Asimismo, en el quinto mes Tóxcatl, “seco o resbaloso”, dedicado a la fiesta de Tezcatlipoca y de los difuntos, se utilizaban tamales rituales: Después de haber asentado el tabladillo sobre el que estaba la imagen en lo alto del cu y puesto el papelón enrollado junto al tabladillo- descendían todos los que habían subido y solamente quedaban allá los que habían de guardar, que eran los sátrapas de los ídolos; cuando lo acaban de subir ya que era a puestas del sol, y luego entonces hacían ofrendas a la imagen de tamales y otras comidas.

En el mes octavo, Huey Tecuílhuitl, “gran fiesta de gobernantes” festejaban los mexicas a la diosa Xilonen, ”la del maíz tierno” ,y, por supuesto había muchos tamales: Cuando servían luego tomaban tamales a almantadas y comenzaban desde los principios de las rencles a dar tamales y, daban a cada uno todos los tamales que podían tomar con una mano; daban tamales de muchas maneras: unos llamaban tenextamalli, otros, xocotamalli, otros, miauatamalli, otros ya cacoltamalli, otros necutamalli, otros yacacollaoyo, otros exococolotlaoyo. 

En el noveno mes conocido con el nombre de Tlaxochimaco, “nacimiento de las flores”, se celebraba la fiesta en honor del dios de la guerra Huitzilopochtli. La noche antes de esta fiesta ocupábanse todos en matar gallinas y perros para comer, en hacer tamales y otras cosas concernientes a la comida. 

Para la fiesta de los difuntos del décimo mes Xócotl Huetzi, caída de los frutos”, se preparaban tamales grandes de bledos (amaranto): Ponían también tres tamales grandes hechos de semillas de bledos sobre la cabeza de la imagen, hincados en tres palos...

En cuanto a la “fiesta de los montes y montañas” del mes Tepéhuitl, decimotercero del año, el fraile constata: Después que con muchas ceremonias habían puesto en sus altares a las imágenes dichas los montes, ofrecíanles también tamales y otras comidas, y también les decían cantares de sus loores y bebían vino por su honra. 

Se preparaban tamales de dulce para celebrar la fiesta del dios Mixcóatl, llevada a cabo el decimocuarto mes llamado Quecholli, “pájaro, perdiz”:  Al quinto día hacían unas saeticas pequeñas a honras de los difuntos, eran largas cono un geme o palmo, y poníanles resina en las puntas, y en el cabo el casquillo era de un palo, de por ahí ataban cuatro saeticas y cuatro teas con hilo de algodón flojo, y poníanlas sobre las sepultura de los difuntos; también ponían juntamente un par de tamales dulces; todo el día estaba esto en las sepulturas y a la puesta del sol encendían las teas y las saetas.

Durante el decimoquinto mes, Panquetzaliztli, “fiesta de las banderas”, los mexicas veneraban a Huitzilopochtli, dios de la guerra, con tamales de bledos: Hecho esto comenzaban a comer masa de bledos que tenían aparejados; ninguno dejaba de comerla, y estos tamales rollizos no los partían con las manos, sino con un hilo de ixtli; en acabando de comer estos tamales cogían petates y enrollabánlos, y poníanlos todos juntos en un lugar. Esto se hacía en todas las casas del pueblo.

Las ceremonias a los tlaloques, dioses del agua, se efectuaban en las calendas del decimosexto mes denominado Atemoztli, “caída de las aguas”, en las que hacían las imágenes de los montes y montañas que circulaban la ciudad y de donde descendían las aguas:  Después de haber compuesto estas imágenes poníanlas en orden en el adoratorio de la casa, y luego ponían comida en cada una por sí, y delante de ellas sentábanse, y los tamales que las ponían eran muy chiquitos, conforme las imágenes que eran muy pequeñitas, poníanlos en unos platillos pequeñuelos y unos cajetillos con un poquito de mazamorra, y también unos tecomates pequeñitos en que cabían un poquito de cacaotal, en una noche les presentaban comida de esta manera, cuatro veces, también poníanles dos tecomates de calabaza verde que es llamada tzilacayotli, henchíanlos de pulcre, y toda la noche estaban cantado delante de ellos. 

Finalmente, en el decimoctavo mes, Izcalli, “resurrección”, en las calendas hacían la fiesta llamada Huauquiltamaloualtli, dedicada al dios del fuego, Xiutecuhtli o Ixcozáuhqui: A los diez días de este mes, hacían tamales de hojas de bledos, muy molidas. Decían a esta fiesta motlaxquian tota, que quiere decir: nuestro padre el fuego tuesta para comer.

Las mujeres, toda la gente se ocupaba en hacer unos tamales que llaman huauhquiltamalli, y también en amaneciendo los iban a ofrecer delante de la estatua, y así estaba gran cantidad de ellos delante de la estatua; y como los muchachos ofrecían la caza que traían, entraban así como iban ordenados y daban una vuelta en derredor  del fuego y cuando pasaban cabe el fuego, estaban otros viejos que daban a cada uno de los muchachos un tamal, y así se tornaban a salir los muchachos por su orden.

A estos tamales los llamaban chalchiuhtamalli. Toda la gente y en todas las casas se hacían estos tamales, y convidábanse unos a otros con ellos; a porfía a trabajaban cual por cual haría primero los tamales; y a la que primero los hacía iba luego a convidar con ellos a sus vecinos, para mostrar su mayor diligencia y su mayor urbanidad.

La vianda que se comía con estos tamales eran unos camarones que ellos llamaban acociltin, hechos con un caldo que ellos llaman chalmulmulli, y todos comían en sus casas esta comida, muy caliente y tras el fuego, y las camisillas de maíz con que estaban envueltos los tamales, cuando se las quitaban para comerlos no las echaban al fuego sino juntábanlas para echarlas en el agua. 

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